En el cementerio onubense de Nuestra Sra. de la Soledad se encuentra una tumba en cuya lápida figura el nombre de William Martin, un comandante del ejército británico cuyo cadáver fue clave en un plan perfectamente tramado en el que se logró despistar a Hitler y Mussolini a través de un señuelo que engañó por completo al gobierno español y facilitó el éxito por parte de los Aliados, durante la Segunda Guerra Mundial, en el desembarco e invasión de Sicilia.
A pesar de no ser un país beligerante en el conflicto, el régimen de Franco facilitó la libre circulación por territorio español de varias células de espías nazis, que andaban en busca de todo tipo de información que llegase a través del estrecho y/o Gibraltar y que fuera importante para los intereses de Hitler.
Por este motivo, los británicos elaboraron un plan con el que engañar a las autoridades españolas y hacer que filtrasen información de vital importancia a los alemanes.
Para llevar a cabo toda la puesta en marcha del engaño se contó con la inestimable colaboración de un grupo de intelectuales que trabajaban para la inteligencia británica y entre los que se encontraba Ian Fleming (creador del personaje de James Bond). Se desarrolló una convincente historia que debería ser creída por los españoles, que a su vez convencerían a los alemanes e italianos.
El plan consistía en hacer llegar a la costa de Huelva el cuerpo sin vida de un oficial británico debidamente uniformado. Éste portaría esposado a su muñeca un maletín que contendría informes sobre la inminente invasión a través de Córcega y Grecia.
En realidad lo que se pretendía era hacer creer que ese era el verdadero plan Aliado y que las Fuerzas del Eje llevasen sus efectivos militares hacia esa zona del Mediterráneo, mientras que realmente se invadiría mediante un desembarco Sicilia.
El oficial de la inteligencia naval Ewen Montagu diseñó toda la estrategia a seguir, se consiguió el cuerpo sin vida de un sin techo que había fallecido tras ingerir veneno para ratas y, una vez adecuado y vestido para la misión, se le proporcionó una identidad: Comandante William Martin.
La madrugada del 30 de abril de 1943 el cuerpo fue soltado frente a la playa de Punta Umbría a la espera de que llegase flotando hasta las inmediaciones de la orilla y así poder ser encontrado. La ‘Operación Mincemeat’ se había puesto en marcha.
Un pescador, llamado José Antonio Rey María, que se encontraba faenando por la zona fue el primero que vio el cuerpo flotando, llevándolo hasta tierra firme y avisando a las autoridades españolas. Una patrulla se personó hasta el lugar y pudo comprobar con suma extrañeza de que se trataba del cuerpo sin vida de un militar británico, que portaba consigo un maletín sujeto a su muñeca.
Rápidamente se comunicó al Ministerio de Gobernación el hallazgo y éste paso nota de inmediato a Adolf Clauss, hijo del cónsul alemán y responsable del Abwehr (organización de inteligencia alemana) que operaba en aquella la zona. Tras inspeccionar el cadáver y realizar todas las pruebas pertinentes, se comprobaron todos los documentos que llevaba (tanto personales como oficiales) y a través de los contactos nazis en Londres se pudo verificar que la identidad del muerto era verdadera, gracias al perfecto entramado que había creado Montagu y su equipo.
El plan estaba resultando un éxito, gracias a la ayuda involuntaria de las autoridades españolas que, sin saberlo, habían facilitado de una manera natural que toda la información sobre la falsa invasión de Grecia y Cerdeña llegase a manos alemanas y éstos cambiasen la posición de sus efectivos militares para proteger la zona, dejando sin apenas refuerzos la de Sicilia.
El gobierno español entregó, tres días después, el cuerpo de William Martin al vicecónsul británico, quien preparó todo para darle cristiana sepultura con honores militares. De esta forma daban oficialmente por muerto al comandante, confirmándolo unas semanas más tarde a través de la notificación de bajas de efectivos militares a raíz de la Segunda Guerra Mundial que se publicaba en el Times, donde se informó del fatal accidente sufrido por Martin al caer involuntariamente al mar mientras realizaba una importante misión.
Todo encajaba y el pez había mordido el anzuelo o, dicho de otro modo, se había comido toda la ‘carne picada’, traducción de mincemeat, nombre que le había otorgado Montagu a esta exitosa operación de contraespionaje, gracias a la colaboración involuntaria de las autoridades del régimen franquista y su ansia por ayudar a los nazis.
Con todo a su favor, los Aliados invadieron Sicilia el 10 de julio de ese mismo año.
Tiempo después se supo que el cadáver utilizado para representar al Comandante William Martin era el de un vagabundo llamado Glyndwyr Michael. Año tras año, la tumba del oficial británico ubicada en el cementerio de Huelva ha recibido la visita de una familia de compatriotas que de esta forma querían rendirle homenaje a este singular personaje.
Una década después, Ewen Montagu escribió un libro relatando toda la historia que tituló «El hombre que nunca existió. Operación Mincemeat» y de la que también se realizó una película.
Fuentes de consulta: erroreshistoricos / wikipedia