La inesperada traición que hizo caer y arruinarse a uno de los mayores contrabandistas de la ley seca de EEUU

Días atrás publicaba en el ‘Cuaderno de
Historias’
un post sobre George
Remus
, un prolífico abogado, de origen alemán, que acabó convirtiéndose en
uno de los mayores y más perseguidos contrabandistas en Estados Unidos durante
la década de 1920, en los primeros años del a conocida como ‘Ley Seca’.

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En tan solo un par de años amasó una fortuna que superaba
los 40 millones de dólares (una cifra desorbitante y más teniendo en cuenta que
sucedió hace casi un siglo) e incluso hay quien señala que el escritor F. Scott Fitzgerald se inspiró en Remus
para crear el personaje central de su archiconocida novela ‘El gran Gastby’.

George Remus, a través de sus conocimientos de la ley, como
abogado criminalista que era (quien había defendido a un gran número de famosos
criminales de su época) supo tejer un
entramado de empresas y trampas legales que le proporcionaron grandes
beneficios
. A eso debemos sumarle la licencia que tenía para abrir
farmacias (gracias a haber estudiado esta carrera también) en las que se expendía el licor terapéutico prescrito por
los médicos
. Para rematar el negocio redondo que tenía, además controlaba una
banda de matones y delincuentes que robaban alcohol a sus propios despachos de
farmacia y que posteriormente vendían en el mercado negro de clubes nocturnos y
salas de juego.

Pero en 1924 ‘el rey
de los contrabandistas’
fue apresado, juzgado y condenado, todo ello
gracias al trabajo realizado por Mabel Walker
Willebrandt
, la asistente del Fiscal
General
y, en aquel momento, la mujer que ostentaba el más alto rango
dentro del gobierno federal de los EEUU.

La fiscal Willebrandt (que contaba en aquella época con 36
años de edad) pudo encontrar miles de pruebas incriminatorias contra George
Remus y luchó incansablemente para verlo entre rejas y ver cómo se desmoronaba
su imperio del crimen y contrabando.

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Más de tres mil son los cargos que presentó la fiscalía pero
la astucia de Remus hizo que el tribunal que lo juzgaba tan solo pudiese
condenarlo a una pena menor de dos años de prisión, algo que fue frustrante
para la fiscal especial para la ‘Ley
Volstead’
, de quien explicaré en un próximo post su interesante historia personal
y profesional.

George Remus fue a parar a la cárcel, pero sabía que en un
par de años saldría libre y podría continuar con su millonario imperio del
crimen. Pero, sorprendentemente, cuando en 1926 lo soltaron estaba totalmente
arruinado. Eso se debió a una inesperada
traición
por parte de dos personas: su esposa Augusta Imogene Holmes  y a un
compañero de celda llamado Franklin Dodge.

El rey de los contrabandistas fue enviado a cumplir condena en
la prisión federal de Atlanta y allí conoció a Dodge, con quien compartió parte
de los dos años que el tribunal le impuso. Ambos confraternizaron y se hicieron
buenos amigos, convirtiéndose su compañero de celda en receptor de los más íntimos
secretos de Remus.

Pero en realidad Franklin
Dodge no era un preso más sino un agente del FBI
que se infiltró en la
prisión y que supo engañar al contrabandista para ganarse toda su confianza.

George Remus le explicó con todo tipo de detalles los
secretos de su entramado de negocios fraudulentos, pero, sorprendentemente, el
agente del FBI no utilizó dicha información para que le cayeran más años de
condena al rey de los contrabandistas sino que se lo guardó para él, salió de prisión
como infiltrado y fue a conocer a Augusta Imogene, con el fin de convencerla para desmontar el imperio de su
esposo y repartirse la fortuna
.

Dodge renunció a continuar como agente de la agencia de
investigación y comenzó un romance con la esposa del contrabandista. Esta había
sido su secretaria antes de contraer matrimonio, por lo que también conocía
todos los entresijos de los negocios de Remus.

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Dodge y Augusta lograron vender absolutamente todo,
traspasaron toda la fortuna a sus cuentas y a la de George Remus le hicieron una ridícula transferencia de
100 dólares
, precio que habían puesto en el contrato de compra-venta en el
que esta pareja adquiría el emporio económico del contrabandista.

A principios de octubre de 1927 George Remus logró salir de
prisión tras cumplir una condena de dos años. Lo hacía en la más absoluta de las ruinas y juró vengar dicha traición. Incluso
parece ser que Dodge y Augusta planearon acabar con su vida una vez que fuese
puesto en libertad e intentaron contratar a un sicario por 15.000 dólares.

Pero fue Remus quien se adelantó a los propósitos de su exesposa
y tras regresar a Cincinnati, el 6 de octubre, día que un tribunal citó a ambos
para a firma del divorcio, la asesinó de
un tiro en un parque público
, a la vista de numerosos testigos e incluso de
la hija que Augusta había tenido de un anterior matrimonio.

Sorprendentemente, durante el juicio que juzgó a George
Remus por el asesinato de su esposa, éste salió absuelto y sin cargos al ser
declarado por el jurado popular como ‘no
culpable’
. La estrategia del criminal fue decir que había padecido un
momento de locura transitoria tras salir de prisión y encontrarse que su esposa
lo había abandonado y se había quedado con todo su dinero junto a su amante. La
fiscalía no tuvo argumentos para rebatir lo declarado por Remus y ni tan
siquiera se logró encerrarlo en un centro psiquiátrico.

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La posterior vida de George Remus fue, aparentemente, ejemplar.
Se mudó a vivir a la cercana población de Covington y allí se volvió a casar y
montó un pequeño negocio de contratación. En los siguientes años no se le
conoció ni un solo asunto ilegal. Falleció en 1952, a los 77 años de edad, a
causa de un derrame cerebral.

Po su parte, Franklin Dodge también salió indemne de todas
las acusaciones de haber aprovechado la información obtenida de una investigación
para enriquecerse económicamente. Se trasladó a vivir a Michigan donde residió tranquilamente
hasta su fallecimiento en 1968.

Fuente de la imagen: gettyimages