Los expertos aseguran que la vanidad es algo que, en un momento u otro, nos puede afectar a
todos los seres humanos. Todos tenemos un punto en el que, en mayor o menor
medida, deseamos que nuestros gestos y cosas que hacemos sean reconocidos por
los demás. Incluso algunos actos de generosidad y altruismo (como puede ser una
donación) acaban siendo conocidas públicamente con el fin de tener un reconocimiento.
Por tal motivo, el cerebro de uno de los robos perpetrados
en Francia en 1976 y que se consideró como ‘el
golpe del siglo’ durante muchísimo tiempo, fue descubierto tras cuatro
décadas por un torpe acto de vanidad de quien lo había organizado con el fin de
poder fanfarronear y sentirse públicamente orgulloso de lo realizado casi
cuarenta años atrás.
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En 2010 se publicaba en Francia, y bajo el seudónimo de
‘Amigo’, el libro ‘La verdad sobre el
caso de Niza’ en el que se relataba cómo se planeó y organizó uno de los
robos más espectaculares que se habían realizado en suelo francés,
concretamente a la entidad financiera ‘Société
Générale’ de Niza el fin de semana del 16 al 18 de julio de 1976.
Los ladrones consiguieron llevarse un botín de alrededor de 30
millones de euros (evidentemente en la moneda de aquel momento en el país y que
su equivalente era de 46 millones de francos franceses) y lo hicieron
accediendo a la entidad a través de un túnel subterráneo que hicieron en la red
de alcantarillas de la ciudad.
A lo largo de aquel fin de semana no solo vaciaron las cajas
de seguridad del interior, sino que lo hicieron con toda la calma del mundo y
de forma meticulosa. Una de las cosas que más llamó la atención de las
autoridades (y que posteriormente la prensa utilizó para sus titulares) fue la
inscripción que dejaron los atracadores en una de las paredes: ‘Sin armas, sin violencia y sin odio’ (Ni
armes, ni violence et sans haine).
Tres meses después del robo la policía francesa detenían al
primer sospechoso: Albert Spaggiari,
a quien se le acusa de ser el cerebro de la operación y sobre quien caen todas
las sospechas.
En este punto de la historia los expertos están divididos
sobre si Albert Spaggiari fue apresado por culpa de una torpeza suya (o acierto
de la gendarmería que llevaba la investigación) o bien se dejó cazar
voluntariamente para realizar otro acto prodigioso: saltar por la ventana y
escaparse de la sala del tribunal que lo iba a juzgar.
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Tras su huida nunca pudieron atraparlo y se supo que había
estado en varios países (sobre todo sudamericanos). Según se supo
posteriormente, falleció en 1989 a causa de un cáncer de garganta.
A lo largo de casi cuatro décadas muchísimas fueron las incógnitas
alrededor del ‘golpe del siglo’: ¿dónde fueron a parar los millones robados? ¿quiénes
formaban parte de ese espectacular robo? ¿cómo se ideó y llevó a cabo?… Todas
las pistas habían apuntado hacia Albert Spaggiari como principal cerebro de la
operación, pero todo cambió a partir de 2010 cuando apareció en el mercado
editorial un libro titulado ‘La verdad
sobre el caso de Niza’ y cuyo autor utilizaba el seudónimo ‘Amigo’.
En él se explicaba todo tipo de detalles (algunos solo
conocidos por los policías que tomaron parte en la investigación) por lo que se
dio como buena toda la información que el libro contenía. Lo que faltaba por
conocer era la identidad del autor que, bajo aquel apodo, escondía al verdadero
cerebro del robo.
Si Spaggiari llevaba once años muertos y no se trataba de un
libro póstumo ¿Quién lo había escrito? Se barajaron muchas hipótesis pero
finalmente fue el propio autor quien, en un gesto de fanfarronería y vanidad,
se delató.
Jacques Cassandri,
un viejo conocido de la policía por estar vinculado
a la mafia marsellesa, alardeó delante de un grupo de conocidos de ser el
autor del libro y, por tanto, el cerebro del ‘golpe del siglo’.
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Se ha tardado un tiempo en poder detener a Cassandri y a
pesar de que no se le puede acusar del delito de robo por haber prescrito, sí
que han logrado acusarlo de blanqueo de dinero (procedente de ese impresionante
golpe) el cual estuvo ‘lavando’ a lo largo de todos estos años trascurridos a
través de compra de inmuebles e inversiones en negocios que no ha podido
demostrar de dónde provenía.
Un acto de vanidad que, a sus 74 años de edad, lleva a
prisión a un tipo que ideó el golpe perfecto cometido en Francia pero que no
pudo soportar que nadie conociera que él había sido el genio que lo planeó
cuatro décadas atrás.
Fuente de la imagen: autochtonisme