Cuando el FBI presionó a la revista satírica ‘MAD’ para que dejase de publicar bromas sobre J. Edgar Hoover

Durante muchísimo tiempo las revistas y publicaciones humorísticas han cumplido una muy necesaria función con la sociedad: mostrar el lado satírico de la actualidad (política, social…), pero en ocasiones sus autores y editores se han encontrado con ciertos sectores que se han visto molestos por algún tipo de contenido, haciendo todo lo posible para que un determinado ejemplar fuese retirado de los quioscos, presionando a los responsables gubernamentales para que cerraran la editorial e incluso amenazando o realizando atentados.

En la actualidad somos testigos de numerosos casos en el que determinada publicación ha molestado a cierto sector de la población y cómo se ha pedido (desde un partido político de extrema derecha) hacer escraches frente a la oficina del editor de una determinada revista en España o el ataque a la revista ‘Charlie Hebdo’ de París en 2015 por parte de terroristas islámicos.

Pero la sátira e ingenio humorístico es algo que se ha utilizado siempre desde la prensa, llegando a incomodar en múltiples ocasiones a relevantes personajes que han intentado por todos los medios que, determinada publicación, dejase de hacer bromas o ridiculizarlos.

Esto mismo fue lo que ocurrió en la segunda mitad de la década de 1950 con el todopoderoso director del FBI, J. Edgar Hoover, y la revista estadounidense de corte humorístico ‘MAD’, la cual se especializó en satirizar con gran ingenio a numerosos personajes de la época (políticos, intelectuales, artistas…), siendo uno de sus objetivos de burla el máximo responsable de la famosa agencia de investigación de EEUU.

Varias fueron las ocasiones en las que unos trajeados agentes del FBI se presentaron en las oficinas centrales de la revista MAD en Nueva York, requiriendo la presencia del máximo responsable (en aquellos momentos dirigida por William Gaines), pero en la mayoría de ocasiones inventaban algún tipo de excusa para indicar que no se encontraba allí en aquellos momentos y eran atendidos por otros trabajadores de la publicación, una táctica que desconcertaba en cierta medida a los mencionados agentes, debido a que no podían transmitir el mensaje adecuadamente.

La primera de aquellas incómodas visitas tuvo lugar el 30 de noviembre de 1957, en la que se quiso avisar a los editores de MAD del disgusto por parte de la agencia del indebido uso del nombre del director del FBI. También aprovecharon para hacerles saber que se habían recibido algunos mensajes por parte de patriotas ciudadanos que se sentían incómodos con algunos de los contenidos que aparecían en la revista (sobre todo el que tenía que ver con la sátira que se estaba haciendo de la Guerra de Vietnam).

Normalmente, tras dichas advertencias, la manera de obrar por parte de la revista era enviando una carta por escrito (en este caso dirigida a J. Edgar Hoover) en las que el director de la publicación (William Gaines) pedía disculpas y decía lamentar lo ocurrido, ya que no se había pretendido hacer maliciosamente.

Pero, evidentemente, aquella carta de disculpas no era más que papel mojado, ya que no tardarían en volver a publicar tiras cómicas o artículos tocando aquellos temas que tanto molestaban al director del FBI e incluso volviendo a mencionarlo en algunos de sus números.

En aquellos momentos la revista MAD se publicaba bimensualmente, llegando sus ventas alcanzar el millón de ejemplares solo en los Estados Unidos.

A inicios de la década de 1960, el propio J. Edgar Hoover contactó con el Fiscal General para que éste tomara medidas contra la revista, ya que la consideraba de ‘peligro público’, al estar instruyendo a los lectores (a través de sus publicaciones) para que violasen deliberadamente las leyes federales, además de ser reiterativos con los contenidos difamatorios contra la agencia (FBI) y su director.

Hubo varios intentos de cerrar la revista, pero los responsables de esta se acogían a su derecho de libertad de expresión, amparados por la Constitución.

A destacar que una de las cosas que más sacó de quicio a los agentes del FBI, que realizaron las continuas visitas a las oficinas de MAD, fue el encontrarse continuamente con la excusa de que el director de la misma nunca estaba (unos días de vacaciones, en otras ocasiones de viaje, enfermo o simplemente no sabían dónde se encontraba).

Fuentes de consulta e imagen: thesmokinggun/ atomicmag/ cbldf/ boingboing/ mytravelphotos (Flickr) / Wikimedia commons

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