El espectáculo de colisión de locomotoras de tren que congregó a miles de espectadores y acabó en tragedia

Días atrás explicaba la historia sobre cuando asistir a la colisión frontal de dos locomotoras de tren se convirtió en uno de los espectáculos favoritos del público, celebrándose el primero de ellos el 30 de mayo de 1896, durante la inauguración del Buckeye Park de Ohio, y organizado por la ‘Columbus and Hocking Valley Railroad’, en el que asistieron alrededor de 20.000 espectadores de todas las edades y mediante el cual la compañía ferroviaria se reembolsó una gran cantidad de dinero (de los billetes de tren que vendió y en el que viajaron los asistentes), convirtiéndose en un lúdico método para deshacerse de las locomotoras que ya se habían ido quedando inservibles y obsoletas.

Esa no fue la única ocasión en la que se llevó a cabo ese tipo de atracciones y a lo largo de las siguientes dos décadas tuvo lugar docenas de espectáculos en los que el plato principal era el choque de trenes.

De todas esas jornadas hay una que ha destacado y pasado a la historia bajo el nombre de ‘Crash at Crush’ y que tuvo lugar el 15 de septiembre de 1896, tan solo tres meses después de la primera vez que se llevó a cabo. Pero en aquella ocasión, a pesar de la buena organización, no todo salió tan bien como la precedente, convirtiéndose en una tragedia en la que perdieron la vida dos personas y numerosos espectadores resultaron heridos de diferente consideración.

Tras el rotundo éxito de la colisión de locomotoras del 30 de mayo de 1896, el emprendedor William George Crush decidió poner en marcha otro de aquellos espectáculos y en el que la compañía ferroviaria podría ganar una astronómica suma de dinero(teniendo en cuenta que hablamos de finales del siglo XIX), además de darle una buena salida a las máquinas que ya no les eran de utilidad.

El señor Crush propuso tal evento a la compañía ferroviaria ‘Missouri–Kansas–Texas Railroad’, quienes también tenían un excedente de locomotoras inservibles y de ese modo hacer un doble negocio, deshaciéndose de estas y ganando dinero con un espectáculo que sabía, a ciencia cierta, que atraería a miles de curiosos espectadores.

Se llevaría a cabo el mencionado 15 de septiembre y el lugar escogido para realizar la colisión fue un valle al norte de Waco, en un punto intermedio de la recién inaugurada ruta ferroviaria que unía Dallas y Houston, en Texas. En aquellos momentos ese Estado estaba prosperando y cerca de dos millones de personas lo habitaban, por lo que la posibilidad de que muchos de ellos acudiesen al espectáculo era muy alta.

Para aquella jornada se montaron carpas alquiladas a la célebre compañía circense Ringling Brothers, se ofrecieron servicios de cantina y restauración, baile, músicos y artistas que iban entreteniendo a los presentes y un sinfín de atracciones que harían las delicias del numeroso público que hasta allí había viajado para pasar un increíble día familiar.

Existe un baile de cifras (dependiendo la fuente que se consulte) que da una afluencia de público a aquel espectáculo que va desde los 30.000 hasta los 50.000 espectadores. Lo que sí se sabe con certeza es que la convocatoria fue todo un éxito y se tuvo que habilitar varios centenares de trenes que viajaron hasta aquel lugar cargados hasta los topes de numerosísimas personas de todas las edades.

Los días previos al gran acontecimiento, William George Crush estuvo haciendo una gran campaña publicitaria a través de toda la prensa del Estado de Texas, contratando anuncios a página completa, consiguiendo una repercusión mediática sin precedentes, ya que muchísimos periodistas se trasladaron aquel día para ser testigos del espectáculo de colisión frontal de locomotoras para posteriormente escribir extensos artículos.

Para tal fin, Crush coordinó con su equipo el diseño y construcción de las gradas, a una distancia prudencial, desde las que el multitudinario público observaría el espectáculo, además de construir una vía ferroviaria de seis kilómetros de largo. Las locomotoras saldrían de cada uno de las puntas y cogerían una velocidad máxima de aproximadamente unos 70 kilómetros por hora (algo desorbitado para la época) e instantes antes de la colisión, los maquinistas saltarían en marcha de las máquinas, chocando estas frontalmente y ofreciendo un sensacional y aparatoso espectáculo.

Pero el cálculo sobre la distancia de seguridad en la que debía situarse el personal y espectadores no fue lo suficientemente preciso y tras la colisión de las locomotoras, las calderas de estas explotaron, lanzando numerosa metralla en forma de piezas de hierro y madera hasta docenas de metros, alcanzando a numerosas personas que estaban más cerca de lo que debían y ocasionando la muerte de dos de ellas y heridas a otras muchas (hay baile de cifras en cuanto a los heridos, encontrando que algunas fuentes indican que solo se trataron de seis personas y otras crónicas llegan a decir que fueron cerca de un centenar).

Aquel fantástico día se convirtió de repente en toda una tragedia. No se había tenido en cuenta que pudiese suceder algo de tal magnitud y los servicios de socorro eran escasos para atender a los heridos. El hecho de estar en un valle, alejados de una población importante, también dificultó el traslado, además que numerosísimas personas, en estado de shock, decidieron salir despavoridas y rápidamente de allí, no habiéndose habilitado suficientes trenes de vuelta en los que cupiesen todos, por lo que los pasajeros iban hacinados.

Evidentemente, la prensa informó de lo sucedido, pero lo hizo menos de lo que se esperaba. La compañía ferroviaria ‘Missouri–Kansas–Texas Railroad’, tras lo sucedido, había decidido despedir fulminantemente a William George Crush la misma noche del accidente, pero al ver que los periódicos apenas informaron de lo sucedido y las autoridades no les reclamaron responsabilidades, decidieron readmitirle en su puesto de trabajo al día siguiente de su despido.

Se tiene constancia que otras compañías siguieron realizando este tipo de espectáculos de colisiones frontales de locomotoras a lo largo de las siguientes dos décadas, pero se trataron de atracciones a menor escala y menos público presente, por lo que tampoco tuvieron demasiado relevancia.

Fuentes de consulta e imágenes: texascooppower / tshaonline / texasalmanac / baylor / Wikimedia commons / waymarking

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