La curiosa historia de los sellos de Isla Mauricio que valen una auténtica fortuna

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Hasta 1840 cuando alguien enviaba una carta ésta era abonada por el destinatario. Fue ese año cuando apareció el primer sello postal en Gran Bretaña e hizo que, a través de la compra de esa estampilla, fuese el remitente quien pagase por el envío y no el receptor, ahorrando de ese modo cientos de miles de libras esterlinas al servicio de correos al producirse, hasta aquel entonces, infinidad de devoluciones de cartas que no eran admitidas por los destinatarios para no tener que pagar el envío.

Durante los siguientes años todas aquellas colonias que pertenecían al Reino Unido tuvieron que ir emitiendo sus propios sellos para regularizar los envíos.

Esto es lo que motivó que el 21 de septiembre de 1847 en la colonia británica de Mauricio, una pequeña isla situada en el Océano Índico a 900 kilómetros al Este de Madagascar, se emitieran los dos primeros sellos y que han pasado a la Historia por ser en la actualidad objeto de deseo de coleccionistas filatélicos que son capaces de pagar auténticas fortunas con tal de adquirir uno de ellos (en 1993 se llegó a pagar 4 millones de dólares por un ejemplar).

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El motivo de que dichos sellos tengan ese altísimo valor es el texto ‘Post Office’ que aparece en el lateral de esa primera emisión que se realizó en 1847 y que en la siguiente (un año después y todas las posteriores emisiones) había sido cambiada por el de ‘Post Paid’.

Hasta la fecha la correspondencia postal en Isla Mauricio era tan escasa que no había hecho falta emitir los sellos, pero el encargo de un envío masivo de cartas por parte de Elizabeth Ann Kerr (conocida como Lady Gomm), esposa del gobernador británico en la colonia, William Maynard Gomm, quien había organizado un gran baile de sociedad y quería enviar invitaciones a un gran número de invitados (muchos de ellos personalidades de otros países).

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La oficina postal mauriciana decidió encargar el trabajo de diseño de los sellos a Joseph Osmond Barnard, un pintor e ilustrador que residía en Port Louis (capital de la isla) y que era un auténtico especialista en realizar grabados en miniatura.

Debía realizar dos sellos que serían idénticos el uno del otro, pero que variaría su valor y color (marrón anaranjado el de 1 centavo y azul marino el de 2 peniques). En el centro del sello aparecería la silueta de perfil de la Reina Victoria del Reino Unido y la leyenda ‘Mauritius’ a la derecha, el valor en la parte de abajo, ‘Postage’ arriba y ‘Post Paid’ a la izquierda. Este texto era un recurrente juego de palabras que podía traducirse como ‘Pre Pago’ o ‘Correo Pagado’.

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No se sabe bien el motivo, pero Joseph Osmond Barnard incluyó la leyenda ‘Post Office’ en lugar de la acordada ‘Post Paid’ y así apareció en la tirada de quinientas unidades de cada uno de los sellos que se emitieron y que casi en su totalidad fueron utilizados para enviar las cartas con las invitaciones al baile de Lady Gomm. Un evento que se celebraría el 30 de septiembre de 1847 y que pasaría a la historia por ser uno de los bailes de sociedad más esplendorosos de la época, motivo por el que muchas son las litografías y sellos conmemorativos que se han emitido posteriormente para celebrar la efeméride.

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Pero, sobre el supuesto motivo por el que el ilustrador cambió la palabra ‘paid’ por ‘office’ en los sellos que le encargaron, infinidad son las historias que corren no dando ninguna una explicación clara o creíble sobre la verdadera razón. Hay quien dice que fue por despiste del propio Barnard, que olvidó lo que tenía que poner y que al pasar frente a la oficina de correos le vino a la cabeza que ‘Office’ era la palabra correcta. Otros cuentan que, debido a su edad, no leyó bien lo que ponía en el encargo. Esto es totalmente falso, ya que el ilustrador contaba con 31 años y de haber tenido problemas de vista no hubiese podido dedicarse a esa profesión y mucho menos realizar el encargo. Sí que hay algunos datos que indican que un par de décadas después sí que sufrió alguna anomalía en la visión.

Sea cual fuere el verdadero motivo por el que en la primera tirada aparecía un texto y en las posteriores otra, lo importante es que gracias a ese pequeño descuido esos sellos actualmente están valorados como los más caros del planeta, existiendo muy pocas copias y siendo deseadas por coleccionistas millonarios que están dispuestos a pagar verdaderas fortunas.

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