El atleta olímpico japonés que tardó más de medio siglo en completar la carrera de maratón de los JJOO de Estocolmo 1912

Una de las pruebas estrellas de unos Juegos Olímpicos es el maratón, una carrera de larga distancia en la que los atletas deben recorrer 42 kilómetros y 195 metros que, desde los primeros JJOO modernos de 1896, se ha celebrado homenaje al popular mito histórico, acontecido en la Antigua Grecia (cuna del olimpismo), en el que, según cuenta la leyenda, Filípides recorrió la distancia que separaba las poblaciones de Maratón y Atenas, en el transcurso de la batalla homónima (en el año 490 a.C.).

Los Juegos Olímpicos de Estocolmo de 1912, fue la primera ocasión en la que, el entonces Imperio de Japón, se enviaba una delegación de deportistas nipones, siendo solo dos los atletas elegidos para participar, uno de ellos lo iba a hacer en la modalidad de Maratón.

En realidad, los gobernantes japoneses no veían el olimpismo como un evento digno en el que invertir esfuerzo económico y humano, pero el intento de aperturismo hacia occidente que el país llevaba haciendo bajo el reinado del emperador Meiji Tennō, provocó que se intentara hacer un esfuerzo para enviar una pequeña delegación (dos únicos deportistas con un par de acompañante de la federación olímpica japonesa).

La falta de recursos llevó a que estos realizaran un viaje de diecisiete días de duración entre Japón y Suecia, teniendo que coger varios barcos, un larguísimo trayecto en tren en el mítico transiberiano y finalizarlo por carretera, llegando a Estocolmo con casi un mes y medio de anticipación a la fecha en la que participarían los dos atletas (Yahiko Mishima, que correría los 100, 200 y 400 metros en pista, y Shisō Kanaguri, que disputaría la prueba de maratón y por la que pasaría a la historia).

Muchos fueron los factores por los que estos dos deportistas no pudieron estar al cien por cien en el momento de realizar sus correspondientes participaciones olímpicas: el agotamiento físico que les había supuesto un viaje tan largo, del que no llegaron a recuperarse; las famosas ‘noches de sol’ que el país nórdico tenía en aquellos momentos, por lo que no dormían adecuadamente; la falta de arroz en Suecia, dificultando la dieta de los atletas nipones; las altas e inusuales temperaturas que se registraron aquellos días (llegando a los 40 grados Celsius).

Yahiko Mishima fue el primero de los dos atletas en participar, quedando en último lugar en las carreras de 100 y 200 metros y no pudiendo disputar la de 400 a causa de un dolor en su pierna derecha.

Por su parte, Shisō Kanaguri fue uno de los 68 corredores que tomaron la salida en la prueba de maratón el 14 de julio (de 1912), un día de gran calor que provocó que solo 36 participantes pudiesen acabar la carrera. La mayoría abandonaron tras padecer un golpe de calor y no hidratarse convenientemente, ya que no se colocó ningún punto de abastecimiento de agua hasta la mitad del recorrido. También cabe destacar que el atleta portugués Francisco Lázaro falleció mientras corría tras sufrir un colapso (según se supo posteriormente, había untado su cuerpo con cera, para evitar que el calor le hiciera sudar y esto provocó que padeciera un desequilibro electrolítico de los fluidos del cuerpo al no poder salir la sudoración hacia el exterior).

El atleta japonés también fue uno de los que no llegó a la meta, ya que cuando llevaba recorridos 26 kilómetros y 700 metros sufrió un desmayo, no percatándose de ello ningún miembro de la organización y siendo recogido del suelo por un agricultor que tenía su granja en las inmediaciones, llevándolo hasta su casa para que se pudiera recuperar.

Pero Shisō Kanaguri no se despertó hasta el día siguiente y cuando lo hizo se dio cuenta que había hecho algo que avergonzaría a su país, así que sin decir nada a nadie del comité olímpico organizador decidió abandonar Suecia y regresar a Japón de incógnito.

La suerte que tuvo Shisō Kanaguri fue que en su país nadie había prestado atención a lo que habían hecho él y su compañero Yahiko Mishima (quien había decidido también irse por su cuenta y recorrer varias ciudades de Europa en plan turista, tardando en regresar a Japón alrededor de medio año).

A pesar de lo ocurrido en los JJOO de Estocolmo, Shisō Kanaguri siguió practicando el maratón y siendo seleccionado para los posteriores Juegos Olímpicos (los de 1916 no porque se cancelaron a consecuencia de la Primera Guerra Mundial, pero sí fue a los de Amberes 1920 y París 1924).

Pero en Estocolmo nadie sabía qué había ocurrido con el maratoniano japonés, dándosele como ‘desaparecido’ en el acta de dicha carrera. Medio siglo después, cuando se estaba preparando en Suecia un evento para celebrar la efeméride de los JJOO celebrados en aquel país en 1912, un periodista de la televisión sueca encontró unos documentos sobre el caso de la misteriosa desaparición de Shisō Kanaguri y tirando del hilo acabó descubriendo que éste residía en Japón y vivía plácidamente, tras haberse jubilado hacía unos años como maestro de escuela.

Tras localizarlo y contactar con él, en 1966 logró convencer a los responsables de Comité Olímpico de Suecia poder organizar un evento en el que el atleta japonés (que en aquel momento tenía 75 años de edad) pudiese finalizar la prueba de maratón iniciada el 14 de julio de 1912.

Finalmente todo se arregló para hacerlo posible y Shisō Kanaguri fue llevado hasta Estocolmo, recorriendo andando los últimos metros en el estadio olímpico y atravesar la línea de meta, quedando registrado para la posteridad el tiempo de 54 años, 8 meses, 6 días, 8 horas, 32 minutos, 20 segundos y 3 centésimas que tardo en completar la prueba de maratón de los JJOO de 1912. Falleció en 1983 a la edad de 92 años.

Fuente de las imágenes: japaholic / Wikimedia commons

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