Tres días antes de quitarse la vida en el Führerbunker, en el subsuelo de la Cancillería del Reich en Berlín, Adolf Hitler, ante el avance soviético
hacia la capital germana y tras enterarse de la traición de Heinrich Himmler (uno de sus más
allegados colaboradores), descolgó su teléfono y dio una de sus últimas
órdenes: apresad a Himmler y su camarilla
de traidores y traedlos hasta aquí.
Himmler no fue apresado, pero sí su mano derecha Hermann Fegelein, que
a su vez estaba emparentado con el propio Führer al ser el cuñado de Eva Braun. Fegelein fue capturado y
ejecutado en el mismo bunker en el que, pocas horas después, Hitler tomaría la decisión
de suicidarse junto a su esposa.
Lo acontecido posteriormente es ampliamente conocido: el
ejército soviético entró en Berlín, tomó el control de la ciudad y accedieron
hasta el interior del bunker y allí se encontraron con restos de haber sido calcinada la pareja (en el jardín), así como de gran número de documentos, material y
mobiliario.
[Te puede interesar
leer: Fotografías inéditas del búnker de
Hitler]
Tras los soldados soviéticos –que se dedicaron a destrozar y
desmantelar todo lo que pudieron- accedieron al Führerbunker otros militares,
de las fuerzas aliadas, británicas y estadounidenses, quienes intentaron
recuperar la máxima información y documentos relacionados con Hitler y el Tercer Reich.
Sobre el escritorio, en el despacho de Adolf Hitler, se
encontraba el teléfono con el que hasta pocos momentos antes de su muerte había
estado dando las oportunas instrucciones. Un aparato de color rojo y que
representaba el objeto con el que el Führer pudo haber dado las más terribles
órdenes de genocidio y asesinato.
El 5 de mayo de 1945, el mariscal de campo del ejército
británico, Bernard Law Montgomery, dio
instrucciones al general de brigada Ralph
Rayner de acceder al bunker en cuanto le fuera posible y evitar el ‘expolio
soviético’.
Rayner era un veterano y experimentado militar que desde
mediados de los años 30 era miembro del Parlamento Británico por el Partido
Conservador y que tras el inicio de la IIGM había decidido reincorporarse al
ejército.
Cuando llegó al bunker y tras los oportunos saludos con los
militares soviéticos, el mando que allí se encontraba decidió regalarle, como
recuerdo, un aparato de teléfono de color negro y que había pertenecido a Eva
Braun.
Pero el brigadier británico ya le había echado el ojo a otro
teléfono (de color rojo) sobre el escritorio y que había pertenecido al
mismísimo Hitler.
[Te puede interesar
leer: El origen del famoso ‘teléfono
rojo’ entre Washington y Moscú]
Ralph Rayner no quería guardar aquel artilugio como
recuerdo, todo lo contrario, decidió aceptar el regalo como si de un trofeo de
guerra se tratara, tal y como se venía haciendo desde la antigüedad con lo que
se conocía como ‘botín de guerra’.
Eso sí, el expolio que estaban haciendo entre todos los
militares allí presentes debía quedar como secreto y nadie (fuera de ellos) debería
enterarse de qué objetos se quedó cada uno, ya que muy posiblemente podrían
haber algunas represalias judiciales por parte de sus superiores.
Ralph Rayner se llevó el teléfono rojo de Hitler (junto a
una pequeña figurita de porcelana que representaba a un perro y que había sido
un regalo personal de Himmler al Führer).
El aparato se trataba de un teléfono de la marca Siemens, modelo W38, fabricado en 1943, por lo que tan solo fue utilizado por Hitler durante los dos últimos años, aunque su uso fue continuo y frecuente, debido a que no lo tenía fijo en el bunker, sino que lo enchufaba allí donde se encontrase, entre otros lugares en el cuartel militar conocido como ‘Wolfsschanze’ (la Guarida del Lobo) desde donde dio importantes y sangrientas órdenes.
En la parte trasera del teléfono (que estaba realizado en baquelita) estaba impresa
una ‘Reichsadler’ (el águila imperial heráldica utilizada en Alemania) sobre
la esvástica y el nombre de Adolf Hitler.
[Te puede interesar
leer: El corresponsal de guerra que escribió
una carta a su hijo desde el escritorio del Führer]
Se supone que fue con este mismo aparato con el que autorizó
el genocidio judío y asesinato de millones de personas, así como las órdenes
para llevar a cabo muchas de las operaciones.
Una vez en propiedad de Ralph Rayner, el teléfono rojo de
Hitler permaneció guardado durante muchas décadas en su palacete, conocido como
‘Ashcombe Tower’, situado en el
condado de Devon (suroeste de Inglaterra).
En la década de 1960 se supo que el teléfono estaba en poder de Rayner, quien intentó donarlo a algún museo de Historia, pero ninguno quiso cobijar esa reliquia en sus vitrinas.
Tras el fallecimiento de sir Ralph Rayner (se le concedieron
varios títulos) en 1977, el teléfono pasó a manos de su hijo Ranulf Rayner (que actualmente cuenta
con 82 años de edad) y que ha decidido subastarlo a través de la importante
empresa estadounidense Alexander Historical
Auctions.
Dicha subasta tendrá lugar el próximo domingo 19 de febrero
de 2017 con un precio de salida de 100.000 dólares.
ACTUALIZACIÓN 20/1/2017: El teléfono ha sido adquirido por el precio final de 243.000 dólares y la identidad del comprador ha permanecido anónima.
Fuentes de consulta e imágenes: Alexander Historical Auctions