La tramposa táctica que utilizó George Washington para no tener que deshacerse de sus esclavos

Como bien es sabido, ‘Hecha
la ley, hecha la trampa’
, una famosísima expresión que se utiliza para
señalar aquellas artimañas que son utilizadas para saltarse algún tipo de norma
con el fin de no salir perjudicado por esta o sacar algún tipo de beneficio al
esquivarla.

Numerosísimos los casos en el que uno de esos tramposos ha
sido un personaje sumamente popular, siendo uno de ellos el
primer presidente de la Historia de los Estados Unidos, George Washington
,
quien se las ingenió para aprovecharse de unas lagunas legales para no tener
que deshacerse de los esclavos que le pertenecían y que por ley no podía
poseer.

A lo largo de su vida, tanto él como su familia, tuvieron
numerosos esclavos a su servicio. Siendo un niño de tan solo once años (y tras
el fallecimiento de su padre en 1743) heredó una decena, a lo largo de su vida
como adulto compró un buen número más e incluso y tras contraer matrimonio con
una viuda adinerada, llamada Martha
Dandridge Custis
, en 1759, su esposa aportó ochenta esclavos más.

Se calcula que el matrimonio Washington llegó a poseer
alrededor de 150 esclavos. La mayoría de ellos trabajando en la finca Mount Vernon (Estado de
Virginia), pero un buen número de estos fueron llevados con sus amos cuando
George Washington fue nombrado presidente de la nación en 1789.

La toma de posesión la realizó, el 30 de abril de 1789, en
el Federal Hall de Nueva York, debido
a que esta fue inicial y provisionalmente  la capital de los Estados Unidos hasta un año
después, que sería trasladada durante una década a Filadelfia (Pensilvania) y a donde George Washington se trasladó a vivir son su familia, llevándose
consigo al personal de servicio (esclavos).

Pero al llegar a Filadelfia en 1790 el presidente fue
advertido que estaba en vigor desde hacía diez años (aprobada el 1 de marzo de
1780) una ley para la abolición gradual
de la esclavitud
conocida como ‘Gradual
Abolition Act’
, por la cual, los esclavos que hubiesen cumplido 28 años de
edad, y cuyo propietario fuese residente habitual en cualquier población del
Estado de Pensilvania, recibirían la carta de libertad.

Otro punto importante de aquella ley (y que afectaba de
lleno al presidente) era el que indicaba que aquellos no residentes de forma
permanente en dicho Estado no podrían poseer ningún esclavo un tiempo mayor a seis
meses y, transcurrido ese periodo, el propietario debería liberarlo, sin tener
en cuenta la edad del sirviente.

En aquel momento ya se había aprobado que la capital del
país sería ubicada en el Distrito de Columbia
y sería llamada Georgetown
(posteriormente se cambió por Washington
DC
), por lo que George Washington, a pesar de ser el presidente de la
nación, no iba a poder saltarse dicha ley, debido a que Filadelfia no  se convertiría en su lugar de residencia fija
y, por tanto, transcurrido medio año debería de deshacerse de los esclavos que
se había llevado hasta allí, algo que no quería hacer.

Ahí fue cuando a George
Washington
se le ocurrió cómo esquivar dicha ley y no tener que prescindir
de sus esclavos (algunas fuentes indican que en realidad fue idea de Tobias Lear, su leal secretario
personal).

Con el fin de que no se le aplicara la ‘Gradual Abolition
Act’, el presidente y su esposa tenían con ellos solo los esclavos imprescindibles
para el servicio a lo largo de unos días menos antes de cumplir los seis meses.
Cumplido ese periodo estos eran enviados a la finca Mount Vernon (Estado de
Virginia) y otros esclavos serían mandados a Filadelfia desde allí para
sustituirlos. Trascurrido medio año volvería a hacerse de nuevo la misma
maniobra.

De ese modo, ninguno de los esclavos pertenecientes al
matrimonio Washington estuvo en el Estado de Pensilvania más de seis meses, por
lo que el presidente no tuvo que concederles la libertad.

Fuentes de consulta e imagen: nytimes
/ history
/ pbs
/ ushistory
/ mountvernon
/ Wikimedia
commons

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