La tormenta de polvo de 1935 que devastó las Grandes Llanuras de Norteamérica

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La década de 1930 fue realmente preocupante para la
agricultura estadounidense. Desde el crack del 29 se arrastraba una profunda crisis económica que había afectado de lleno a toda la
población y de un modo muy acuciante a miles de agricultores que se habían
quedado sin sus tierras y hogares.

Los que habían podido ir sobreviviendo se enfrentaban a un
enemigo que les podía hacer incluso mucho más daño que la caída de la bolsa o
la recesión económica del país: la climatología.

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Desde que se había iniciado la década se estaba viviendo una
terrible sequía que provocaba que
las tierras apenas dieran frutos, pero lo peor de todo era el fenómeno atmosférico que lo acompañaba
en forma de violentas tormentas de polvo
que devastaban todo lo que se encontraban a su paso,
era conocido como ‘Dust Bowl’ (que vendría a traducirse
como ‘cuenco de polvo’).

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Muchas y frecuentes fueron las tormentas de este tipo que se
dieron, sobre todo en el centro del país, en la zona conocida como Grandes Llanuras (una meseta que va
desde el golfo de México hasta Canadá y que abarca –de sur a norte- los Estados
de Nuevo México, Texas, Oklahoma, Colorado, Kansas, Nebraska, Wyoming, Montana,
Dakota del Sur y Dakota del Norte) pero la que se vivió el domingo 14 de abril
de 1935 fue realmente devastadora, ese día pasó a la Historia como el ‘Black Sunday’ (domingo negro).

Nada haría pensar que esa jornada pudiera estropearse por
culpa de una tormenta de polvo y mucho menos tras el radiante y soleado día que
había amanecido, algo que animó a muchas familias a aprovechar el buen tiempo
primaveral que hacía para salir de sus hogares, acudir a las ceremonias
religiosas del domingo y pasar un divertido día de campo.

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En las últimas semanas habían sufrido algunas tormentas de
poca importancia, pero que les había obligado a permanecer encerrados en sus
casas. Pero ese día todo parecía que iba a ser diferente y por fin podrían disfrutar
al aire libre.

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Lo que no se imaginaban era que se estaba acercando una
gigantesca nube de polvo y arena, acompañada de violentos vientos huracanados
que alcanzaban los 100 kilómetros por hora y que arrasaría con cuanto se
encontrase por su camino.

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Aquel domingo negro cientos de miles de personas se vieron
afectados por la tormenta, pillando a la mayoría fuera de sus hogares y
causando graves destrozos en las viviendas y terrenos. A su regreso a casa no
podían acceder por las montañas de arena que se habían acumulado frente a
puertas y ventanas, teniendo que usar palas para abrirse paso. La arenilla que
llevaba consigo aquella veloz y violenta nube se colaba por cualquier rendija,
por lo que el interior de los hogares quedó totalmente cubiertos de polvo.

Los costes por los daños ocasionados fueron incalculables,
dejando totalmente arruinados a la mayoría de agricultores. Cerca del 70 por ciento
de granjeros decidieron abandonar todo e irse junto a sus familias a empezar de
nuevo en la cosa Oeste, lo que provocó uno de los mayores éxodos de migración en
la Historia de los EEUU.

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