El publicista que se hizo inmensamente famoso gracias a los engaños que montó para sus campañas
El nombre de Harry Reichenbach figura citado en numerosos libros dedicados al marketing y la publicidad y en los que se señala a este controvertido personaje como uno de los más importantes y eficaces publicistas de la historia, pero al mismo tiempo también se le señala como el embaucador y manipulador más grande que ha tenido dicha profesión.
Y es que Harry Reichenbach no dejó indiferente a nadie, consiguiendo importantísimas campañas publicitarias de su época (primer tercio del siglo XX) y convirtiéndose en uno de los profesionales que estuvo detrás del lanzamiento al estrellato de algunas de las más famosas estrellas de Hollywood (por aquel entonces Hollywoodland) en la ‘Era dorada del cine mudo’.
Con apenas 30 años de edad ya estaba desempeñando como director de publicidad de algunas de las compañías cinematográficas más importantes del momento, encargándole que convirtiera en éxitos algunos filmes que estaban condenados al fracaso.
Este ‘rey Midas’ de la publicidad no reparaba en utilizar cualquier estratagema con el fin de convencer a los consumidores que un producto, película o cualquier otra cosa era de gran calidad e incluso se las ingeniaba de cualquier manera para llamar la atención tanto de prensa como de público.
Muchos son los momentos memorables en la carrera profesional de Harry Reichenbach, quien falleció relativamente joven en 1931, a los 49 años de edad, pero que dejó tras de sí un buen número de campañas que habían triunfado mediante el engaño o la publicidad sensacionalista.
Por ejemplo, tras el éxito de la primera película de ‘Tarzán’, en 1918, se rodaron una serie de secuelas que estaban encaminadas al más rotundo de los fracasos comerciales. Para realizar una llamada de atención a los medios periodísticos y espectadores en general, a Harry Reichenbach se le ocurrió enviar a un actor contratado por él a hospedarse en un hotel. Portaba consigo una caja de grandes dimensiones que tuvo que ser transportada hasta la habitación por varios trabajadores del establecimiento y acto seguido el huésped pidió una gran cantidad de carne cruda, algo que dejó extrañados al servicio de habitaciones.
Pero lo más sorprendente fue unos fuertes rugidos que empezaron a escucharse en aquella habitación y tras acudir los responsables de seguridad del hotel descubrieron perplejos que allí había un león que había llevado consigo el huésped. Este explicó a la policía (y prensa que se acercó hasta el establecimiento tras enterarse del suceso) que había llegado a la ciudad para asistir a la premier de la película de Tarzán, de quien era un gran admirador. Esta noticia apareció en la portada de los principales periódicos y el estreno del filme se convirtió en todo un éxito de taquilla.
Uno de los engaños publicitarios que Harry Reichenbach realizó en los inicios de su carrera fue a propósito de ayudar en su negocio a una anciana conocida suya que tenía un humilde negocio y en el que no entraban apenas clientes. Al publicista se le ocurrió colocar una pecera en el escaparate, llena de agua y sin ningún pez dentro, pero al lado había un cartel que ponía ‘pez invisible brasileño’. Alrededor del escaparate se reunieron multitud de personas que observaban la pecera y si por casualidad el agua hacía alguna onda (causada por ejemplo por una vibración al pasar un auto o al abrir o cerrarse la puerta del local) la gente allí reunía creía que se trataba del movimiento del supuesto pez. Esto provocó que muchos fuesen los nuevos clientes que entraron en el establecimiento.
Reichenbach también trabajó en la costa Este de los Estados Unidos, concretamente en Nueva York, y allí llevó a cabo otro de sus legendarios engaños. Esta vez contratado por el ‘Hammerstein’s Roof Garden’ un local de variedades situado en el tejado del Victoria Theatre en Broadway y en el que se ofrecía un singular espectáculo que era realizado por voluntarios (tras haber pagado su correspondiente entrada) y por el cual recibirían la cantidad de mil dólares (una fortuna en la época) si alguno de ellos conseguía hacer reír a una mujer que estaba sentada en el centro del escenario.
Noche tras noche desfilaban por allí todo tipo de cómicos, actores e incluso particulares que durante el tiempo establecido se dedicaban a explicar todo tipo de chistes, hacer gesticulaciones o aquello que se les ocurría con el fin de lograr arrancar una sonrisa a aquella mujer, conocida como ‘Sober Sue’, aunque realmente se llamaba ‘Susan Kelly’.
Nadie lo logró y los Hammerstein (gerentes del local) se embolsaron una buena suma de dinero de las entradas que consiguieron vender a todos aquellos que lo intentaron.
El engaño estuvo en que aquella mujer sufría de una enfermedad que consistía en una parálisis facial conocida como ‘síndrome de Möbius’, la cual afectaba la musculatura de la mandíbula de Susan Kelly y provocaba que ésta no pudiese gesticular sonrisa alguna.
Tras descubrirse el engaño por parte de los Hammerstein, ideado por Harry Reichenbach, estos fueron denunciados ante la justicia y un juez de la Corte Suprema de Nueva York dictó una orden prohibiendo dicha actuación en aquel teatro.
Durante su etapa como director de publicidad de algunas compañías cinematográficas de Hollywood varias fueron las ocasiones en las que organizó la desaparición o supuesto secuestro de alguna de las estrellas que estaban a punto de estrenar una película, con el fin de darle publicidad gratuita en los medios. Cabe destacar que en este asunto llegó a intervenir incluso el mismísimo presidente de los EEUU, Woodrow Wilson, quien llegó a escribir a Harry Reichenbach para que dejase dicha práctica de engaño publicitario.
Los libros sobre la vida y obra de Harry Reichenbach explican docenas de casos en los que este publicista acabase siendo conocido como el embaucador y manipulador más grande que ha tenido dicha profesión.
Fuente de la imagen: Hemeroteca del Oakland Tribune
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