Cuando la fama del ‘Gran Houdini’ eclipsó a otros ilusionistas coetáneos mucho mejores que él

Muchas son las personas que al escuchar el nombre artístico
de ‘El Gran Houdini’ lo relacionan de
inmediato con el mago más famoso de la
Historia
, sin pararse a pensar que, en realidad, Harry Houdini (Erik Weisz
era su verdadero nombre) no era mago
sino escapista e ilusionista
; eso sí, de un excepcional nivel pero no el
mejor entre sus coetáneos.

image

Sus vistosos y enigmáticos números de escapismo en el
escenario, junto a su trabajo para desenmascarar a médiums y farsantes le proporcionaron
una grandísima fama, que lo llevó a ser conocido en todos los ambientes (artísticos,
sociales, intelectuales…) y a mezclarse con todo tipos de insignes personajes
de la época (célebre
fue la relación de amistad que tuvo con Arthur Conan Doyle y que acabarían
rompiendo por culpa de la superchería del creador de Sherlock Holmes
).

Rara era la semana en la que su nombre no aparecía en alguna
publicación, donde se hacía la crónica de alguno de sus números de ilusionismo
o se informaba de cómo Houdini
(junto a su equipo capitaneado por Rose
Mackenberg
) había puesto al descubierto las trampas y engaños de algún
supuesto compañero de profesión, que no dejaba de ser un embaucador.

Pero durante aquellos mismos años (finales del siglo XIX y
primer cuarto del XX) la profesión de mago fue una de las que más buena acogida
tenía entre el público, siendo cientos los profesionales que se dedicaban al
oficio de hacer desaparecer cosas, levitar personas, cortar por la mitad a su
ayudante y otros muchísimos números más que dejaban a pequeños y mayores
boquiabiertos.

El tránsito entre los siglos XIX y XX destacó por una
repentina afición de numerosísimas personas hacia todo lo enigmático, lo
desconocido, aquello que quedaba fuera de cualquier lógica y explicación. Un
momento ideal para sobresalir médiums y espiritistas o extraños personajes con
poderes sobrenaturales, pero también ilusionistas que llenaban noche tras noche
las salas de teatro.

Probablemente los nombres de Harry Kellar, Alexander y Adelaide Herrmann y Howard Thurston sean totalmente desconocidos para la inmensa mayoría
de lectores de este post, pero se trata de cuatro de los magos más importantes
y famosos de la época (y que hicieron giras actuando por un gran número de
países de todo el planeta), pero que han quedado prácticamente en el olvido y
desconocimiento general (evidentemente no para aquellos que son realmente
aficionados a la magia).

Alexander Herrmann
fue un mago de origen francés que tras triunfar en toda Europa viajo hacia los
Estados Unidos, donde se convirtió en uno de los más aclamados y solicitados
ilusionistas de la segunda mitad del siglo XIX. Allí conoció a Adelaide
Scarcez
, una londinense
con quien se casó y compartió escenario, al convertirse en su asistente. Tras
el fallecimiento en 1896 de ‘Herrmann el
Grande’
, como era conocido, Adelaide tomó el relevo de su esposo y triunfó
como la Reina de la Magia’.

El estadounidense Harry
Kellar
fue otro de aquellos grandes magos de la época (al que se le
denominó como ‘Decano de los magos en
EEUU’
) y durante un tiempo se convirtió en el máximo competidor del
mencionado Herrmann, siendo habitual que se hicieran apuestas por ver quién de
los dos realizaba el número más espectacular o conseguía reunir a más público
en un teatro.

Kellar tuvo como ayudante y discípulo a Howard Thurston, quien con los años se convertiría en el más famoso
de todos ellos. La espectacularidad y originalidad de sus números lo llevaron a
ser el ilusionista número uno en Estados Unidos durante varias décadas.

Howard Thurston llegó a montar un espectáculo itinerante que
lo llevó a todos los rincones de los Estados Unidos y para el que necesitaba ocho vagones de tren para
transportar todo el material
. Muchos son quienes apuntan que se le podría
considerar como ‘el padre de la magia
moderna’
tal y como se realizan hoy en día muchos números de ilusionismos
que fueron creados por él o que son una evolución de estos.

Otra de las peculiaridades que tenía Thurston fue su don
para dirigirse y hablar al público. También se le considera como uno de los primeros grandes ‘showmen’
del mundo del espectáculo, llegando a actuar para un gran número de reyes,
celebridades y presidentes de diferentes países (evidentemente, también de
EEUU).

Pero a pesar de la grandilocuencia de Howard Thurston y todo
lo que le rodeaba, su nombre no ha pasado a la posteridad como se esperaría y
pocas son las personas (que no se dediquen o sean aficionadas a la magia) que
han escuchado hablar de él.

El hecho de haber sido coetáneo de Harry Houdini provocó que
su estela y fama quedaran eclipsadas por el escapista de origen húngaro. Éste, teniendo
una técnica menos depurada que otros ilusionistas de su época logró ser el más
conocido de todos (hoy en día sigue siendo un referente en el escapismo, cuando
hubo en aquel tiempo quien realizó números más espectaculares que él).

El dominio de unas técnicas de marketing (que los otros no
supieron utilizar adecuadamente) y estar continuamente apareciendo en la prensa
denunciando a todo aquel farsante al que desenmascaraba, provocó que Houdini se
hiciera inmensamente famoso y pasara a la posteridad solapando su nombre al del
resto de ilusionistas con los que coincidió en su época (que fueron numerosos).

Fuente de las imágenes:  Wikimedia
commons

 Más historias que te pueden interesar: