En las elecciones
presidenciales de Estados unidos, del pasado martes 3 de noviembre de 2020,
Donald Trump se negó a asumir su derrota frente a Joe Bilden, asegurando que el
triunfo del candidato del Partido Demócrata se debía a un fraude electoral, por
lo que no reconocía los resultados de los comicios.
No es la primera vez en la historia en la que una de las
partes implicadas en un proceso electoral se niega a reconocer unos resultados
desfavorables, siendo uno de esos casos el referéndum
sobre la restauración de la monarquía en Albania que tuvo lugar el 29 de junio
de 1997 y en el que dos tercios de los votantes (el 66,7%) votó
mayoritariamente no. El exiliado rey
albanés Leka I (que fue quien instigó a la celebración de dicha consulta
electoral) no quiso admitir esos resultados contrarios a sus intereses,
señalando que se había tratado de un fraude electoral. Por tal motivo, organizó
grupos armados para provocar disturbios en la capital del país (Tirana) y
promover un golpe de Estado que le devolviese al trono.
Leka I en
aquellos momentos residía en Sudáfrica, pero dos décadas antes había sido expulsado de España a causa
de haber convertido su vivienda en una arsenal con todo tipo de armas.
El motivo del mencionado exilio se debió a la invasión de Albania por parte de la Italia
fascista de Benito Mussolini, el 7 de abril de 1939, la cual provocó la
salida del país de la familia real albanesa, compuesta por tres miembros: el autoproclamado rey Zog I (desde hacía
una década), su esposa Geraldina y el
príncipe heredero Leka (nacido tan solo dos días antes).
Pero no solo su pequeña familia fue lo que Zog I se llevó de
Albania, también iba cargado con una
gran parte de las reservas de oro del país que se encargó de robar,
empezando un exilio que los llevó a vivir en los siguientes años a varios
lugares, entre ellos el Reino Unido, Egipto, Grecia y Francia.
En 1961, el depuesto Zog I fallecía en su exilio dorado en
el país galo, siendo proclamado nuevo rey Leka I, por parte de un pequeño grupo
de exiliados leales a la monarquía albanesa y un año después el joven monarca (con
23 años recién cumplidos) decide
trasladarse a vivir a España, siendo acogido con los brazos abiertos por el
régimen del dictador Franco.
Un enorme casa en Pozuelo de Alarcón (una de las zonas más
exclusivas de Madrid) fue el lugar escogido para instalarse, convirtiendo aquella
vivienda en un lugar en el que se celebraron numerosas fiestas y encuentros
sociales que reunió a la flor y nata de la sociedad española de la época.
Bajo el amparo de la dictadura franquista, Leka I dejó numerosísimas facturas sin
pagar, llevando una vida de todo lujo y comportándose en algunas ocasiones
de un modo que no correspondía a alguien que exigía tratamiento real y que le
rindieran pleitesía allá donde iba.
También fue frecuentemente tachado de matón, debido a su fanfarronería,
malas maneras en el trato hacia las personas de inferior condición social y
porque poseía en su vivienda todo un
amplio arsenal de armas (ametralladoras y fusiles con su correspondiente
munición, granadas de mano e incluso algún lanzacohetes –bazuca-).
El objetivo de almacenar tal arsenal era el de formar y armar un pequeño ejército rebelde con el
que iniciar (en un futuro no muy lejano) una serie de conflictos bélicos en Albania (en aquellos momentos
una república comunista, tras la IIGM) que devolviera la monarquía al país.
Pero la posesión de dicho armamento le causaría graves
problemas años después, cuando en 1979 (cuatro años después de la muerte del
dictador) el presidente del gobierno, Adolfo
Suarez, le solicitara deshacerse del mismo y ante la negativa del monarca
albanés exiliado, se ordenara su inmediata
expulsión de España.
El presidente Suarez recibió instrucciones del rey Juan Carlos I (amigo personal de Leka I) para que aquella no fuera una expulsión al
uso sino amable y con todo tipo de facilidades por parte del gobierno
español.
Tras su salida de España (en un avión que iba cargado con
todo el arsenal armamentístico del que disponía) Leka se dirigió hacia el
continente africano, instalándose inicialmente en Rodhesia (actual Zimbabue) y
posteriormente a Sudáfrica, donde residió hasta su regreso a Albania en 1997,
donde promovió un referéndum (mencionado al inicio de este post) con el fin de
restaurar la monarquía en el país.
Tras los resultados adversos, estuvo detrás de una serie de conflictos que provocaron que fuese
acusado de sedición y condenado a tres años de prisión (aunque había huido de
regreso a la capital sudafricana). Es este país también tuvo problemas con las
autoridades en 1999 por la posesión de armas y su estancia allí se convirtió en
incomoda. En 2002 el gobierno albanés decidió concederle el indulto, regresando
a su país de origen, donde falleció nueve años después.
Fuentes de
consulta e imagen: The
Wall Street Journal / elmundo
/ telegraph
/ independent
/ gettyimages
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