El colono inglés que luchó incansablemente por la abolición de la esclavitud en América

Su nombre era Benjamin
Lay
, nació en 1682 en la pequeña población de Copford (en el sudeste de
Inglaterra) y a los 36 años de edad decidió migrar como colono hasta el
continente americano, instalándose inicialmente en Barbados (en donde trabajó
como marino) y posteriormente, al cabo de trece años, se trasladó hasta la colonia
británica de Pensilvania, donde residió hasta su fallecimiento en 1759.

Benjamin Lay se consideraba un tipo corriente, decía ser
medio analfabeto y físicamente tenía una corta estatura (medía 1,2 m de altura)
y una cabeza grande (desproporcionada con su pequeño cuerpo). Muy probablemente
habría pasado desapercibido en la historia si no hubiese sido por convertirse
en uno de los pioneros en la lucha por
la abolición de la esclavitud
, también por ser un ferviente defensor de los animales (cuando no se estilaba ser
animalista), además de mantener una
dieta vegetariana
.

A todo ello debemos sumarle un gran ingenio a la hora de teatralizar sus protestas como
abolicionista, algo que le ayudó en gran medida a que sus mensajes en contra de la esclavitud calaran en
quienes lo escuchaban.

Lay era cuáquero,
una sociedad religiosa creada en Inglaterra a finales del siglo XVII y que
profesaron un gran número de colonos ingleses que viajaron hasta el continente
americano huyendo de la persecución a las que se les sometió en su país de
origen.

Sus creencias lo hacían ser un hombre de paz, ley y, sobre
todo, amante del género humano, animal y vegetal. De ahí su continuo apostolado por defender a los
animales y luchar por la abolición de la esclavitud
.

En 1738, cuando contaba con 56 años de edad, llevó a cabo
uno de sus más famosas performances al presentarse en una de las habituales
reuniones cuqueras y dejar impactados a prácticamente todos los presentes.

El 19 de septiembre del mencionado año tuvo lugar en Burlington
(Nueva Jersey) la reunión anual de cuáqueros, la cual congregó a un gran número
de participantes, quienes iban subiendo al estrado y tomando la palabra para dirigirse
a sus compañeros de congregación. Benjamin Lay se presentó ataviado con un
largo abrigo que escondía un uniforme militar que llevaba puesto, además de un
sable.

En la mano portaba un libro, el cual había ahuecado con el
fin de que cupiese una vejiga animal a la que había introducido el rojizo jugo
de pokeberry (una planta también conocida como ‘uvas de América’ y cuya ingesta
es desaconsejable).

En el momento que tomó la palabra, Lay, de un modo muy
teatralizado, empezó a hablar del daño que era causado por los seres humanos a
otros semejantes, sobre todo en lo referente a la esclavitud. En un momento
dado se desprendió del abrigo, cogió el sable y lo clavó en el libro,
provocando que un líquido rojo (que parecía sangre) comenzara a brotar de aquel
ejemplar.

Algo que provocó el desmayo de alguna de las mujeres allí
presentes, un murmullo generalizado y que varios de los cuqueros lo cogieran y
echasen de aquel lugar.

Con aquel simbólico acto, Benjamin Lay consiguió que durante
las siguientes semanas docenas de personas presentes hablaran del asunto,
llegando a remover conciencias y convencer a muchas de ellas de su lucha abolicionista, que posteriormente
se unieron en sus protestas públicas contra la esclavitud.

En aquellos tiempos muchos eran los colonos cuáqueros que
habían hecho fortuna en América, teniendo propiedades que eran trabajadas por esclavos
que habían adquirido, algo que provocó que las disputas con Benjamin Lay fuesen
continuas y, muy a menudo, se le echara a la calle de cualquier reunión cuáquera
a la que se presentaba.

Tras enviudar de su esposa Sarah, los últimos años de Benjamin
Lay fueron prácticamente de soledad y dando ejemplo con lo que hasta entonces
había predicado: su dieta era vegetariana, alimentándose de frutas y verduras
que él mismo cultivaba y desechando la carne animal. También se confeccionaba
su propia ropa, con el fin de no tener que adquirir nada que hubiese pasado por
el trabajo realizado por esclavos (recogida de algodón o coser las prendas) y
también evitar la explotación animal, de ahí que se la hiciese toda de lino.

Lay llegó a escribir un libro en el que reflejaba todos sus
pensamientos abolicionistas, pero se encontró con la oposición de muchos
editores que no quisieron publicárselo. Sí lo hizo fue el célebre Benjamin Franklin (que entre otras
muchas cosas también era impresor) a quien le unió una fuerte amistad, convirtiendo
aquel ejemplar en uno de los primeros libros antiesclavistas publicados en el
continente americano.

Benjamin Lay fue todo
un ejemplo de coherencia y lealtad a sus principios
y del que apenas se ha habado
en los libros de Historia. Lo que sí se sabe es que su ejemplo de vida sirvió
para que otros muchos lo imitaran y repudiaran todo lo que representaba la
esclavitud.

Fuentes de las imágenes: Wikimedia
commons

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