El inspector de correos que lideró una cruzada contra el envío postal de material sexual

En Estados Unidos a cierto tipo de funcionarios pertenecientes a determinados departamentos oficiales se les adjudica un poder y responsabilidad como representantes gubernamentales siendo muy común que, aunque nada tenga que ver la labor que desempeñe, tenga asignados ciertos roles que les permite convertirse en una especie de ‘agentes de la autoridad’ que les faculta a perseguir delitos y a quienes los cometen.

Un claro ejemplo es el de los inspectores postales, quienes durante largo tiempo ejercían su cargo en la correspondiente oficina de correos en la que estaban asignados y al mismo tiempo se encargaban de velar de la seguridad ciudadana, como si de inspectores de policía se tratara.

Esto llevaba a que algunos de ellos tuviesen un exceso de celo en sus funciones y se convirtieran en obsesionados perseguidores de todo aquello que, bajo su criterio, no veían moralmente correcto.

Uno de los casos más curiosos fue el protagonizado por Anthony Comstock, quien ejerció como inspector postal a lo largo de cuatro décadas (las tres últimas del siglo XIX y primera del XX) y cuyo fanatismo religioso lo llevó a liderar una cruzada contra el envío postal de material sexual con tal éxito que consiguió que un conjunto de leyes federales aprobadas por el Congreso de los Estados Unidos, en 1873, y que se limitaban a restringir algunas libertades y perseguir ‘conductas lascivas e inmorales’,  fuesen conocidas por su apellido (‘Comstock Laws’ o ‘Leyes Comstock’).

Ese mismo año había fundado la ‘New York Society for the Suppression of Vice’ (Sociedad de Nueva York para la Supresión del Vicio), con la que se dedicaba a perseguir y denunciar a toda aquella persona que, bajo su moralista pensamiento, cometía alguna inflación inmoral.

El servicio postal se había convertido en la principal forma de hacer llegar a los hogares cualquier tipo de producto comprado por catálogo, siendo alguno de estos la literatura obscena, artículos considerados de uso indecente e inmoral o simples panfletos de divulgación sexual con consejos sobre métodos anticonceptivos.

Desde sus años de juventud, Anthony Comstock había pertenecido a la organización religiosa ‘YMCA’ (sí, esa a la que el grupo Village People le dedicó una famosísima canción y cuyas siglas significan literalmente ‘Young Men’s Christian Association’, en español ‘Asociación de jóvenes cristianos’).

A través de las dos organizaciones a las que pertenecía, Comstock se dedicó a perseguir incansablemente, desde su cargo de inspector postal, todo tipo de envío que creía inmoral, pero posteriormente incluso a las personas que, a su juicio, él creía que cometían delitos de lascivia y contra la moral de las personas. Una de las que recibió numerosas denuncias por su parte fue Mary Dennett, famosa activista por los derechos de la mujer y que escribió uno de los primeros panfletos sobre educación sexual, natalidad y planificación familiar de la historia de los Estados Unidos, que fue llevada ante un tribunal en un famoso juicio en el que logró tumbar algunos de los artículos de las polémicas ‘Leyes Comstock’ (próximamente publicaré un artículo sobre su interesantísima vida e historia).

Durante la primera década de 1900, uno de los productos que se detectó que se estaba enviando con regularidad a través del servicio de correos era unas tabletas con píldoras abortivas que iban escondidas entre otros productos y que se habían comprado por catálogo a través de anuncios camuflados en la prensa. El departamento dirigido por Anthony Comstock consiguió interceptarlas y este inspector postal ganó muchos puntos ante sus superiores, en un momento en el que cada vez eran las voces críticas contra él y sus métodos fanáticos y ultrarreligiosos.

 Otro de sus logros (además de conseguir que se aprobaran una serie de leyes federales) fue que se aplicara la censura en la prensa. A partir de 1911, Margaret Sanger, enfermera y defensora de la salud reproductiva, comenzó a escribir artículos sobre educación sexual, higiene y salud reproductiva en el periódico ‘The New York Call’, alcanzando gran éxito con una columna titulada ‘What Every Girl Should Know’ (Lo que toda chica debe saber) y Comstock logró que fuese censurado y prohibido por un tribunal tras denunciar que la columnista había violado varios artículos de las leyes que llevaban su propio apellido.

En 1915 Anthony Comstock enfermó, falleciendo el 21 de septiembre de ese mismo año, sin poder asistir a algunos de los juicios contra personas a las que él mismo había denunciado a través de la Sociedad de Nueva York para la Supresión del Vicio (aunque algunos veredictos finalmente no les serían favorables a estos fanáticos vigilantes de la moral).

Fuentes de consulta e imagen: nyhistory / historyofinformation / Library of Congress / Wikimedia commons

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