La curiosa historia del elefante de Murten

Murten es una población
medieval en suiza, con ocho siglos de antigüedad, situada en el cantón de Friburgo y cuya privilegiada ubicación
junto al lago Murtensee hacen que
sea uno de los destinos turísticos preferidos para numerosísimas personas que
buscan en sus viajes vacacionales lugares acogedores, pintorescos y originales.

Cualquier visitante puede encontrar entre las empedradas y
estrechas calles del casco antiguo de Murten infinidad de detalles que
provienen de su pasado medieval pero también una singular y curiosísima
historia, que aunque más reciente (tuvo lugar recién iniciado el verano de 1866)
tuvo como protagonista a un elefante circense y se ha convertido en el símbolo
de la ciudad.

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Llegó Murten el Bell
and Myers’ circus
, un circo ambulante estadounidense que estaba realizando
una gira por Europa. Llevaban artistas y atracciones (entre ellas una pareja de
elefantes) que harían las delicias de los ciudadanos de esta pequeña población
de poco más de dos mil habitantes que los recibieron con entusiasmo.

Se programó una única función para la tarde del 27 de junio
y ante la gran cantidad de espectadores que quedó fuera sin poder presenciar el
espectáculo, debido a que se vendieron todas las localidades pues aquel era el día
de mercado semanal y había llegado personas de otras poblaciones, se decidió
realizar un segundo pase al día siguiente, motivo por el que el circo no
recogió y se marchó esa misma noche, como solía ser costumbre.

Durante la madrugada un estruendo despertó a un buen número
de ciudadanos que sobresaltados salieron a la calle para ver qué había
ocurrido.

El elefante macho
parecía haber enloquecido, atacó a su cuidador matándolo a golpes
(el
hombre llevaba catorce años custodiando al animal) y escapó de su encierro, recorriendo
las calles de Murten y destrozando todo aquello con lo que se iba encontrando.

Muchos fueron los voluntarios que se presentaron para dar
caza y reducir al elefante, pero el paquidermo andaba fuera de sí y se había
convertido en un auténtico peligro para cualquiera que se acercase, motivo por
el que las autoridades pidieron que la población permaneciese encerrada en sus
casas.

Horas después, tras haber hecho algunos destrozos de
consideración, el elefante (por si solo) tomo rumbo de regreso al establo de
donde había escapado.

Se convocó una reunión a la que asistió el alcalde, las
fuerzas vivas de la población y los responsables del circo. Debían decidir qué
hacer con el animal, ya que corrían el peligro de que volviese a tener otro
brote agresivo, por lo que la vida de los ciudadanos corría peligro.

Finalmente se optó que lo mejor sería acabar con la vida del
elefante, pero para ello necesitarían que se hiciera de una manera contundente
y, sobre todo, rápida.

Descartaban el envenenamiento, pues este método era lento y podría
causar que mientras esperaban la muerte del animal éste tuviera otro ataque de
ira. Hubo quien propuso abatirlo a tiros, pero las armas de las que se
disponían en la pequeña población poco daño harían al animal, al que habría que
dispararle docenas de proyectiles para acabar con él.

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Entre los presentes alguien propone que el método más eficaz para acabar con el animal de la forma más rápida
posible sería disparándole un cañonazo
. El problema radicaba que en Murten
no había caserna militar, por lo que se envió un emisario hasta el arsenal de Friburgo
con el fin de solicitar que hicieran llegar a la mayor brevedad posible un cañón
de artillería.

Al día siguiente, a primera hora de la mañana ya había
llegado hasta Murten el cañón y se dispuso todo para abatir al elefante de un
cañonazo con una bala de tres kilogramos de peso.

El estruendo se escuchó en toda la población debido al
emplazamiento entre las montañas que amplificó el sonido del cañonazo.

El Bell and Myers’ Circus recogió y emprendió camino hacia
un nuevo destino, dejando en Murten el cadáver del animal que tantas tardes de
gloria le había proporcionado.

El cuerpo del elefante fue troceado y su carne vendida a un
precio irrisorio por los carniceros de la ciudad. Aquel día todos los
habitantes de Murten disfrutaron de un delicioso guiso.

El ayuntamiento pensó que instalando un pabellón donde exhibir
el esqueleto del elefante ayudaría a llevar a muchos curiosos a visitar la
población y así poder embolsarse unas buenas ganancias, pero el proyecto tenía
un coste que el consistorio no podía asumir, por lo que se decidió venderlo al
prestigioso Museo de Historia Natural de Berna, quienes pagaron tres mil
francos suizos por los restos del animal (actualmente todavía se encuentra
expuesto allí).

El
incidente del elefante de Murten quedó grabada como una de las anécdotas más
famosas de la población, siendo transmitida de una generación a otra y
actualmente los lugareños explican a los visitantes que llegan hasta la
población, señalando cada punto de la ciudad donde se desarrolló toda esta historia.

Cabe
destacar que a un trozo de la calle del ayuntamiento, donde pasó parte de los
acontecimientos, se la conoce como ‘la calle
del elefante’
.

Este 2016
se celebra el 150 aniversario de aquellos hechos y en Murten se ha conmemorado
con diversas celebraciones e inaugurando una escultura que representa un
elefante.

Fuentes de consulta e imágenes: murtentourismus / swissinfo / bernerzeitung / Museo
de Historia Natural de Berna