Solemos tener asociado que cuando un invitado oficial del Presidente de los Estados Unidos visita
Washington éste se hospeda en la Casa
Blanca y así fue durante largo tiempo hasta que a inicios de 1942 se
decidió que sería conveniente adquirir otro inmueble (conocido como ‘Blair House’) en el que alojar a esos
ilustres invitados (mayoritariamente Jefes de Estado, reyes o Presidentes de
Gobierno).
Pero el motivo principal por el que se tomó tal decisión no
fue para ofrecerles una residencia más privada y cómoda a sus huéspedes especiales,
sino tras una incómoda visita por parte de Winston
Churchill en las navidades de 1941 que acabó con la paciencia de la Primera Dama Eleanor Roosevelt.
[Relacionado: La Primera Dama que ejerció como Presidente de
los EEUU durante un año y medio]
En plena Segunda Guerra Mundial, el ataque japonés a Pearl Harbor, el 7 de
diciembre de 1941, fue el detonante para que los Estados Unidos entraran en el
conflicto bélico. Se convocó una reunión de urgencia por parte del presidente
estadounidense con el Primer Ministro británico, quien hasta ese momento había
sido la autoridad más relevante en la guerra por parte del bando Aliado.
Se fijó tal reunión (conocida con el nombre de ‘Conferencia Arcadia’) para el 22 de diciembre de aquel mismo año y se prolongaría
hasta el 14 de enero.
Debido a la larga estancia
de tres semanas, se habilitó toda una planta para alojar allí al matrimonio
Churchill y todo su séquito. Una de las peticiones expresas por parte del
mandatario británico es el que no faltara champán, brandy, cigarros puros y,
sobre todo, botellas de whisky.
Este detalle ya no fue del
total agrado de Eleanor Roosevelt,
quien a pesar de ser una mujer cordial y buena anfitriona, hubiese preferido que
aquellas fechas navideñas fueran algo más ‘abstemias’ y tradicionales. Además
influía el hecho de que su hermano menor (Hall
Roosevelt de 50 año de edad) había fallecido en septiembre de aquel mismo
año a causa de sus problemas con el alcohol.
El matrimonio conformado por Franklin Delano y Eleanor Roosevelt tenían unas costumbres muy cotidianas
y llevaban una vida muy sencilla cuando no estaban de viaje y se encontraban en
la Casa Blanca (cenaban ligero y se acostaban pronto, sobre todo porque al
presidente le gustaba madrugar y empezar a trabajar temprano).
Eleanor la percepción de que la visita de Churchill y su
séquito iba a ser larga y molesta (y más en unas fechas tan señaladas, las
cuales prefería celebrar de manera recogida y religiosa), pero sobre todo sabía
que trastocaría por completo los horarios y rutinas de su esposo.
[Relacionado: Cuando Churchill, en plena Ley Seca, pudo beber
alcohol en EEUU por prescripción médica]
Y es que la intuición de la Primera Dama no falló y no
satisfechos con las largas reuniones políticas que mantenían el líder norteamericano
y su homólogo británico, seguían hablando hasta horas intempestivas, en las que
Churchill bebía y fumaba de manera descontrolada, además de tener la molesta
costumbre de pasearse de madrugada (cuando el resto de huéspedes ya estaban
acostados) por las diferentes dependencias de la Casa Blanca, entrando en
despachos, alcobas o aquellas habitaciones
que llamaban su atención.
Pero la gota que colmó el vaso de la paciencia de Eleanor se
produjo la noche en la que Winston Churchill, ataviado con su pijama y puro en
mano, entró a las tres de la madrugada en el dormitorio del matrimonio Roosevelt
porque quería seguir hablando con Franklin.
El enfado de la Primera Dama, ante tal situación, fue tal
que convenció a su esposo para que se buscara otra residencia en la que alojar
a los invitados oficiales.
Tras la marcha de Churchill el 14 de enero de 1942, Eleanor
se puso manos a la obra en la busca de un lugar adecuado donde alojar a partir
de entonces a los ilustres huéspedes. El lugar escogido fue un edificio muy
cercano a la Casa Blanca, conocido como Blair House, y que en alguna ocasión
había servido para alojar a los nuevos presidentes de Estados Unidos la noche
antes de su toma de posesión o cuando se habían producido obras en la Casa
Blanca.
[Relacionado: Un puñado de curiosidades sobre la Casa Blanca
que quizás no sabías]
Tras casi un año de negociaciones el 20 de febrero de 1943 el
edificio Blair House pasaba a ser propiedad del Departamento de Estado de EEUU
por el módico precio de 175.000 dólares y tras una importante reforma (se
compraron posteriormente los edificios colindantes para ampliarlo), aquel lugar
se convirtió en la residencia oficial para los invitados ilustres del
Presidente y la Primera Dama.
Allí se han hospedado invitados tan ilustres como la reina
Isabel II de Inglaterra, el rey Juan Carlos I de España, Margaret Thatcher,
Vladimir Putin o Charles de Gaulle.
El edificio Blair House (al que algunos han calificado como ‘el hotel más exclusivo del mundo’)
tiene una curiosa historia tras de si desde que fue construida hace casi dos
siglos (en 1824), pero eso da para otro interesante y próximo post…
Fuentes de
consulta e imágenes: whitehousehistory / theatlantic / blairhouse
/ gsa.gov
/ Time
/ post-gazette.com
/ Wikimedia
commons
[Relacionado: La gran juerga de Churchill y Stalin]