A mediados del siglo XIX pocos eran los ascensores instalados y la mayoría de ellos se utilizaban como montacargas.
Estaban considerados como algo demasiado novedoso y, sobre todo, peligroso para que transportara personas en su interior, pues el hecho de que ese pesado armatoste se aguantara de una sola cuerda (que podía romperse en cualquier momento y más si se sobrecargaba) provocaba rechazo por parte de la población en general, que se negaba a montar en ellos.
Así que eran pocos los edificios que instalaban uno, teniendo en cuenta que todavía no existían los rascacielos y que los bloques no tenían, como norma, una altura mucho más allá de tres o cuatro pisos.
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De ese temor por parte de la ciudadanía que veía con desconfianza ese invento (como suele suceder con todas las cosas innovadoras) se aprovechó el estadounidense Elisha Otis quien inventó, patentó y fabricó un sistema de seguridad con el que se lograba que, en caso de que la cuerda se rompiera, el ascensor no cayera al vacío.
Elisha Otis era uno de esos emprendedores que había probado mil y un oficios, con mayor o menor fortuna, inventado unos cuantos artilugios y que se había hecho así mismo después de pasar por numerosísimas dificultares a lo largo de su vida.
En 1851, a los 40 años de edad se hizo cargo de un aserradero que se encontraba abandonado y cuando andaba realizando las obras de acondicionamiento tuvo que trasladar ciertas piezas y maderas a una planta superior, por lo que realizó un rudimentario elevador que le ayudaría a transportar todo aquel material.
Pero una y otra vez veía que la sobrecarga hacía que la cuerda se rompiera y el montacargas cayese desplomándose contra el suelo.
Esto lo motivó a pensar en crear algún sistema de seguridad que frenase la caída en caso de sobrepeso o de rotura del cable o las poleas y lo logró después de innumerables pruebas.
Un par de años más tarde decidió crear una empresa en la que también trabajarían sus hijos (que se encontraban prácticamente en la adolescencia) a la que llamó Otis Brothers & Co. y con la que quería comercializar la instalación de ascensores.
Pero en 1853 la sociedad todavía no estaba preparada para ese artilugio y en todo el año no logró instalar ni un solo ascensor.
Ese mismo año se celebraba en Nueva York una Exposición Universal conocida como ‘Exhibition of the Industry of All Nations’ y pensó que esa sería su gran oportunidad para mostrar al mundo su sistema de seguridad para ascensores y convencerles que no se correría ningún peligro subir y bajar en ellos.
Contactó con el célebre empresario circense PT Barnum, quien tenía un apartado de exposiciones en aquella feria y le pidió que le dejara montar un show en el que demostrar a los asistentes lo seguro de su invento.
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Así fue como durante los siguientes meses (hasta finalizar la feria en noviembre de 1854) Elisha Otis dejó día tras día boquiabiertos a la multitud que asistía a aquel evento que se celebraba en el Crystal Palace de Nueva York.
El show consistía en el montaje de un ascensor descubierto de algo más de quince metros de altura en el que se montaba el propio Elisha Otis, subía hasta el tope y una vez allí un leñador cortaba con un cuchillo la cuerda que lo sujetaba, pudiendo comprobarse que la estructura apenas descendía unos centímetros y se detenía inmediatamente gracias a una serie de piezas que iban incorporadas.
Estas demostraciones fueron un éxito rotundo y a finales de 1854 la empresa de Otis ya estaba instalando sus primeros ascensores, alcanzando una fama internacional debido a los múltiples visitantes de otros países.
En 1861 Elisha Otis contrajo la difteria y falleció a los 49 años de edad. Sus hijos continuaron con su legado, llegando a instalar ascensores en algunos edificios y lugares emblemáticos como la Torre Eiffel o el Empire State Building (por poner un par de ejemplos).
En el siguiente vídeo podréis visionar una explicación muy gráfica de cómo era y funcionaba el sistema de seguridad inventado por Elisha Otis.
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