El 15 de abril de 1945 figura en los libros de Historia y
efemérides como el día en el que la 11ª
División Blindada del Ejército Británico liberaba el Campo de concentración de Bergen-Belsen.
Lo que pudieron observar los soldados que entraron fue algo desolador y que
jamás olvidarían.
Más de trece mil eran los cadáveres que habían desperdigados
en aquel lugar y sin enterrar. La mayoría estaban en pleno proceso de
descomposición pero un gran número habían sido asesinados recientemente, incluso
cuando ya se había firmado el acuerdo de rendición de los responsables nazis
del campo un par de días antes.
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El proceso de liberación había comenzado el 11 de abril. Ante
la proximidad de los británicos (junto a los canadienses) los mandos de la Wehrmacht pidieron una tregua para
rendirse en condiciones y entregar el campo de concentración bajo una serie de
condiciones. Una de ella era el dejar escapar a la mayoría de nazis que allí habían
estado trabajando como carceleros (y sobre todo, genocidas). Quedaría un
pequeño retén, hasta la llegada Aliada, para vigilar a los reclusos.
El acuerdo de rendición se firmó el 13, pero no fue hasta
dos días después que los británicos pudieron acceder.
El panorama era dantesco. Miles de prisioneros estaban hacinados, desnudos y desnutridos.
Una de las prisioneras que por allí pasó y había fallecido
unas semanas antes de la liberación fue Ana
Frank, tristemente recordada y conocida por el diario que había escrito
entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944, cuando se encontraba
escondida junto a su familia en una buhardilla.
Otro personaje famoso que por allí anduvo, pero por el signo
contrario, fue la sádica carcelera Irma Grese (conocida
como ‘la bestia bella’) detenida
mientras estaba al cargo del campo y que tras ser juzgada por fue
encontrada culpable de multitud de crímenes contra la humanidad,
siendo ejecutada mediante la horca el 13 de diciembre de 1945.
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Entre nazis los detenidos por los británicos también se
encontraba Josef Kramer,
comandante al mando del campo de concentración y que fue conocido como ‘la bestia de Belsen’ por los crímenes
que cometió, siendo uno de los máximos responsables del holocausto contra los
judíos.
Un gran número de prisioneros habían sido trasladados hasta
allí desde otros campos y lo habían hecho no en camiones o tren como era
habitual, sino andando a paso forzado (lo que comúnmente se conocía como ‘marcha de la muerte’),
en un largo recorrido en el que no se les dio de beber ni comer y en el que
muchos de ellos murieron por el camino de agotamiento e inanición, siendo dejados
abandonados en las cunetas de las carreteras.
Los que lograron sobrevivir estaban en pésimas condiciones,
desnutridos y enfermos (el tifus fue una enfermedad mortal que acabó con la
vida de muchos de ellos, incluida Ana Frank).
Aquel campo de concentración tenía una capacidad para
albergar a diez mil prisioneros, pero, cuando fue liberado el 15 de abril de
1945, las tropas británicas se encontraron allí a más de sesenta mil,
malviviendo todos hacinados.
Fuente de las imágenes: Wikimedia
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