El prestigioso ginecólogo que consiguió grandes avances médicos experimentando cruelmente con esclavas negras

El 17 de abril de 2018 operarios del ayuntamiento de la
ciudad de Nueva York se dirigieron hacia Central Park y desmontaron de su pedestal la estatua del prestigioso ginecólogo James
Marion Sims
(denominado comúnmente como ‘padre de la ginecología moderna’), para trasladarla a otra
ubicación (el cementerio Green-Wood, en Brooklyn, donde se encuentra enterrado
desde 1883).

Aquel traslado había sido autorizado e impulsado por el
propio alcalde de la ciudad, Bill de
Blasio
, como apoyo a las demandas de varios colectivos afroamericanos que llevaban
solicitando el retirar la estatua de
Sims desde hacía varias décadas
(tema que el propio alcalde ya había
gestionado durante los años en los que ejerció como ‘Defensor del Pueblo de la ciudad de Nueva York’ entre los años
2010 y 2013).

Se cerraba así un largo camino de demandas y reclamaciones
para que la ciudad (y el país en general) no luciese monumentos en lugares
públicos en honor a personajes que durante la Historia tuvieron un papel
fundamental contra los derechos humanos y, más concretamente, en contra del
colectivo afroamericano.

Antes de tomarse dicha decisión se había discutido
largamente sobre la conveniencia o no de retirar el monumento de uno de los
científicos más prestigiosos en la historia de la ginecología y hasta qué punto
los métodos utilizados por el médico eran censurables, ya que el fin conseguido
mediante sus crueles experimentos habían ayudado a millones de mujeres de todo
el planeta a lo largo del último siglo y medio.

Había una importante parte de la sociedad que defendía la
tesis de que no valía la pena echar por tierra el trabajo, carrera y reputación
de James Marion Sims por el hecho de
haber utilizado a once esclavas afroamericanas a las que operó sin anestesia ni
consentimiento si el resultado final fueron una serie de mejoras en el campo
ginecológico que se han aplicado desde entonces.

En el lado contrario se encontraban quienes señalaron al ginecólogo
de sádico supremacistas y sus prácticas
como aberrantes, crueles e inhumanas.

Nacido en el Estado de Carolina del Sur en 1813, James
Marion Sims ejerció como médico recién cumplidos los 23 años de edad y tras
sacarse, con bastante dificultad, el título. No había destacado por ser buen estudiante
ni tampoco lo hizo en sus primeros años de carrera profesional, en los que sus
primeros pacientes perdieron la vida.

Dos años después, en 1837, contrajo matrimonio y se trasladó
junto a su esposa al Estado de Alabama, donde se dedicó a ejercer la medicina
entre los propietarios de varias plantaciones, adquiriendo poco a poco una gran
experiencia y convirtiéndose en un reputado médico.

Con el tiempo se especializó en la cirugía ginecológica y
numerosas las esposas, madres, hijas o hermanas de los dueños de plantaciones a
las que atendió, fijándose que una de las dolencias más comunes de la mayoría
de ellas era la fístula vesicovaginal,
que consistía en un orificio que conectaba la vagina con la vejiga urinaria y
que solía producirse durante el parto, provocando incontinencia urinaria y
pérdida incontrolable de orina (a través del conducto de la vagina). Una
dolencia de la que apenas había conocimientos en la época (mediados del siglo
XIX) ni tratamiento médico.

Fue entre los años 1844 y 1849 cuando se le presentó la
oportunidad de poder experimentar y operar a varias esclavas negras que los
dueños de las plantaciones pusieron a su disposición y que padecían de la misma
dolencia.

Según consta en la mayoría de fuentes consultadas, fueron un
total de once las mujeres esclavas utilizadas, aunque se supone que podrían haber
sido bastantes más. De todas ellas solo ha trascendido el nombre de tres: Lucy, Betsy y Anarcha.

Con estas mujeres experimentó diferentes técnicas
quirúrgicas operándoles la fístula
vesicovaginal sin aplicarles ningún tipo de anestesia
. Algunos defensores
del médico indican que en aquella época no se usaba sustancias para aliviar o suprimir
el dolor durante las intervenciones, algo que es totalmente falso, ya que hay
numerosa información de la utilización del éter etílico en medicina a partir
del año 1842.

El modo en el que James Marion Sims operó a aquellas mujeres
esclavas, que habían sido prestadas por sus respectivos amos, era colocándolas
de rodillas sobre una mesa y reclinadas hacia adelante, apoyadas en sus codos. Mientras
que eran sujetadas por varios hombres (normalmente los capataces de la
plantaciones a las que pertenecían), para inmovilizarlas mientras el ginecólogo
procedía a intervenirlas.

En 1853 el doctor Sims se trasladó hasta Nueva York donde
abrió una consulta en la que atendía a las mujeres de la alta sociedad, adquiriendo
una gran fama. Hasta tal punto que, años después, durante un viaje que realizó
por Europa, atendió y operó de una
fístula a la mismísima Eugenia de Montijo, esposa del emperador de Francia,
Napoleón III
.

Un controvertido personaje que a pesar de haber sido uno de
los más grandes y prestigiosos ginecólogos del siglo XIX, que se comportó de
una manera poco ética y totalmente sádica con un grupo de mujeres sin tratarlas
con el respeto que merece cualquier ser humano, por el hecho de ser negras y
esclavas.

Sus métodos son tachados de crueles e inhumanos, a pesar de
que el beneficio de dichos experimentos se ha aplicado posteriormente a
millones de mujeres de todo el planeta.

Fuentes de
consulta e imagen: smithsonianmag / history / ncbi / nytimes / thevintagenews / colorlines / thestate / Wikimedia
commons

Más historias que te pueden interesar: