La joven científica a la que se le arrebató impunemente el descubrimiento de un eficaz tratamiento contra la lepra

Alice Augusta Ball
falleció el 31 de diciembre de 1916 a los 24 años, una corta edad que dejaba
tras de si una importantísima
trayectoria de investigación científica
, pero que fue ignorada a lo largo
de muchos años, debido a que uno de sus mayores logros (el descubrimiento de un
eficaz tratamiento contra la lepra) se
lo atribuyó otro investigador
, aprovechando el prematuro fallecimiento de
esta.

image

Este es tan solo uno de los innumerables casos conocidos
como ‘Efecto Matilda’, por el que a
lo largo de la historia muchísimas mujeres que han realizado grandes cosas
(inventos, descubrimientos…) han sido ignoradas y el mérito se lo han llevado
otras personas (casualmente siempre hombres).

Afortunadamente, hoy en día la historia de Alice Ball (como suele ser citada) es algo conocida
(aunque poco e insuficientemente) pero durante muchísimas décadas (hasta el
último cuarto del siglo XX) su nombre y logros ni tan siquiera figuraban en la
inmensa mayoría de los libros de ciencia o sobre biografías de mujeres que
habían logrado cosas extraordinarias.

Nacida en Seattle en 1892, se mudó a vivir junto a su
familia a Honolulu, en 1903, donde su abuelo paterno James Ball (uno de los primeros fotógrafos afroamericanos
en la historia de los Estados Unidos) tenía el propósito de montar un estudio
fotográfico que no pudo prosperar debido al repentino fallecimiento de este tan
solo un año después de llegar a la isla hawaiana. Los padres de Alice tomaron la
decisión de regresar a Seattle, donde continuó los estudios con muy buenas notas,
se graduó en el instituto y se matriculó
en la Universidad de Washington para cursar la carrera de Química
. En 1912 obtuvo
el título de Química farmacéutica y dos
años después una licenciatura en Farmacia
, consiguiendo publicar un trabajo
de diez páginas, el 1 de octubre de 1914, en la prestigiosa revista científica ‘Journal of the American Chemical Society’
(JACS) titulado ‘Benzoylations in ether solution’
(Benzoilas en solución de
éter), siendo un hecho inaudito para una mujer en aquella época.

Las excelentes calificaciones
y currículo académico que Alice Ball obtuvo durante su etapa universitaria
propició que recibiera una beca para poder cursar un master, teniendo la
oportunidad de elegir realizarlo en la Universidad de Berkeley (California) o
en la de Hawái, escogiendo esta última por el recuerdo que tenía del tiempo que
pasó allí durante su infancia.

Su trabajo en la tesis del master la llevó a conocer al doctor Harry T. Hollmann, quien en aquellos momentos estaba al frente
del centro de tratamiento para la
enfermedad de la lepra
, debido a que en aquellos momentos había un brote de
contagios en Hawái y no existía remedio médico para combatirla.

A sugerencia del Dr.
Hollmann, Alice centró sus investigaciones sobre las propiedades del aceite de chaulmoogra, debido a que existían
algunas evidencias de poder ser eficaz para combatir algunos síntomas de la enfermedad,
pero el problema de dicho aceite era que no podía ser ingerido (debido a que su
sabor causaba vómitos) ni tampoco inyectado directamente (al quedarse acumulada
bajo la piel y producir ampollas).

Pero su tenacidad investigadora la llevó a conseguir catalizar ese aceite y obtener un
compuesto químico ideal para ser inyectado y eficaz contra algunos de los
síntomas de la lepra
(no debemos olvidar que esta enfermedad es una de las
más antiguas de la humanidad, existiendo evidencias de la misma desde el año
2000 a.C.).

En 1915, tras finalizar el master, la propia Universidad de Hawái le ofreció a Alice
Ball un puesto de profesora de Química
, convirtiéndose en la primera mujer
estadounidense en conseguir ese puesto y tal titulación en la mencionada
universidad.

Un año antes, En Europa había estallado la Primera Guerra
Mundial y en dicho conflicto bélico aparecieron las primeras bombas de gas, por
tal motivo Alice Ball se encontraba investigando sobre el gas cloro (uno de los
más utilizados junto al fosfeno) y, en marzo de 1916, un accidente durante una demostración
en una de sus clases provocó que inhalara una pequeña cantidad, provocando que
enfermara y tuviese que viajar hasta Seattle para recibir tratamiento médico
durante los meses de verano.

Quiso estar de vuelta en Hawái para el inicio del curso
universitario, pero a pesar de intentar poner todo su empeño por dar clases su
salud ya estaba muy deteriorada y un mes de después (en octubre) tuvo que
volver a coger la baja médica y regresar a Seattle. Falleció el 31 de diciembre
de aquel mismo año a los 24 años de edad.

Pero aquí no se acaba la historia, debido a que todos los
documentos de su investigación sobre la eficacia del aceite de chaulmoogra
frente a la enfermedad de la lepra y cómo había conseguido obtener un compuesto
químico ideal para ser inyectado habían quedado en uno de los cajones de su
despacho en la Universidad de Hawái y unos
meses después de su fallecimiento aparecieron publicados a nombre de Arthur
Lyman Dean, director de la universidad
, quien se llevó todos los méritos y
honores por tal descubrimiento (no había ni una sola mención a Alice Ball).

Pero hubo una persona que hizo frente al profesor Arthur
Lyman Dean y lo acusó de apropiarse del trabajo de Alice Ball: el doctor Harry T. Hollmann, quien estuvo batallando
para que se le reconociera el mérito de tal descubrimiento a su joven y añorada
amiga.

No fue hasta enero de 1922
cuando el Dr.Hollmann logró publicar un artículo
científico titulado ‘The fatty acids of chaulmoogra oil in the treatment of
leprosy and other diseases’
(Los ácidos grasos del aceite de chaulmoogra en
el tratamiento de la lepra y otras enfermedades)
en el que señalaba como única y gran descubridora del compuesto
médico eficaz contra la lepra a Alice Ball
, bautizándolo, además, como el Ball Method’
(Método Ball).

Cabe destacar que a pesar de
aquella defensa a ultranza de Hollmann hacia el reconocimiento de Alice Ball,
no fue hasta medio siglo más tarde (en
1977) cuando la Dra. Kathryn Waddell Takara tuvo noticias del trabajo de Ball

(mientras investigaba el trabajo de personas afroamericanas en Hawái) recopilando
información de los archivos de la Universidad de Hawái y dando a conocer al
mundo los logros de la joven y malograda científica cuyo nombre debería de
figurar en los libros y tratados científicos.

Fuentes de consulta e imagen:
northwesthawaiitimes
/ jamanetwork
/ acspublications
/ wineurope / blackpast
/ Wikimedia
commons

Más historias que te
pueden interesar: