Cuando un psiquiatra racista se inventó dos enfermedades mentales que solo afectaba a los esclavos negros

A lo largo de la Historia muchos han sido los hombres de
ciencia que han tratado de demostrar, a través del ‘racismo científico’ (o racialismo), las diferencias existentes
entre las personas con diferente color de piel y la ‘superioridad de la raza
blanca’ (como a éstos les gustaba catalogar) sobre todas las demás.

Afortunadamente hoy en día se ha podido desmontar todas esas
absurdas teorías de supremacía racial,
basadas en creencias religiosas, hipótesis seudocientíficas y hechas bajo
convicciones racistas.

A mediados del siglo XIX, cuando en Estados Unidos estaba
cogiendo cada vez más fuerza los movimientos abolicionistas que luchaban contra
la trata de esclavos, los grupos afines a defender la esclavitud lo tenían cada
vez más difícil y con más personas en contra, por lo que se intentó justificar
desde supuestos estudios científicos que les daba la razón sobre la
inferioridad en todos los aspectos de las personas negras.

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Uno de esos estudios se publicó en mayo de 1851 en la
prestigiosa revista de divulgación científica The New Orleans Medical and Surgical Journal’ y estaba firmado por el psiquiatra Samuel A. Cartwright.

El artículo llevaba por
título ‘Enfermedades y peculiaridades de
la raza negra’
(Diseases and
Peculiarities of the Negro Race
) y en él el doctor Cartwright hacía toda
una disertación sobre la idiosincrasia, comportamiento y forma de ser y pensar
de las personas negras.

Hablaba por primera vez de
un par de enfermedades mentales que solo afectaba a este colectivo de personas
y que había acuñado con los términos de ‘drapetomanía’
y ‘dysaesthesia aethiopica’.

Describía la drapetomanía
como la falta de sumisión de los esclavos hacia sus propietarios, el ansia de libertad
que sentían y el motivo por el que había tantos casos de intento de  fuga. Planteaba como solución a esta
patología el tratar al esclavo con autoridad y aseguraba que se agravaba en
muchos que recibían un trato de familiaridad por parte de sus amos o capataces.

Samuel A. Cartwright recomendaba
que si un esclavo intentaba fugarse (o lo hacía y era de nuevo apresado) se le
castigase severamente, siendo uno de los escarmientos aconsejados el de
amputarle los dedos de uno de sus pies y si era reincidente quitarles esa ansia
de libertad a latigazos.

Sobre la dysaesthesia
aethiopica la describía como la enfermedad mental que padecían todos los negros
sin excepción (tanto si eran esclavos como si estaban en libertad) que
consistía en ser vagos y perezosos por naturaleza.

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Aseguraba el doctor Cartwright
que los negros intentaban trabajar lo menos posible y por tal motivo había que
ser duros y disciplinados con ellos. Señalaba a aquellos que, por cualquier
motivo, habían conseguido la libertad y que si se les observaba siempre los
encontrarían tumbados y ganduleando en frente a sus casas.

Calificaba a los esclavos
africanos como insolentes con sus capataces y amos y aseguraba que dicha
enfermedad estaba causada por una insensibilidad que tenían en la piel,
remediándose frotándoles bien con jabón (hasta desollarles la piel), untándoles
de aceite y dándoles a continuación unos latigazos y dejándolos a la intemperie
bajo el sol abrasador durante varias horas.

Como suelen ocurrir con este
tipo de estudios, el del psiquiatra Samuel A. Cartwright fue compartido
ampliamente en numerosísimas publicaciones (afines a la esclavitud y el racismol)
y se estuvo utilizando como si fuera una investigación seria y empírica durante
las siguientes décadas (incluso hubo quien la utilizó en pleno siglo XX).

Tal y como señalo al inicio
de este post, afortunadamente los científicos más renombrados y realmente expertos
en el tema pudieron rebatir todos y cada uno de los puntos en los que se
apoyaba el doctor Cartwright para haber creado esas dos supuestas enfermedades
mentales que jamás llegaron a existir, tan solo en la conducta enfermiza de un
médico racista que quiso demostrar sus absurdas teorías de supremacía racial
inventándose dichas patologías.

Cabe destacar que gran parte
del trabajo de Samuel A. Cartwright estaba basado no en estudios clínicos ni
experimentos, sino en su libre interpretación de la Biblia.

Tampoco podemos olvidar que,
plena Guerra civil Española, el psiquiatra Antonio Vallejo Nágera recibió el
encargo de investigar el porqué algunas personas se hacían comunistas, tal y
como expliqué en el post: Cuando Franco ordenó
investigar si ser marxista se debía a un ‘gen rojo’