Infinidad han sido las operaciones secretas llevadas a cabo
durante las cinco décadas en las que duró la Guerra Fría y con las que uno y otro bloque se estuvieron espiando.
Para ello se utilizó a miles de espías, dándose multitud de ocasiones en las
que un mismo agente trabajó para ambos bandos.
En 1955 el MI6 envió
a Berlín a uno de sus agentes con la intención de que éste descubriese si en Alemania
Oriental había topos trabajando para los soviéticos. Lo que
desconocían los propios dirigentes de la agencia de inteligencia británica es
que el hombre encomendado para tal misión era en realidad un agente doble cuyo
nombre era George Blake.
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En su nuevo destino, Brake mantuvo contactos con miembros de
la CIA y el MI6 y, sin que éstos se
enteraran de nada, estuvo pasando información a los comunistas.
Entre dicha información se encontraba un estratégico plan,
bautizado como ‘Operation Gold’, que
consistía en un túnel de cerca de medio kilómetro de largo (exactamente 454
metros) que se cavó bajo suelo berlinés (desde el sector estadounidense hasta
el soviético) y en donde se montó toda una infraestructura desde la que se
intervendrían las comunicaciones telefónicas mantenidas entre dirigentes, diplomáticos, militares y
políticos de la República Democrática Alemana
y la Unión Soviética.
El túnel se puso en funcionamiento en mayo de 1955 (aunque
el proyecto de construcción llevaba en marcha desde hacía cuatro años). George
Brake había podido asistir a alguna reunión entre miembros de las agencias de
inteligencia británica y estadounidense y pudo enterarse de la puesta en marcha
del túnel, informando desde el primer momento a la KGB.
Pero los soviéticos, con el fin de no poner al descubierto a
su agente doble, prefirieron dejar que funcionase e interceptaran sus
conversaciones. Conocedores de que eran escuchados, la mayoría de los temas de los
que hablaban (en aquellos lugares que estaban ‘pinchados’) eran intrascendentes
e incluso daban pistas falsas con la intención de que británicos y norteamericanos
creyeran que no tenían malas intenciones.
A lo largo de los siguientes meses fueron grabadas más de cuatrocientas
mil conversaciones telefónicas (algunas
fuentes apuntan que podrían haber llegado hasta un millón) que posteriormente eran
escuchadas y analizadas por expertos en Londres y Washington.
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Los soviéticos solo lo dejaron funcionar once meses y
trazaron un plan para desenmascarar la operación británico-americana y dejar al
descubierto el túnel construido por la CIA y el MI6: el 21 de abril de 1956 se
presentaron, por el extremo oriental del túnel, docenas de soldados de la RDA y
la URSS a los que acompañaban un buen número de periodistas de los principales periódicos
de Europa.
De esta manera se puso al descubierto el plan de espionaje puesto
en marcha por británicos y estadounidenses.
Lo que no se dio a conocer es que los soviéticos conocían
desde el primer momento la existencia del túnel y que se dejaron espiar durante
casi un año con el fin de quedar después como las víctimas en el momento de que
el asunto se destapase.
Fuentes de consulta: slate / cia.gov
/ coldwar /
espionageinfo
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