El asesinato de un niño de cuatro años que se convirtió en el primer crimen mediático del siglo XIX

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Hoy en día estamos acostumbrados a que cualquier delito, por
intrascendente que sea, llegue a convertirse en una noticia viral y que la
prensa lo vuelva lo suficientemente mediático como para vender un gran número
de ejemplares o tener audiencias millonarias.

Pero hasta hace un par de siglos difícilmente aparecían
casos de crímenes en la prensa y cuando lo hacían era porque solía estar
involucrado algún personaje de cierta relevancia, aunque, en realidad, muchas
eran las veces en las que cuanto más famoso e importante era el culpable o la víctima
menos publicidad se le daba al asunto, ya que ciertos nombres eran ‘intocables’
por la prensa.

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Podríamos decir que el primer caso mediático (relacionado
con un crimen) en el que estaba involucrada una familia de clase alta y la
prensa hizo un seguimiento total del tema es el que se produjo a partir del 30
de junio de 1860, día en el que apareció sin vida el pequeño cuerpo de Francis Saville Kent, un niño de apenas
cuatro años que fue degollado en su propia casa.

Fue encontrado en el retrete (destinado para el personal de
servicio) en la mansión de Road Hill
(en el Condado de Wiltshire, al sudoeste de Inglaterra) por su cuidadora Elizabeth Gough, quien en un principio
fue señalada como la principal sospechosa y detenida.

Pero algo no le cuadraba a Jack Whicher, uno de los más flamantes y elogiados detectives con
que contaba Scotland Yard (creada un par de décadas
antes) quien llevaba tras de sí un buen número de casos resueltos eficazmente.

Desde el momento en el que le asignaron el caso, el inspector
Whicher tenía la ligera sospecha que Elizabeth Gough no tenía nada que ver con
el asesinato y que el criminal se encontraba realmente entre los miembros de la
distinguida familia Kent.

El hecho de que señalase directamente hacia Constance
Kent
, de 16 años de
edad, (hermanastra del pequeño asesinado) provocó un interés inusitado por
parte de la prensa inglesa que comenzó a informar sobre todas las pesquisas que
iba realizando el detective, además de enviar a casi una treintena de reporteros
que permanecieron, durante toda la investigación, merodeando por los
alrededores de Road Hill e incluso hubo quien llegó a colarse dentro de
la propiedad.

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A pesar de que las sospechas de Jack Whicher respecto a la
culpabilidad de Constance Kent eran
muchas, no hubo manera de demostrar que era la asesina (o que al menos estaba
directamente relacionada con el crimen), motivo por el que también quedó en
libertad.

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Durante aquellos días la
prensa se dividió en dos bloques: los que informaban sobre el crimen del
pequeño Francis y las investigaciones del inspector Whicher y por otro lado
la parte más conservadora de los rotativos que iniciaron una campaña en defensa
de la joven Constance, atacando duramente al detective.
Veían como un insulto para la clase alta que un simple detective proveniente de
la clase obrera pudiese plantear semejante hipótesis.

Aunque Jack Whicher logró
presentar varias evidencias en las que todo señalaba que Constance era responsable
del asesinato en las que su pericia lo llevaron tener muy claro cuál fue el
motivo del crimen: los celos hacia su pequeño hermanastro y el odio que sentía
hacia su madrastra.

Parece ser que Samuel
Saville Kent
(el padre de la familia) años atrás había estado manteniendo
relaciones sexuales con María Drewe
Pratt
, quien era la niñera de sus dos hijos habido en su primer matrimonio
(Constance y William), al mismo tiempo que su esposa legítima estaba enferma.
Tras el fallecimiento de ésta contrajo matrimonio con quien había sido la
cuidadora y tuvo un tercer hijo: Francis.

Constance y su hermano William no soportaban a su madrastra
y mucho menos toleraban que todo el cariño y atención fuera volcado hacia el
nuevo hijo de su padre.

Jack Whicher no tenía
demasiado claro si la propia muchacha había sido la mano ejecutora del crimen,
pero sí que había participado y sido cómplice, pero no había ni una sola prueba
que incriminase a William.

El detective presentó sus pruebas ante un tribunal y la muchacha
fue detenida. El abogado criminalista contratado por Samuel Saville Kent para
llevar la defensa de su hija hizo que esta saliera en libertad sin cargos y el
caso quedara sin resolver.

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La familia Kent se trasladó a vivir a otra población de
Inglaterra y Constance fue enviada a un centro religioso francés.

A su regreso a Inglaterra en 1865 (cinco años después)
confesó su crimen y tras un gran revuelo que volvió a ser mediático, debido a
que previamente había confesado a un sacerdote que guardó el secreto durante
largo tiempo y que finalmente fue obligado por la ley a decir lo que sabía del
asunto.

Constance fue condenada a la pena de muerte, aunque
finalmente consiguió que se le conmutase por la cadena perpetua, la cual no
cumplió ya que salió en libertad veinte años después (1885) cuando contaba con
41 años de edad.

Decidió poner tierra por medio y cambiar su nombre (a partir
de entonces se llamó Ruth Emilie Kaye) y falleció en 1944, dos meses después de
haber cumplido los cien años. Jamás explicó la verdadera razón por la que decidió
asesinar a su hermanastro Francis ni inculpó a su hermano William (quien ya
había fallecido cuando ella salió de la prisión).

Con el tiempo la investigación del caso por parte de Jack Whicher fue considerada como de
impecable y muchos fueron los escritores que basaron sus personajes literarios,
caracterizados en detectives, en el propio inspector de Scotland Yard (según parece
ser el propio Arthur Conan Doyle se fijó en él –entre otros- para la creación
de su famoso Sherlock Holmes).

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Fuentes de consulta e imágenes: murderpedia / Wikipedia / mustrad