Cuando el Duque de Windsor investigó y manípulo pruebas del misterioso asesinato del millonario Harry Oakes

El 14 de noviembre de 1943, John Sands, presidente del jurado reunido para
deliberar sobre el caso del atroz asesinato del millonario Harry Oakes, anunciaba el veredicto de ‘no culpable’ y la
absolución del único sospechoso del crimen: Alfred de Marigny, yerno de la víctima.

Un juicio que había comenzado un mes antes (el 18 de
octubre) en el palacio de justicia de la caribeña isla de las Bahamas, y
durante el mismo se había puesto de manifiesto numerosas irregularidades
cometidas durante la investigación del caso.

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Fue un veredicto que sorprendió a todo el mundo, debido a
que los miembros del jurado habían sido escrupulosamente escogidos con la
intención de que señalaran a Alfred de Marigny como culpable (algunos de ellos
incluso habían llegado a tener tiempo atrás algún tipo de disputa o pelea con
el acusado).

Pero finalmente, por un total de 9 a 3, se decidió que
Freddie (como era habitualmente llamado) no era culpable y salió en libertad. A
pesar de este dictamen, al día siguiente se le sometió a un polígrafo, el cual
no se había realizado anteriormente porque no servía como prueba en el juicio.
Los resultados de la máquina confirmaban que decía la verdad cuando contestó
que no había asesinado a su suegro.

Y es que tras el asesinato del millonario Harry Oakes (que
jamás se resolvió) se esconden una serie de intrigas y manipulaciones dignas de
un serial televisivo (existen varios libros y películas al respecto).

El cadáver de Oakes había sido encontrado en su dormitorio a
primera hora de la mañana del 8 de julio de
1943. El cuerpo sin vida del millonario presentaba múltiples golpes y se
le había prendido fuego intencionadamente.

Tras ser avisada la policía, ésta
mando llamar al Gobernador de Bahamas
que en aquellos momentos era el Duque de
Windsor
(antiguo rey Edward VIII
del Reino Unido que había abdicado en 1936, tan solo unos meses después de
haber sido coronado a raíz del escándalo que suscitó su relación sentimental con
la estadounidense divorciada Wallis
Simpson).

Edward Windsor se había convertido en los siguientes años en
un elemento incómodo para los intereses británicos y sobre todo tras su coqueteos con el Tercer Reich de Adolf Hitler, motivo por
el que se decidió darle un emplazamiento lejano del continente europeo y se le
envió como gobernador a la paradisiaca isla de Bahamas.

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El Duque de Windsor era
amigo personal de Harry Oakes y desde el primer momento se interesó por
el caso de asesinato y tomó el mando de la investigación. Lo primero que hizo
fue prohibir que la noticia se filtrara a la prensa, algo que llegó tarde pues
a las pocas horas medio planeta ya estaba al corriente del crimen.

Oakes, a través de sus negocios en las minas de oro, tenía
importantes contactos y tratos con interese muy  afines a la Segunda Guerra Mundial, motivo por
el que se intentó guardar mutismo sobre su muerte, ya que ésta podría
beneficiar a una de las partes.

Windsor también decidió ponerse en contacto con unos
investigadores de Miami a quienes hizo viajar hasta Bahamas para que se
encargaran, junto a él, de todas las pesquisas.

Antes de la llegada de estos detectives no se había
encontrado ni una sola prueba que incriminase Alfred de Marigny, pero tras la
llegada de estos apareció misteriosamente una huella suya en la escena del
crimen, por lo que fue detenido y juzgado, tal y como relataba en párrafos
anteriores.

Alfred de Marigny, natural de Isla Mauricio, no era un hombre
muy apreciado en Bahamas y mucho menos por su suegro, con quien no se llevaba
bien. Había llegado a la isla caribeña unos años atrás y se había casado con
Nancy, la jovencísima hija del magnate el día después de que la muchacha
cumpliera los 18 años de edad.

Esto había hecho enfadar al millonario, puesto que Marigny estaba
considerado como un ‘cazafortunas’ y este era su tercer matrimonio (se había
casado dos veces antes con mujeres millonarias y de las que se había divorciado
llevándose una buena compensación económica).

La investigación del caso hizo ver que los motivos del supuesto
asesinato de Harry Oakes a manos de su yerno había sido por las desavenencias
existentes entre ambos y para que Nancy heredase la inmensa fortuna del
magnate.

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Pero tras haber sido declarado no culpable y puesto en
libertad el caso quedó sin resolver y nadie se preocupó por averiguar lo que
realmente había sucedido y quién o quienes se encontraban tras el crimen.

Con el tiempo se descubrió que la huella de Alfred de
Marigny que apareció en la escena del crimen había estado colocada
posteriormente por uno de los detectives venidos de Miami y son muchos los
expertos que sostienen que tras el crimen se encontraba realmente el Duque de
Windsor, no como mano ejecutora pero si como el que ordenó acabar con la vida
de su amigo.

El motivo sería, posiblemente, una serie de documentos en
poder de Harry Oakes que comprometían a Edward Windsor
y que lo vinculaban directamente con el nazismo y el Führer
.

De esto hubo siempre
sospechas pero nunca se pudo demostrar, por lo que el asesinato de Harry
Oakes, siete décadas después, sigue siendo un caso abierto.

Fuentes de consulta e imágenes: telegraph
/ criminalia / independent
/ englishhistoryauthors
/ reformation

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