La mujer que no temía a las serpientes y falleció a causa de la mordedura de una cobra

Muchas son las personas que padecen ‘ofidiofobia’, nombre que recibe el miedo a las serpientes, siendo los reptiles los animales que más
fobia y pánico suscitan a gran parte de la población. El hecho de que el número
de ofidios peligrosos y altamente venenosos sea elevado es lo que provoca ese
rechazo por parte de tantos humanos.

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Pero al igual que hay tantos que detestan a las serpientes
también nos encontramos con quienes (los menos) adoran a los reptiles y les
causa fascinación.

Una de esas personas fue Grace Olive Wiley, quien vivió entre 1884 y 1948 en Estados Unidos
y se convirtió en una de las mayores
expertas en herpetología
(parte de la zoología que describe y estudia los
reptiles) del planeta,
llegando a tener una colección privada con más de trescientas serpientes de
diferentes especies.

Pero en realidad, Grace
Olive Wiley llegó al mundo de los reptiles por casualidad. Inicialmente cursó la carrera de entomología
(estudio de los insectos) por la que obtuvo la licenciatura en la Universidad de Kansas. Desde pequeña le
había apasionado ir al campo y observar todo tipo de insecto y bichejo que se
encontraba.

Tras graduarse en la universidad obtuvo una plaza en el Museo de Historia Natural de la Biblioteca
Pública de Minneapolis
, donde iba compaginando su trabajo con la
publicación de un par de artículos científicos que fueron publicados en el
boletín de la Universidad de Kansas (1922) y por la Sociedad Entomológica de
Canadá (1923).

Según indican algunas fuentes, fue precisamente estando
trabajando en el Museo de Historia Natural donde empezó a fijarse e interesarse
por los reptiles y en cierta ocasión una
serpiente, que andaba suelta, pasó por encima de su mano
cuando estaba
atendiendo a unos visitantes y se dio cuenta que era inofensiva.

A través del estudio y la observación fue aficionándose cada
vez más por las serpientes, llegando a adquirir un buen número de ejemplares
para tenerlos privadamente. Pero el hecho de que sintiese esa total devoción
por los reptiles le llevó a tener ciertos problemas con otros compañeros de
trabajo, a quienes no les hacía ni pizca de gracia de que las serpientes campasen
libremente por el departamento. Finalmente fue llamada al orden por la dirección
y, ante el caso omiso que hizo de encerrar los animales, acabaron rescindiéndole el contrato en 1933.

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Esto la llevó a encontrar, un año después, un nuevo empleo,
esta vez como cuidadora de reptiles en el Zoológico
de Brookfield
(Chicago), el cual acababa de abrir sus puertas y Grace
aportó su extensa colección personal de serpientes (algo más de doscientos
ejemplares).

Un trabajo que le duró tan solo un año por los mismos motivos
que la vez anterior, ya que en 1935 fue llamada al orden y despedida del zoo por dejar campar libremente a los reptiles.

Era tal la devoción que sentía Grace Olive Wiley por las
serpientes que se sentía incapaz de tenerlas encerradas y uno de sus argumentos
era señalar que eran animales inofensivos y fácilmente domesticables si se les
trataba con cariño y respeto.

Esto hizo que perdiera todo tipo de temor hacia las serpientes
y no llegase a tener todo tipo de precauciones. Varias veces fueron las
ocasiones en las que algún reptil le mordió, pero siempre salió ilesa, ya sea
porque aquella especie no era mortal o porque pudo inyectarse a tiempo el antídoto.

Tras ser despedida del Zoológico de Brookfield se trasladó a
vivir a Los Ángeles, donde encontró trabajo en la meca del cine, asesorando y
proporcionando reptiles para las películas ambientadas en la jungla, entre
ellas algunas cuantas de la serie ‘Tarzan’
que llevaban rodándose desde inicios de la década de 1930 y que estaban
protagonizadas por Johnny Weissmuller y
Maureen O’Sullivan
.

Este empleo lo compaginó con el de su propio zoológico de reptiles que abrió en la
población de Cypress (al sur de
California), donde cobraba una módica entrada de 25 centavos de dólar y atendía
personalmente a los visitantes, a quienes les mostraba las diferentes especies
de serpientes que formaban parte de su extensa colección, además de dejar que
tocasen e interactuasen con los animales.

Grace Olive Wiley obtuvo tal fama como herpetóloga que
varias fueron las publicaciones que la entrevistaron y la sacaron en sus
portadas con alguna de sus sepientes.

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Y precisamente fue atendiendo a un fotoperiodista, en 1948,
cuando Grace sufrió una mordedura que fue letal.

Ocurrió el 20 de julio. Aquel día atendió al fotógrafo Daniel P.  Mannix (quien era un gran amante de los
animales y tenía una importante colección de especies exóticas). Fue para
fotografiarla con algunos de los ejemplares más llamativos que Grace tenía,
entre ellos una cobra de la India, la cual reaccionó de un modo inesperado a
causa del fogonazo del flash.

Esto provocó que la cobra fuese a abalanzarse sobre Daniel y
la rápida acción y movimiento de Grace evitó que el animal mordiese al
fotógrafo, pero no pudo evitar que la hincase sus dientes a ella, inoculándole
su letal veneno.

La mala suerte hizo que el único tarro conteniendo el
antídoto para el veneno de esa especie concreta de serpiente se rompiera de
camino al hospital y cuando llegó Grace nada pudieron hacer los médicos para salvarle
la vida, debido a que solo tenían antiveneno para las cobras autóctonas americanas
pero no la de la India, lo que causó la rápida muerte de la herpetóloga en menos
de dos horas.

Grace Olive Wiley dejaba tras de sí un gran legado en forma
de una enorme colección de serpientes (que fueron vendidas por sus herederos a
diferentes zoos y circos de los Estados Unidos) además de cuantioso y valiosísimo
material escrito sobre los reptiles.

Fuente de las imágenes: chicagoherp

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