Dr. Feelgood, el médico que se dedicó a dopar con anfetaminas a las celebrities

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Miembros de la alta sociedad estadounidense, estrellas de
Hollywood, intelectuales y políticos de primer nivel se encontraban entre los
pacientes del doctor Max Jacobson,
un prestigioso a la vez que poco ortodoxo médico que había creado un inyectable
con el que les devolvía el ánimo, provocaba una alargada euforia y
proporcionaba una energía ilimitada.

La inyección que suministraba el Dr. Jacobson (también
conocido como ‘Dr. Feelgood’ o ‘Miracle Max’) era un potente cóctel entre
cuyos ingredientes había: anfetaminas, hormonas animales, médula ósea, enzimas,
placenta humana, analgésicos, esteroides y multivitaminas.

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Marilyn Monroe, Elvis Presley, Marlene Dietrich, Truman Capote, Tennessee Williams, Cecil B.
DeMille, Yul Brynner, Zero Mostel o Anthony Quinn eran unos cuantas de las celebridades que se encontraban entre la selecta
clientela de Jacobson, quienes reclamaban su servicio para recibir el ‘chute’ que
los haría estar a tope durante los siguientes días.

Pero el más ilustre de sus pacientes fue John F. Kennedy, quien se puso en manos
de Dr. Feelgood, cuando todavía era candidato a la presidencia, aconsejado por Mark Shaw, amigo
personal de ambos y uno de los más reputados fotógrafos de las celebridades más
importantes de los años 50 y 60 (de su talento con la cámara salieron algunas icónicas fotografías).

Kennedy padecía de múltiples dolencias (náuseas, alergia,
cefalea, deficiencia tiroidea, ataques de asma, osteoporosis, la enfermedad de
Addison, colesterol…) además de unos terribles dolores de espalda que lo obligaban
a llevar una incomodísima faja ortopédica. Hasta el momento en que conoció a
Jacobson eran innumerables las pastillas que tomaba diariamente para mitigar el
dolor, pero con la ‘milagrosa inyección’
del Dr. Feelgood
podía estar un gran número de horas sin acordarse de sus achaques.

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F. Kennedy
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Max Jacobson llegó a acompañar al matrimonio Kennedy (Jacqueline también se puso en sus manos) en
el importantísimo viaje que realizaron a Europa del 30 de mayo al 5 de junio de
1961, donde el Presidente de los EEUU llegó a reunirse con su homólogo soviético
Nikita Jruschov en
la decisiva cumbre de Viena.

Según indican las crónicas, unas horas antes del encuentro JFK sufrió
una de sus crisis de dolor y gracias a la rápida asistencia de Jacobson hizo
que se recuperada al instante y pudiera seguir con la agenda establecida.

El remedio infalible del Dr. Feelgood llegó a tener
enganchado a Kennedy a sus inyecciones, algo que le fue recriminado por su
hermano Robert, quien aconsejó que dejara de inyectarse el explosivo cóctel. La
respuesta de JFK fue contundente: ‘Como si lleva  orina de caballo. A mí me funciona’.

A pesar de las noticias que corrían alrededor de los nocivos
componentes de las inyecciones del Dr. Max Jacobson cada vez eran más las
celebrities que acudían a él. Se convirtió en un médico de guardia permanente
las 24 horas del día y no le importaba ser despertado de madrugada para acudir
al otro lado de la ciudad e inyectar un chute del famoso ‘Miracle Max’. Sus
honorarios eran desorbitados y a sus exclusivos pacientes no les importaba pagar
lo que fuera por el momento de euforia que les proporcionaba.

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Pero el repentino fallecimiento del fotógrafo Mark Shaw en
su apartamento de Nueva York el 26 de enero de 1969, a los 47 años de edad, hizo
sonar todas las alarmas. En un principio se pensó que había sufrido un paro
cardíaco pero, gracias a la autopsia practicada a petición de la familia, se
pudo descubrir que la muerte le había sobrevenido tras inyectarse una letal
dosis del Dr. Feelgood.

El caso llamó la atención de los periodistas, quienes
comenzaron a indagar sobre los polémicos métodos empleados por el médico y
quiénes componían su selecta clientela. Finalmente, en 1975, se le retiró la
licencia médica y se le prohibió volver a ejercer la medicina. Falleció cuatro
años después.

Fuentes de consulta: nysun / nymag
/ telegraph