Cuando León Tolstói aprendió a montar en bicicleta a los 67 años
Iván Lvovich nació el 31 de marzo de 1888, siendo el menor de los trece hijos del matrimonio compuesto por los escritores, intelectuales y aristócratas, Sofía Behrs y León Tolstói (por aquella época la madre tenía 44 años de edad y el padre 60). El pequeño, que era llamado cariñosamente ‘Vanichka’, falleció el 23 de febrero de 1895, cuando faltaba poco más de un mes para cumplir los siete años.
Según consta en las crónicas, la muerte del menor de sus hijos fue posiblemente la que más afectó al célebre novelista ruso (a pesar de que era el quinto de sus descendientes que moría durante la infancia, aunque tres lo había hecho durante el primer año de vida y Alexei –el onceavo- con cinco).
Un mes después de la muerte del pequeño Vanichka, León Tolstói recibió un insólito regalo por parte de la ‘Sociedad Moscovita de Amantes de los Velocípedos’ (Moskovskoye Obshchestvo Lyubiteley Velosipede): una bicicleta.
El escritor, quien ya contaba con 67 años de edad, jamás había montado en una y no tenía la más remota idea de cómo hacerlo, pero decidió que ya era hora de intentarlo y aprender y, emulando al filósofo griego, Diógenes de Sínope y su famosa expresión ‘Más vale tarde que nunca’, tomo sus primeras clases como ciclista novel y en unas pocas semanas ya circulaba montado sobre la bicicleta como si lo hubiese hecho durante toda su vida, reconociendo que había sido una de las experiencias más gratificantes de su vida (aunque reconocía que se sentía algo culpable ya que veía socialmente inapropiado montar en bicicleta debido a su condición de conde).
Evidentemente, durante sus primeros intentos de circular sobre una bicicleta, León Tolstói protagonizó algunas situaciones algo cómicas y accidentadas, tal y como varios años después recogió en un libro de memorias la segunda hija del novelista (y también una reputada escritora, además de pintora), Tatyana Lvovna.
Una de esas anécdotas explica que al mismo tiempo que su padre, acudía a aprender a montar en bicicleta a la Sociedad Moscovita de Amantes de los Velocípedos una mujer corpulenta y ataviada con un llamativo sombrero el cual llevaba una pluma que se movía por acción del viento. Tolstói al ver aquella pluma temblar se desconcentraba, perdía el control de su bicicleta y acababa colisionando con la señora, quien previamente ya se había puesto a chillar al ver que iban a chocar, provocando el inevitable encontronazo y caída de ambos al suelo. Por tal motivo, el novelista decidió acudir a las clases en un horario diferente, con el fin de no coincidir con aquella dama.
El haber aprendido León Tolstói a montar en bicicleta a los 67 años de edad llevó a ser recogido aquel hecho en la prensa, incluido en un artículo publicado en la prestigiosa revista Scientific American (el 18 de abril de 1896), en donde se señalaba que la capacidad de aprendizaje permanece durante toda la vida y se rompía con el tópico tan repetido de que lo que no se aprende durante la niñez (como montar en bicicleta) ya es imposible hacerlo en la edad madura.
Con el tiempo se acuñó la frase ‘La bicicleta de Tolstói’ (también escrito a veces como ‘El fenómeno Tolstói’) para hacer referencia a la capacidad de aprendizaje de nuevas disciplinas por parte de los seres humanos sin tener en cuenta la edad y cómo la plasticidad cerebral permite que esto ocurra a lo largo de todos la vida. Por ello es muy común poner como ejemplos de haber aprendido a una edad avanzada al propio Tolstói y su bicicleta, a Marie Curie quien aprendió a nadar con más de 50 años o el mencionado Diógenes de Sínope quien tomó clases de solfeo durante su vejez y pronunció su famosa frase ‘Más vale tarde que nunca’.
Cabe destacar que en numerosos artículos sobre esta anécdota, protagonizada por León Tolstói, se indica que aprendió a montar en bicicleta tras el fallecimiento de su hija Vanichka, adjudicándole el género femenino, cuando en realidad era un niño varón llamado Iván Lvovich.
Fuente de la imagen: Project Gutenberg
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