Gloria y decadencia del Hotel Grossinger’s Catskill Resort

A 160 km al noroeste de la ciudad de Nueva York se encuentran las montañas de Catskill, un lugar donde actualmente reúne un gran número de complejos vacacionales y hoteleros de todo el Estado, famoso por sus magníficos y frondosos paisajes, siendo en temporada de invierno uno de los lugares preferidos para ir a esquiar y realizar todo tipo de actividades que tengan que ver con la nieve.

La fama del lugar se adquirió recién inaugurado el siglo XX, en el que el matrimonio compuesto por Asher Selig y Malke Grossinger se trasladó junto a su pequeña hija Jennie a vivir en plena naturaleza.

Eran emigrantes austriacos en busca de una oportunidad con la que prosperar en su nueva tierra de acogida, para ello escogieron la región del las montañas de Catskill, las cuales les recordaba al país transalpino del que eran originarios.

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Adquirieron una pequeña casa de montaña a la que bautizaron como Longbrook House y la convirtieron en un acogedor refugio donde se alquilaban habitaciones por días a aquellos que viajaban hasta allí para disfrutar de la naturaleza y sobre todo de la nieve. La popularidad del negocio pronto comenzó a ser rentable, convirtiéndose en un lugar de paso casi obligatorio cada vez para más personas. Asher Selig se ocupaba de dirigir este pequeño hotel, mientras Malke cocinaba deliciosos platos.

El Grossinger’s Catskill Resort Hotel fue el primer lugar del mundo donde en 1952 se utilizó un cañon de nieve 

En 1919, Jennie Grossinger, que ya contaba por entonces con 29 años de edad, se puso al frente del negocio familiar, adquiriendo una propiedad mucho mayor y que daba hospedaje a un mayor número de huéspedes.

Las siguientes tres décadas fueron determinantes para el crecimiento de aquel lugar, llegando a ocupar un área de cinco kilómetros cuadrados, que contaba con 35 edificios que ofrecían alojamiento a alrededor de 150.000 visitantes que se acercaban cada año hasta allí para pasar sus vacaciones.

La pequeña casa de huéspedes familiar acabó convirtiéndose en el Grossinger’s Catskill Resort Hotel, un espectacular complejo que contaba entre otras muchas cosas con pistas de esquí, piscinas olímpicas, gimnasios con todo tipo de máquinas, cuadras con numerosos caballos para practicar la hípica o una pista de aterrizaje para aviones privados. Allí se daba cita lo más exclusivo de la alta sociedad neoyorquina, los artistas hollywoodienses de moda y famosos deportistas, como el boxeador Rocky Marciano, quien iba a entrenar al complejo deportivo cada vez que tenía un importante combate.

La piscina llena de galmour del exclusivo hotel Grossinger en 1967 (abandonednyc)

Las pistas de esquí se convirtieron en uno de los reclamos del cada vez más famoso resort Grossinger, hasta tal punto que se decidió aprovechar esa fama para seguir recibiendo esquiadores durante todo el año, por lo que en 1952 aquel lugar marcó un hito, convirtiéndose en el primer lugar de todo el planeta en el que se utilizó nieve artificial. Algo que propició el poder tener abiertas las pistas de esquí incluso fuera de temporada.

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Pero toda la gloria con la que contó el hotel durante un buen número de décadas comenzó a caer en picado a raíz del fallecimiento en 1972 de Jennie Grossinger, cuando ya contaba 81 años de edad.

Sus herederos no supieron gestionar del mismo modo aquel complejo y exitoso lugar, apagándose poco a poco la chispa que lo hacía diferente y exclusivo.

El total abandono actual de la piscina del hotel Grossinger (Flickr)

Quisieron probar nuevas cosas para atraer un tipo de clientela diferente, menos exclusiva pero que también podría dejar una buena suma de dinero por pasar sus vacaciones allí, resultando ser un fiasco; por lo que se quedó paulatinamente sin su selecta y habitual clientela que durante tantos años había acudido a pasar largas temporadas, ni supo atrapar a nuevos turistas.

Ya en plena decadencia del negocio y como último intento de hacerlo aflorar, en 1984 aprovecharon las enormes instalaciones con las que contaban para celebrar un macroconcierto rememorando el 15º aniversario del famoso Festival de Woodstock (1969), siendo nuevamente un auténtico fracaso que dejó un importantísimo agujero económico en las arcas del negocio, lo cual obligó a los descendientes de la familia Grossinger a vender todas las propiedades tras entrar en bancarrota.

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Vista aérea de lo que queda en pie del Grossinger’s Catskill Resort Hotel (Flickr)El nuevo inversor tan solo aprovechó y dio utilidad a unas pocas áreas del complejo (algunas pistas de esquí o campos de golf) dejando abandonadas la mayor parte de las instalaciones y edificios que se han convertido en refugio de numerosos sin techo o toxicómanos que viven entre las ruinas de lo que en su día fue uno de los complejos hoteleros más importantes de la Costa Este de los Estados Unidos.

En los siguientes enlaces podréis ver un par de asombrosas galerías fotográficas sobre el estado de abandono actual del Grossinger’s Catskill Resort Hotel: Adwheelerphotography y Flickr

Por último, cabe destacar que son muchas las fuentes que indican que aquel lugar fue el que sirvió de inspiración para escribir el guión y describir el complejo vacacional que aparece en la película ‘Dirty dancing’ estrenada en 1987, justo un año después del cierre del hotel.

Fuentes: joe4speed / catskillarchive