El hombre que con sus propias manos luchó con un tigre de bengala para arrebatarle a un niño que llevaba entre sus colmillos

Si visitas Londres y paseas por el barrio de East End
encontrarás un edificio conocido como Tobacco
Dock
, que actualmente alberga un espacio multifuncional para exposiciones y
coworking y que antiguamente (en el siglo XIX) se dedicaba al comercio de
tabaco (de ahí su nombre). Muy cerca de este lugar se encuentra una curiosa estatua que representa a un niño observando
un tigre de grandes dimensiones
. Dicho monumento tiene una curiosa historia
detrás que tuvo lugar en 1857.

Por aquel entonces, a escasos metros de allí, se encontraba
uno de los negocios más prósperos y curiosos de la capital londinense: una
tienda de mascotas exóticas llamada “Jamrach’s
Animal Emporium”
que se dedicaba a la importación y exportación de animales
de todo tipo para proveer a circos, zoológicos, coleccionistas particulares y,
en definitiva, para todas aquellas personas que deseaban tener alguna mascota
fuera de lo normal y su economía permitiese adquirir.

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El negocio estaba regentado por Charles Jamrach, un emprendedor de origen alemán de 42 años de
edad, que había empezado con una pequeña tienda de animales en su Memel natal y
que desde hacía poco menos de dos década había trasladado el negocio al
floreciente Londres.

Charles Jamrach tenía todo tipo de animales que había adquirido
en numerosos puntos del planeta (era quien proveía al zoológico local y también
a importantes circos como el del famosísimo P.T. Barnum) .

El 26 de octubre de 1857, llegó al Jamrach’s Animal Emporium,
junto a otros animales, un enorme y hermosísimo tigre de bengala adquirido en las conocidas como Indias Orientales
(por aquel tiempo colonia perteneciente al Reino Unido). Mientras Charles Jamrach
se encontraba realizando tareas de mantenimiento para alojar al felino en el
patio, la jaula del animal quedó abierta (tras ser golpeada con sus patas
traseras) y éste aprovechó para escaparse.

Durante unos minutos sembró el terror por las calles del
East End y todas las personas que por allí transitaban huían despavoridas. Todas
menos una: un pequeño niño de nueve años de edad llamado John Wade.

El pequeño John quedó maravillado ante la visión de ese gato
gigante (tal y como posteriormente describió al tigre), plantándose frente al
animal, observándolo e intentando acariciarlo.

Pero el felino, que acababa de llegar de un largo viaje
intercontinental, andaba algo aturdido y, posiblemente, con hambre, por lo que
de inmediato cogió entre sus dientes al niño y comenzó a caminar alejándose de
allí (se supone que para encontrar algún lugar tranquilo donde comerse al
pequeño John).

Charles Jamrach había salido corriendo tras el felino y al
ver cómo agarraba de un bocado entre sus colmillos al niño se abalanzó sobre el
lomo del tigre para detenerlo, pero el animal de una sacudida se deshizo del
comerciante.

Éste volvió a coger impulso y saltó esta vez más acertadamente,
agarrando por el cuello al enorme tigre y metiendo una de sus manos por el
hueco que quedaba en la boca en la que llevaba al pequeño John Wade, que
gritaba atemorizado.

No se sabe de dónde sacó la fuerza necesaria, pero Charles Jamrach
consiguió separar las mandíbulas del felino que apretaba con fuerza a su presa
y logro separarlas, dejando en libertad y a salvo al niño.

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El tigre se volvió hacia Charles y éste cogio una estaca que
había en el suelo y le atizó en la cabeza del animal, algo que lo dejó aturdido
y que fue idóneo para llevar al felino hacia la jaula en el patio trasero del Jamrach’s
Animal Emporium. El pequeño John Wade fue trasladado rápidamente a un hospital,
pero afortunadamente no habái sufrido ningún daño considerable, tan solo unos
rasguños que se curaron a los pocos días.

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El comerciante se convirtió en un héroe local y durante
bastantes días el centro de atención de toda la ciudad. Fue visitado por
numerosos periodistas y curiosos, pero la visita que no esperaba fue la de un
funcionario de justicia que llevó una citación debido a que había sido
denunciado por los padres del pequeño John Wade y éstos demandaban una
indemnización.

Cuando se celebró el juicio el magistrado condenó a Charles
a pagar una multa de 60 libras esterlinas a la familia del niño (hoy en día
sería alrededor de 7.000 euros), pero también los costos del proceso que
ascendieron a la astronómica cifra de 240 libra (29.000 euros actuales).

A pesar de esa condena y la elevada cantidad de  dinero que tuvo que desembolsar
(afortunadamente los negocios le iban bien y pudo hacer frente a ellos), el
juez que lo juzgó y condenó felicitó a Charles Jamrach por su acto de
heroicidad y añadió que tuvo que aplicar las leyes y que estas dictaban que
debía ser sancionado como responsable del tigue que era, pero que si por él
fuera (el juez) le hubiese recompensado por su comportamiento, ya que salvó la
vida del niño y, posiblemente la de otras muchas personas que corrían peligro.

Con el tiempo, Jamrach quedó como un héroe local que
aparecía en los comentarios y chascarrillos londinenses y en el lugar donde ocurrió
la hazaña con el tigre de bengala se erigió un monumento, pero curiosamente
solo aparece el felino y el niño.

Fuentes de consulta e imágenes: londonist / londonmatt
(Flickr)
 / mernick / animalhistorymuseum / victorianlondon