La maestra que soñaba con ser astronauta y lo logró
Días atrás explicaba en ‘Cuaderno de Historias’el relato de cómo la administración del presidente Ronald Reagan quiso enviar, en una misión espacial, al carismático personaje de Barrio Sésamo ‘Big Bird’, aunque finalmente no se pudo llevar a cabo debido al gran volumen de la televisiva marioneta y la imposibilidad de ajustar el espacio disponible dentro de la nave.
Dicho propósito se enmarcaba en lo que se denominó como ‘Citizen Passenger’ (ciudadano pasajero), dentro del proyecto Space Shuttle de la NASA, en el que se barajó la posibilidad de enviar al espacio a algún personaje popular (como era el caso de Big Bird) o personas civiles no astronautas (entre los que se encontraban como candidatos presentadores de televisión, escritores, cantantes, actores…), y se realizaba con el fin de devolver el esplendor y popularidad que un par de décadas atrás había tenido el programa espacial y que, en aquellos momentos (inicios de la década de 1980) estaba de capa caída.
Tras muchas deliberaciones se optó por escoger a una persona dedicada a la enseñanza escolar y así poder realizar conexiones en el que el docente podría dar clases desde el espacio, conectando vía satélite con todas las escuelas de los Estados Unidos. Finalmente la persona candidata a viajar al espacio en el programa ‘Citizen Passenger’ fue Sharon Christa McAuliffe, una profesora de escuela secundaria, natural de Boston, quien sería entrenada para ser una de los siete miembros de la tripulación del ‘transbordador espacial Challenger’ lanzado el 28 de enero de 1986 y que acabaría desintegrándose a la vista de millones de espectadores 73 segundos después de ser lanzado.
Pero a la candidatura de Sharon Christa McAuliffe, para acceder al programa ‘Teacher in Space Project’ (TISP), le acompañaron otras once mil peticiones de docentes que también deseaban formar parte del proyecto como educador especialista de la misión espacial, quedando como finalista, y suplente de la malograda maestra, Bárbara Morgan.
Bárbara Morgan trabajaba como profesora de primaria en una escuela del Estado de Idaho (al noroeste del país) y desde que se anunció el programa TISP quiso formar parte del mismo y presentó su candidatura. Aquella era una ocasión única de hacer realidad un sueño de infancia que, por diferentes motivos, no se había podido hacer realidad, pero en aquel momento se le presentaba la gran oportunidad.
Tras pasar la criba de las diferentes pruebas de selección, Bárbara quedo finalista junto a Sharon y ambas entrenaron concienzudamente para ser escogidas como candidatas. Tan solo podría viajar al espacio una de las dos y finalmente, a pesar de estar muy igualadas durante todo el proceso, la balanza se inclinó hacia su compañera.
Lo que Bárbara Morganvio inicialmente como un signo de mala suerte hacia sus aspiraciones, no lo fue cuando pudo salvar su vida al no formar parte de la tripulación del transbordador espacial Challenger que explotó tras el despegue.
A pesar de la desgracia que suponía aquella tragedia, las aspiraciones de Bárbara por formar parte del programa espacial y ser escogida como astronauta no desaparecieron, todo lo contrario.
El incidente con el Challenger ponía en la cuerda floja a la NASA y los futuros proyectos espaciales y Bárbara Morgan temía que el programa ‘Teacher in Space Project’ acabaría desapareciendo y por tal motivo luchó para que esto no ocurriese. Estaba convencida que el acercar los programas espaciales a los estudiantes era una gran idea, por lo que, mientras no pudiese ponerse en marcha otro transbordador y ser lanzado al espacio, se ofreció para ser una especie de embajadora de la NASA e ir impartiendo charlas por las diferentes escuelas repartidas a lo largo y ancho del país y aunque en un principio la idea agradó a los responsables de la agencia espacial, tras unos meses impartiendo las charlas la gira se canceló, retomando su actividad profesional como docente en la escuela de Idaho, aunque continuaba siendo la representante principal del proyecto TISP.
Pasaron doce años hasta que la NASA decidiera retomar el programa ‘Teacher in Space Project’ y en agosto de 1998 Bárbara fue requerida para retomar los entrenamientos en el Centro Espacial Johnson de Houston (Texas). En aquellos momentos estaba a punto de cumplir los 47 años de edad, pero no fue ningún impedimento para hacerlo, demostrando que estaba en una gran forma física y que era totalmente apta para convertirse, dos años después, en astronauta profesional y a tiempo completo.
En 2002 fue asignada a la misión STS-118 que estaba programada para ser lanzada en noviembre del siguiente año en el transbordador espacial Endeavour.
Pero el 1 de febrero de 2003 (nueve meses antes de lanzarse el Endeavour para realizar la misión STS-118 en la que formaría parte Bárbara Morgan), tuvo lugar otro desgraciado accidente en el que el transbordador Columbia se desintegró a su vuelta de una misión espacial en el momento de reingresar en la atmósfera terrestre, explotando y falleciendo los siete tripulantes que iban a bordo.
Una vez más la NASA debía paralizar todos los proyectos espaciales, volviendo a quedar suspendida la misión en la que debía viajar al espacio Bárbara Morgan.
Cuatro años después, el 8 de agosto de 2007, el transbordador espacial Endeavour fue lanzado para llevar a cabo la misión STS-118. A bordo iban siete tripulantes entre los que se encontraba Bárbara Morgan (en aquellos momentos a puntos de cumplir 56 años de edad), quien finalmente pudo cumplir su sueño de viajar al espacio y convertirse en astronauta.
Fuentes de consulta e imagen: spacecenter/ NASA (pdf) / challenger/ pbs/ nasa.gov
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