Pasaba un minuto de la media noche del 7 de abril de 1933
cuando la inmensa mayoría de cervecerías, clubs, bares, restaurantes y todo
tipo de locales de hostelería de los Estados Unidos abrían sus puertas y
dejaban entrar a cientos de miles de ciudadanos sedientos por beber cerveza.
Exactamente en aquel instante entraba en vigor la llamada ‘Ley Cullen-Harrison’, por la cual se
modificaba en gran parte la Decimoctava
Enmienda de la Constitución de los EEUU (que sería derogada totalmente a
finales de aquel mismo año a través de la Vigesimoprimera
Enmienda), en vigor desde el 16 de enero de 1919 y por la que había estado prohibida la fabricación, transporte, venta
y consumo de bebidas alcohólicas a lo largo de catorce largos años (la
famosa Ley Volstead, también conocida como Ley Seca).
La aprobación y puesta en
marcha de la Ley Cullen-Harrison (firmada el 22 de marzo de 1933) fue
una de las primeras medidas que puso en marcha el recién nombrado trigésimo
segundo presidente de los Estados Unidos, Franklin
Delano Roosevelt, quien había tomado posesión del cargo tres semanas antes
y de ese modo conseguía una enorme popularidad entre los estadounidenses en sus
primeros días de mandato (incluso entre votantes republicanos que ansiaban el final de la Ley Seca), aunque le
costó alguna que otra discusión con su esposa, Eleanor Roosevelt, quien era una defensora de la templanza (debido a que su padre había sido alcohólico y un hermano suyo también tenía el
mismo problema y fallecería ocho años después).
Pero a un gran número de estadounidenses no les preocupaba
los problemas de alcoholismo que podría ocasionar el levantamiento de la polémica prohibición y estaban ansiosos por poder volver a beber legalmente. Cabe
destacar el mercado negro de venta y consumo de bebidas alcohólicas durante la
Ley Seca, surgiendo así algunas de las más peligrosas bandas mafiosas de la
época en EEUU.
Gracias a la Ley Cullen-Harrison, a partir de aquel momento
(7 de abril de 1933) el consumo y venta de cierto tipo de bebidas alcohólicas
dejaría de estar perseguido por las autoridades, pero, evidentemente, dicha ley
tenía algunas condiciones y limitaciones,
siendo estas que tan solo podía aplicarse esa despenalización a las cervezas y vino (los licores destilados
todavía no podían ser consumidos, elaboraos ni vendidos hasta la derogación
total de la Ley Volstead.
Pero, evidentemente, con esta primera medida tampoco se
permitía cualquier tipo de graduación en esas bebidas y por tanto se fijó que,
tanto las cervezas como el vino, no
deberían de superar el 3,2 % de alcohol, siendo esta cantidad considerada
como ‘no intoxicante’.
La nueva ley con la que se permitía el consumo de cerveza y
vino de baja graduación, debía su nombre a los dos políticos que lograron
ponerla en marcha y presentarla ante el Congreso: Thomas H. Cullen, veterano miembro de la Cámara de Representantes y
el senador Pat Harrison (ambos del
Partido Demócrata).
Se calcula que durante las primeras 24 horas de aquel 7 de
abril de 1933 se consumieron alrededor
de seis millones de litros de cerveza en Estados Unidos.
Por tal motivo y desde entonces, en esa fecha (7 de abril)
se conmemora en Estados Unidos el ‘Día
Nacional de la Cerveza’ y, en recuerdo a aquel día, nada más pasar un
minuto de la medianoche, se realiza en un gran número de lugares una
celebración conocida como ‘New Beer’s
Eve’, donde se llenan los bares y locales y se sirve cerveza a doquier.
Fuentes de consulta e imágenes: Library of Congress / presidency
/ fdrlibrary
/ britannica
/ yoursforgoodfermentables
/ cizauskas
(Flickr) / Wikimedia
commons
Más historias que te pueden interesar: