Cuando Thomas Edison fue engañado para colaborar con Alemania durante la IGM

Infinidad
son los inventos atribuidos a Thomas
Edison
, de quien se descubrió con los años que la mayoría de las patentes
que registró a su nombre eran realmente invenciones creadas por trabajadores suyos.

Uno de
esos inventos atribuidos a Edison fue el fonógrafo
(los primeros tocadiscos) en 1876, que
consistía en un dispositivo que servía para reproducir sonidos, músicas y mensajes
hablados previamente grabados en cilindros
de cera
y que a partir de 1910 se realizaron en discos hechos de ‘baquelita’, un material plástico
realizado a partir de la condensación de fenol con formaldehído (metanal).

La venta
de fonógrafos y discos para ser reproducidos (y que el propio Edison
comercializó a partir de 1912 bajo la marca Edison Diamond Disc Record) se disparó, hasta tal punto que
la producción de fenol en Estados Unidos era insuficiente para dar abasto tanto
a la demanda de fabricación de discos como de otros productos derivados de él
(sobre todo utilizados en medicina, como el antiséptico creado por el doctor Joseph
Lister
a mediados del siglo XIX
.

[Te puede interesar leer: Cómo
Edison creó Hollywood contra su voluntad
]

El floreciente
negocio hizo que el propio Thomas Edison tomase la decisión de montar en la
población de Johnstown (Estado de Pennsylvania) una
fábrica de fenol, con la intención de autoabastecerse suficientemente de este
producto tan necesario para la fabricación de discos.

Tras el estallido
de la Primera Guerra Mundial en
julio de 1914 las reservas de fenol en Norteamérica (no perteneciente a Edison)
disminuyeron considerablemente debido a que gran parte de la producción
existente se exportó hacía el Reino Unido, pues este producto era también utilizado
en la fabricación de explosivos (trinitrofenol).

Debido a
la guerra las ventas de discos también cayeron en picado por lo que la producción
del compuesto en la fábrica de Edison en Johnstown (que era de doce toneladas diarias) provocó un gran excedente e
intentó buscar posibles compradores interesados en adquirir todo el fenol
sobrante.

El
mencionado excedente de fenol llegó hasta oídos del Imperio Alemán, quien trazó
un plan a través de su embajada en los Estados Unidos con la intención de comprar
a Edison toda la producción sobrante del producto antes de que éste se lo
vendiera a los británicos, muy necesitados de este elemento para poder elaborar
trinitrofenol con el que realizaban los explosivos.

Hugo Schweitzer, un astuto espía al servicio de Alemania (que
además era químico y sabía perfectamente del asunto) creó una empresa ficticia
a la que llamó ‘Chemical Exchange
Association
’ y se presentó frente a Thomas Edison para hacerle una jugosa
propuesta comercial.

Schweitzer
explicó al empresario estadounidense que su empresa era una intermediaria de la
compañía Bayer, para la que
localizaba aquellos compuestos químicos que le hacían falta para la elaboración
de sus medicamentos. Uno de esos productos era el fenol, muy necesario para
producir el ‘ácido acetilsalicílico’
con el que se fabricaban las ‘aspirinas’.

Por tal
motivo Edison y Schweitzer cerraron un muy beneficioso acuerdo por el cual a
través de Chemical Exchange Association le compraba todo el excedente del
producto (que era de tres toneladas diarias) para fabricar el famoso analgésico
en la planta que la empresa Bayer tenía en la población estadounidense de Rensselaer
(en el Estado de Nueva York).

Edison ignoraba
que aquella compra masiva de fenol era en realidad una estratagema para evitar que
se la vendiera a los británicos y, por tanto, sin ser consciente el empresario
e inventor estadounidense estaba dejando sin materia prima al ejército de un
país aliado para vendérsela al enemigo.

[Te puede interesar leer: El
sabotaje alemán al arsenal norteamericano de la isla de Black Tom en 1916
]

El caso
fue destapado públicamente el 15 de agosto de 1915 por el periódico New York World y, tras conocerse la
escandalosa noticia, el contrato fue cancelado haciendo que el ambicioso Thomas
Edison dejase de ganar la nada despreciable cifra de dos millones de dólares
(de hace un siglo).

Cabe
destacar que muchos son los historiados que aseguran que a un tipo tan astuto
como Edison era casi imposible engañar, por lo que están convencidos que éste
era conocedor de que el destino del fenol era Alemania, pero no le importó
firmar el contrato (y con ello traicionar a los británicos) debido a la
desmesurada ambición que sentía por el dinero.

Fuentes
de consulta: io9
/ Libro ‘Vuelve el listo que todo lo sabe’
/ The
Great Phenol Plot

Fuentes
de las imágenes: Wikimedia
commons