Cuando Agatha Christie, junto a 79 intelectuales, pidió al papa Pablo VI que volviera la misa en latín

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La celebración de la misa en latín fue un rito que se estuvo
llevando a cabo hasta poco después de la primera mitad del siglo XX. Hasta
entonces era común que la ceremonia se diera íntegramente en este idioma y los
libros sacramentales también lo estuvieran.

Otra de las peculiaridades de esa ‘misa tridentina’ (también llamada misa latina o preconciliar, ya
que fue a partir del Concilio Vaticano II,
celebrado en 1959, cuando se adoptó la nueva medida) era que hasta entonces el
religioso encargado de impartir dicha celebración lo hacía de espalda a los
feligreses.

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Con la nueva medida se quería acercar la Iglesia a los
parroquianos, hacerla más asequible y próxima.

Pero ésta era una medida que no fue del gusto de todo el
mundo y muchos fueron los creyentes que protestaron ante tal decisión. Estaban
convencidos de que la liturgia de la misa debía seguir celebrándose al igual
que se había hecho en los últimos siglos y era el sacerdote quien debía tener
todo el protagonismo durante la celebración pastoral y no los feligreses,
quienes debían ser simples siervos asistentes.

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Por tal motivo, varios fueron los escritos remitidos al
Vaticano desde las diferentes congregaciones repartidas por el planeta, pero la
carta que más llamó la atención al papa Pablo
VI
fue la que le remitieron un grupo de intelectuales europeos y americanos
en octubre de 1971 y que le fue entregada a través del arzobispo de Westminster
y cardenal de la diócesis inglesa, John Carmel Heenan.

Un escrito en el que se solicitaba al pontífice que permitiera subsistir el rito tridentino
en aquellas parroquias que desearan seguir transmitiendo la palabra de Dios de
ese modo.

Tras leer el mensaje atentamente, Pablo VI reparó emocionado en
uno de los nombres de los firmantes, ni más ni menos que Agatha Christie una de sus autoras favoritas y de quien poseía prácticamente
toda su obra literaria (cada vez que el pontífice debía desplazarse de viaje, algún
libro de la reina del crimen iba dentro de su equipaje).

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El hecho de encontrar el nombre de su admirada escritora
provocó que el papa comunicara a los intelectuales firmantes de la carta, a
través de monseñor Annibale Bugnini,
secretario de la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
(nunciatura encargada
de los asuntos relacionados con la liturgia y sacramentos de la Iglesia
Católica), el visto bueno para lo que solicitaban, manteniendo la mayor reserva
posible y que se hiciera de modo privado y no en grandes congregaciones
(celebraciones litúrgicas de carácter particular).

Cabe destacar que el de Agatha Christie no era el único
nombre de un intelectual de renombre, pudiendo encontrar entre los firmantes a
personalidades tan destacadas como la filósofa Maria Zambrano, los músicos Andrés Segovia y Yehudi Menuhin, los
también escritores Jorge Luis Borges, Iris Murdoch y Graham Greene, el pintor Giorgio
De Chirico, la escultora Barbara Hepworth o el caricaturista Osbert Lancaster,
entre otros (lee la totalidad de intelectuales firmantes

y el texto de la mencionada carta en el siguiente
enlace: http://bit.ly/2uGLAIF)

Fuentes de las imágenes: Wikimedia commons

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