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Sobradamente conocido es el caso del complot organizado
desde la Unión Soviética para
asesinar a Adolf Hitler utilizando a
la actriz Olga Chejova de quien el Führer se había declarado un admirador
incondicional. Una serie de descoordinaciones entre los agentes que debían
participar en la operación llevó al traste el plan.
Pero esta no era la primera ni única ocasión en la que los
soviéticos, conocedores de la debilidad mitómana del líder nazi por las
actrices, habían utilizado a alguna para reclutarla como espía.
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asesinar]
Este fue el caso de Marika
Rökk, una artista de origen egipcio y que durante la década de 1930 (cuando
todavía no había cumplido los 20 años de edad) comenzó a triunfar como
cantante, bailarina y actriz, convirtiéndose en una de las favoritas del Tercer Reich tras la llegada del
nazismo al poder.
A pesar de su juventud, Marika Rökk había realizado giras
por los Estados Unidos y parte de Europa, cosechando un gran éxito. Su llegada
a Alemania en 1934 fascinó a los jerarcas del Reich quienes la convirtieron en
toda una estrella.
Tras la promoción y encumbramiento de la joven actriz se
encontraba Joseph Goebbels, ministro
de propaganda del régimen, y conocido por su debilidad hacia las actrices. Sonado
fue su idilio con la actriz checa Lída
Baarová; un affaire al que tuvo que poner fin el propio Hitler por
mediación de la esposa de su valiosísimo ministro.
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joven actriz]
Goebbels quería convertir a Marika Rökk en la Ginger Rogers del régimen alemán:
una actriz que cantara, bailara y deleitara al público germano que acudiera a
las salas de cine.
Pero a quien también fascinó fue al propio Hitler, quien
tras verla en sus primeras películas dio vía libre a su ministro de propaganda
para que la convirtiera en una de las mayores estrellas del cine alemán.
Tras el fin de la Segunda
Guerra Mundial y la caída del Tercer Reich la actriz fue obligada a ‘permanecer
en el congelador’ durante dos años, metáfora que se utilizaba para referirse a
aquellos que se les señalaba de haber colaborado con el régimen nazi –aunque no
habían participado activamente en su política y actos- y a quienes no se les permitía
trabajar durante un tiempo.
Marika Rökk no pudo volver a ejercer como actriz hasta 1947 y
retomó su carrera como cantante de opereta, un género para el que estaba
especialmente dotada y con el que empezó en el mundo del espectáculo.
Vivió en la división occidental de Alemania (aunque algunas
temporadas se trasladó a Austria) y llevó una vida como artista de opereta que
le dio cierta fama en Europa, aunque no volvió a alcanzar el éxito que tuvo
durante los años del Tercer Reich en los que fue una estrella.
Pero detrás de la cándida actriz y cantante se ha descubierto
recientemente –tras la desclasificación de documentos de la antigua URSS- que
se escondía una valiosa espía que trabajaba como agente para los servicios
secretos soviéticos.
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Fue reclutada a inicios de la década de 1940 por Yan Cherniak, un famoso agente al frente
de la red de espionaje soviético Krona
y el mismo responsable que había captado a la actriz Olga Chejova y planeado el
asesinato de Hitler.
Durante un buen número de años en los que Marika Rökk
deleitaba a los nazis –entre ellos a Hitler y Goebbels- iba pasando información
del Reich a los soviéticos.
Pero no solo espió a los nazis… durante los años de la Guerra Fría, desde su residencia en
Alemania Occidental aprovechó para seguir pasando información a los soviéticos.
Según consta en la documentación desclasificada
recientemente, en 1951 ya se tuvo constancia de que trabajaba para la KGB, aunque posteriormente se descartó
esa posibilidad al ser bastante evidente en múltiples ocasiones su
anticomunismo.
Falleció en 2004 a los 90 años de edad y su primer marido
(de quien enviudo en 1964) el director de cine alemán Georg Jacoby, con quien se había casado en 1940 tras conocerse en
el rodaje de una película, también aparece en los documentos desclasificados
como uno de los espías reclutados por la URSS.
Fuentes de consulta e imágenes: theguardian
/ bild
/ independent
/ Wikimedia
commons
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adolescencia]
