La fascinante vida de la intrépida Marie Marvingt (conocida como ‘la novia del peligro’)

La Historia está llena de mujeres valientes e intrépidas que
han llevado una vida fascinante y cuya existencia es prácticamente desconocida
para la mayoría de personas.

Mujeres que no suelen aparecer en los libros utilizados en
las escuelas, institutos o universidades y que, rara vez, son mencionadas en
los de Historia.

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En este blog, desde que comencé a escribirlo a principios de
2011, muchas han sido las entradas que he dedicado a explicar la vida de alguna
de esas semidesconocidas heroínas (quizá algún día me anime a reunirlas todas
en un libro).

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En esta ocasión quiero traer hasta el Cuaderno de Historias la fascinante vida de Marie Marvingt, una  intrépida
mujer que pasó a ser conocida como ‘la
novia del peligro’
(La fiancée du
danger
).

Nació el 20 de febrero de 1875 en Aurillac, una importante
ciudad del departamento de Cantal (en el centro de Francia), y su nombre completo
era Marie
Félicie Elisabeth Marvingt
.
Desde pequeña le atrajo todo aquello que estaba relacionado con el deporte, la
vida al aire libre y, sobre todo, el riesgo y competición. Según las crónicas,
con tan solo cinco años de edad ya era capaz de nadar cuatro mil metros en un
solo día.

Pero no solo fue una
ferviente apasionada de todo tipo de actividad física, también devoraba libros
de divulgación, interesándose sobre todo en los de ciencia y los de aventura.

A lo largo de su vida
compitió como atleta, nadadora, jugó al
golf, escaló, fue ciclista, boxeadora, esquiadora, patinadora, practicó la
esgrima, artes marciales, jugó al fútbol y al hockey, se le dio bien el tiro con
arma e incluso subió varias veces en globo
(a principios del siglo XX) y,
de hecho, está considerada como la primera mujer en pilotar un globo aerostático
(que tuvo lugar en 1909 cuando atravesó el Canal
de la Mancha
 montada en uno).

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Al igual que hizo tantísimas
cosas, también cabe destacar todas aquellas en las que no le dejaron participar
solo por el hecho de ser mujer. Entre ellas el famoso tour de Francia, en la
que no se admitía la participación de mujeres ciclistas.

A pesar de los contratiempos
y desplantes que recibía por parte de los organizadores de algunas competiciones
en las que pretendía participar, no cejó en su empeño de sentirse libre en
practicar todas aquellas disciplinas deportivas que llamaban su atención, entre
ellas el pilotar aviones.

Es por todo ello que, en
1910, fue reconocido su mérito deportivo por la Académie des Sports (institución creada en Francia cinco años
antes) y que le concedió a Marie Marvingt la ‘Medalla de Oro por todos los deportes’, siendo esa la única
ocasión de la Historia que dicha distinción ha sido entregada a un deportista
(hombre o mujer).

Su perfecto manejo de los aviones y la pericia que tenía para
pilotarlos le facilitaron las cosas para montar un servicio de ambulancias
aéreas en colaboración con el gobierno francés y la Cruz Roja.

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En 1914, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando contaba con 39 años de edad, decidió que
tenía que hacer algo por su país y se empeñó en ir al frente a luchar. Para
ello se travistió con un uniforme de soldado pero no tardó en ser descubierta y
se le aplicó la prohibición de que una mujer perteneciese al ejército francés.

De todos modos consiguió un puesto de enfermera y no tardó
en ponerse al frente del servicio de auxilio aéreo. Su buen manejo de los
aviones hizo que en 1915 se le autorizara participar en la Gran Guerra,
pilotando un avión de combate con el que bombardeó líneas enemigas alemanas
(está considerada como la primera mujer piloto de combate).

Si hubiese nacido un siglo más tarde, hoy en día estaría
considerada como la mejor deportista de todos los tiempos y numerosísimas
serían  las referencias sobre su vida que
aparecerían en los libros de Historia.

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Cabe destacar que en 1955, unos años antes de fallecer,
consiguió cumplir un sueño: volar en un caza de la Fuerza Aérea de los
Estados Unidos (aunque no lo pilotó ella, evidentemente, debido a que tenía por
aquel entonces 80 años recién cumplidos) y, además, aquel mismo año empezó a
tomar clases para sacarse la licencia de piloto de helicóptero.

Su último gran hito (con 86 años de edad) fue recorrer en
bicicleta el trayecto  de 300 kilómetros
que separan la población de Nancy de París.

Falleció el 14 de diciembre de 1963 a la edad de 88 años y a partir de entonces muchos fueron los homenajes que se le rindieron (aquellos
que no se le hicieron estando con vida) y muchos son los lugares en Francia
donde se puede encontrar alguna calle, plaza, escuela o edificio que lleve el
nombre de Marie Marvingt, pero a pesar de ello sigue siendo un personaje
semidesconocido para el gran público. Lo que aquí he relatado es tan solo una
pequeña pincelada de las innumerables cosas que llegó a realizar esta gran
mujer.

Fuentes de consulta e imágenes: mujeresenlahistoria
/ documentalium
/ alpoma / monash

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