Los médicos italianos que se inventaron una enfermedad falsa para engañar a los nazis y salvar la vida a judíos

De sobras conocido es el incondicional apoyo que brindó Benito Mussolini al Tercer Reich alemán durante la Segunda Guerra Mundial, poniendo a
disposición de Adolf Hitler la
Italia fascista. Pero a mediados de 1943 todo cambió para el Duce, al ordenar
el rey Víctor Manuel III su
destitución como Presidente del Consejo de Ministro por Pietro Badoglio, a quien el monarca encargaría que iniciara conversaciones con las Fuerzas Aliadas con
el fin de firmar un armisticio
que sacase al país de conflicto bélico.

Pero mientras que en Lisboa los representantes del bloque
aliado y los italianos hablaban sobre cómo debía producirse la rendición
italiana, los nazis camparon libremente
por Italia
, teniendo una importante base de operaciones en Roma.

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Albert Kesselring
había sido nombrado Mariscal de campo y responsable principal de las
operaciones del Tercer Reich en el Mediterráneo. Por su parte Herbert Kappler ejercía como Jefe de la
policía y seguridad alemana en Italia y uno de sus cometidos era el localizar
espías infiltrados y, sobre todo, arrestar a judíos para trasladarlos al campo de concentración de Fossoli y
posteriormente a Auschwitz.

La inicial del apellido de estos dos represores nazis (Kesselring
y Kappler) se convirtió en esencial y en un guiño a la hora de dar nombre a una
falsa enfermedad con la que salvar la vida a docenas de judíos italianos: el ‘Síndrome K’.

Varios médicos católicos del Hospital Fatebenefratelli de Roma decidieron urdir un plan con el
que engañar a los nazis y poder esconder en sus instalaciones a un gran número
de personas que estaban siendo perseguidas por los nazis solo por el hecho de
ser judías y que sabían que, de ser atrapadas, acabarían encerradas en un campo
de concentración y cuyo triste destino sería, muy probablemente, el morir en la
cámara de gas por culpa del genocidio que se estaba llevando a cabo desde el
Tercer Reich y al que el fascismo tanto había ayudado.

Entre los médicos que idearon el plan se encontraban Adriano Ossicini y Giovanni Borromeo, quienes decidieron dar de alta como pacientes
del hospital a personas judías que no padecían dolencia alguna y a las que se
les diagnosticaba (falsamente) el mencionado Síndrome K.

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Instruían a estos falsos enfermos en cómo debían de actuar
para hacer evidentes unos síntomas que no tenían, debiendo simular
continuamente (las 24 horas del día) debido a que en el centro hospitalario
también trabajaba personal afín a los ideales fascistas y que podrían
denunciarlos a los nazis.

Los síntomas de esta
falsa patología serían muy similares al de la tuberculosis (enfermedad de Koch) que era muy común en aquella
época. Para saber quiénes eran los pacientes que realmente la padecían y quiénes
eran los falsos enfermos, a éstos últimos se les ponía en el historial médico
la anotación ‘Morbo di K’ (Síndrome K)
solo con la inicial K y a los verdaderamente enfermos ‘Morbo di Koch’ (Síndrome de Koch).

Convulsiones, mareos, vómitos, parálisis, demencia y
deterioro neurológico, además de ser altamente contagioso, es lo que el equipo
médico de Adriano Ossicini y Giovanni Borromeo decían a los nazis que visitaban
el Hospital Fatebenefratelli y cuando preguntaban sobre lo que padecían
aquellos pacientes que habían colocado aislados y en cuyo historial estaba
marcado como Síndrome K.

Se calcula que Ossicini y Borromeo, con esta maniobra
lograron salvar la vida de un centenar de judíos a los que ingresaron en el
hospital a lo largo de los nueve meses que duró la ocupación nazi de Roma
(hasta mayo de 1944).

Fuentes de consulta e imagen: mentalfloss
/ nowiknow
/ qz.com
/ Wikipedia

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