Juan Vigón, el militar leal a Alfonso XIII que fue clave para que Franco firmara un pacto de aperturismo con EEUU

El verano de 1953 fue clave para lograr que España dejara de estar aislada del resto del planeta
(debido a la dictadura ejercida por Franco) gracias a una serie de acuerdos que
se firmaron con la Iglesia Católica (conocido como ‘Concordato entre el Estado Español y la Santa Sede’) y con los
Estados Unidos (cediéndole al gobierno estadounidense terrenos para instalar
cuatro bases militares). Dichos acuerdos fueron conocidos como ‘Pactos de Madrid’ y su rúbrica final
tuvo lugar en la capital española el 23 de septiembre.

Estos acuerdos permitieron a España salir del aislamiento
político, además de recibir una importante inyección de liquidez económica por
parte de una de las naciones más ricas y poderosas del planeta, gracias al buen
entendimiento que hubo con el mandatario estadounidense Dwight D. Eisenhower, quien había tomado posesión del cargo en
enero de aquel mismo año. Recordado era todavía el desplante que la anterior administración
estadounidense (del presidente Harry S. Truman) había hecho contra los
intereses españoles durante la ejecución del ‘Plan Marshall’ (entre 1948 y 1951) en el que había invertido en
Europa alrededor de catorce mil millones de dólares en ayudas tras la IIGM.

La llegada del nuevo mandatario había facilitado las cosas
para tender un puente de entendimiento entre ambas naciones con el fin de que
Franco consiguiera dejar de estar aislado y tener un aliado de primer nivel.

Pero la consecución de la firma de los Pactos de Madrid no
había sido mérito del dictador sino de Juan
Vigón Suero-Díaz
, un militar ya retirado que fue clave en todas las
conversaciones y reuniones y para que todo ello llegase a buen puerto.

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Vigón, que por aquel entonces contaba con 73 años de edad,
tenía tras de si una larga y prolífica carrera, tanto en el mundo militar como
gubernamental. A pesar del apoyo incondicional que ofreció a Franco, desde el
momento en que éste encabezó la sublevación
militar contra la II República
, era un acérrimo monárquico y uno de los
hombres que más intentó convencer al dictador de la conveniencia de volver a
instaurar la monarquía en España.

De hecho, en noviembre de 1921, Juan Vigón, siendo ya
comandante del Estado Mayor, fue nombrado ayudante
del rey Alfonso XIII y consejero del Reino
y,  entre 1925 y 1930, tras ascender por antigüedad
a teniente coronel, recibió el encargo de hacerse
cargo de la educación de los hijos varones del monarca
, el del Príncipe de
Asturias Alfonso y los Infantes  Jaime, Juan
y Gonzalo (desde junio de 1930 hasta abril de 1931 solo fue profesor de Juan
Gonzalo, todavía menores de edad).

La proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931,
provocó la abdicación del rey y la marcha de la Familia Real a Suiza. Juan Vigón,
leal a la monarquía, solicitó el retiro profesional (al haber cumplido ya los
50 años de edad  y más de 30 de servicio)
y tal y como se le concedió se trasladó a pasar cuatro meses en el país
helvético junto al monarca y su familia.

A su regreso a España
se le solicitó en alguna ocasión la reincorporación o colaboración con el
ejército (concretamente en 1934 durante la conocida ‘Revolución de Asturias’) y en 1936, tras el triunfo electoral del
Frente Popular decidió migrar con su familia hacia Argentina. Ese mismo año,
tras el golpe militar de julio que daría
origen a la Guerra Civil
, Juan Vigón decidió regresar y ponerse a
disposición del bando golpista, siendo nombrado Jefe del Estado Mayor. A partir de ahí su colaboración y fidelidad
a Franco fue absoluta.

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Esta lealtad hizo que en junio de 1940 fuese designado
ministro del Aire (el departamento ministerial encargado de la aviación civil y
militar en España durante la dictadura franquista) y ocupó dicho cargo a lo
largo de cinco años, que fueron los que duró la IIGM, siendo uno de los principales interlocutores entre
España y el Tercer Reich
(llegó a entrevistarse con Hitler).

Leal al régimen dictatorial, Juan Vigón también lo era a la
monarquía, algo que hizo que intentara convencer a Franco de la conveniencia de
restaurar en España la figura del rey. Aunque el dictador era partidario de
ello, en aquellos momentos se encontraba en una burbuja de poder como caudillo
y, por tanto, decidió que la monarquía no sería reinstaurada en el país hasta
después de su fallecimiento, dejándolo así establecido en la Ley de Sucesión en la Jefatura del
Estado’
que entró en
vigor el 26 de julio de 1947.

La cercanía
de Juan Vigón con el dictador le proporcionó cargos relevantes, que aunque a
primera vista parecían no ser tan importantes como un ministerio sí que le
facultaba un gran poder dentro del gobierno y la toma de decisiones. Procurador en Cortes, jefe del Alto Estado
Mayor, presidente de la Junta de Energía Nuclear
(ante el deseo de Franco
de que España tuviera su propia bomba atómica) y presidente del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica se iban
sumando a la larga lista cargos que ocupaba al mismo tiempo, siendo designado
para encabezar la delegación española que debía reunirse con la estadounidense
de cara a los Pactos de Madrid de 1953.

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Fue tal el
nivel de control que Vigón tuvo en dichas conversaciones que llegó a convertiré
en el principal interlocutor español, por encima del entonces ministro de
Asuntos Exteriores, Alberto
Martín-Artajo
(a quien Franco encomendó que se centrara en el Concordato
con la Santa Sede).

Gracias a
aquellos acuerdos, España dejó de estar aislada internacionalmente (como los
anteriores catorce años) y a cambio cedió parte del territorio nacional para
que los estadounidenses montaran sus ansiadas bases militares y controlasen
desde ellas el sur de Europa, norte de África y el mediterráneo occidental.

Fuentes de la
imagen: Wikimedia
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