El hombre que se atrevió a plantar cara al lobby del tabaco en los Estados Unidos

A principios de la década de 1980 el número de
estadounidenses que eran considerados como fumadores
activos
superaba el 33% de la población, doblándose ese porcentaje si contamos
a los ‘pasivos’ (aquellas personas
que sin fumar respiran diariamente el humo de los fumadores con los que
conviven).

El tabaquismo era algo que estaba instalado en la sociedad y
se tenía como un acto que muchos se atrevían a calificar como de
saludable. Las campañas publicitarias
hasta entonces mostraban personas felices fumando y en infinidad de
carteles aparecían niños e incluso médicos, como si de una recomendación
saludable se tratara.

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Los rostros más famosos del cine y la televisión anunciaban
marcas de cigarrillos (y recordados son muchos de esos personajes que acabaron
falleciendo de cáncer de pulmón a causa de su tabaquismo).

El tabaco y su incidencia
directa con la salud era algo que, casi, nadie se había atrevido a tocar (sobre
todo por el multimillonario negocio que había alrededor de él).

Habitual era ver hasta entonces en cualquier filme o
programa de televisión fumar a quienes aparecían y el hábito de fumar estaba
instalado prácticamente en todos los hogares estadounidenses en el que alguno
(normalmente todos los adultos) eran fumadores.

En 1982, un año después de tomar posesión como 40º
Presidente de los Estados Unidos, Ronald
Reagan
nombró a Charles Everett Koop
como responsable máximo del Departamento de Salud Pública  de la nación (cargo conocido en inglés con el
término Surgeon General’).

El doctor Everett Koop tenía una dilatada carrera como
cirujano médico y pediatra, siendo responsable entre 1946 y 1981 del hospital
infantil de Filadelfia, donde había puesto en marcha grandes avances de cara al
cuidado y vigilancia neonatal.

El presidente Reagan le dio el encargo de mejorar la salud
de los estadounidenses y Everett Koop se lo tomó muy en serio, batallando y
enfrentándose a un gran número de enemigos que le salieron y criticaron sus
informes.

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Una de las mayores preocupaciones fue el SIDA, el cual fue especialmente cruento
durante aquella década en la que todo lo relacionado con el VIH era prácticamente
desconocido. Everett Koop se negó a que se realizara un censo de estadounidenses
homosexuales tal y como exigían muchos colectivos, ya que sabía que de ese modo
serían estigmatizados y señalados. Ello le costó innumerables críticas e
incluso se le tachó de ‘filogay’.

Pero, además del SIDA, otra de las grandes preocupaciones
del responsable de Salud Pública de Estados Unidos fue el alto índice de
consumo de tabaco por parte de los ciudadanos, haciendo público un
controvertido y polémico informe en el que llegó a señalar que las propiedades
adictivas de la nicotina eran comparables con las de la cocaína o la heroína y atreviéndose
a asegurar que el tabaco era una peligrosa droga y, por tanto, los fumadores
enfermos drogodependientes.

Las declaraciones de Charles Everett Koop provocaron un gran
revuelo. La hasta entonces ‘intocable’ industria tabaquera se puso en pie de
guerra y los responsables de las principales empresas exigieron al presidente
Reagan que lo destituyese como Surgeon General.

Los informes de Everett Koop sirvieron para
concienciar a parte de la población. Al dejar su cargo en 1989 el número de
fumadores en EEUU había descendido al 26%, lo cual era bastante significativo.
Los profesionales de la salud dejaron de ver con buenos ojos el consumo de
tabaco, desaconsejándolo totalmente e incluso se comenzaron a emitir sentencias
en contra de algunas empresas tabaqueras tras presentarse algunas demanda
contra estas por parte de fumadores que habían enfermado (problemas cardiorrespiratorios
y cáncer) tras no haber sido advertidos de los riesgos que corría la salud por
el consumo de tabaco.

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Charles Everett Koop puso la primera piedra en lo que hoy en
día ya es una realidad: una sociedad concienciada en que el tabaco mata,
prohibiéndose fumar en lugares públicos, establecimientos, no permitiendo su
venta a menores y no apareciendo imágenes de tabaco o fumadores en la mayoría
de películas y series de televisión (solo en aquellas en las que es
estrictamente necesario por la trama y tras haberse solicitado un permiso
especial a las autoridades).

A pesar de su gran, aunque controvertida, labor (no solo
hizo grandes cosas por la lucha contra el tabaquismo o la detección del SIDA,
sino también fue muy polémico su informe sobre la necesidad de legislar el
aborto) fue sustituido de su cargo al frente del Departamento de Salud Pública
de los EEUU en octubre de 1989. Reagan (tras dos mandatos legislativos) dejó la
presidencia en enero de ese año y su predecesor en la Casa Blanca, George H. W. Bush, nombró a James Ostermann Mason como nuevo  Surgeon General, cargo en el que tan solo
estuvo cinco meses (hasta marzo de 1990).

Fuente de la imagen: nlm.nih.gov