Cuando la puritana sociedad británica admitió la ‘amistad romántica’ de dos de sus aristocráticas damas

Hubo un tiempo en el que se utilizó el término ‘amistad romántica’ para hacer referencia a la estrecha relación que podía existir entre dos personas del mismo sexo y que iba más allá de la amistad convencional y de camarería, siendo una forma culta de referirse a la homosexualidad.

Y es que ese tipo de ‘amistad romántica’ estaba entre personas del mismo género de todos los estatus sociales, por lo que fue un cultismo utilizado para referirse a estas, sobre todo cuando pertenecían a las clases más altas.

En la sociedad anglo-irlandesa, de la segunda mitad del siglo XVIII y primer cuarto del XIX, se produjo un curioso hecho en el que la estirada y puritana sociedad aristocrática acabó admitiendo que dos de las damas que pertenecían a esa selecta clase, convivieran juntas como cualquier pareja convencional, siendo conocidas como las ‘Señoritas de Llangollen’.

Eleanor Butler(nacida en 1739) y Sarah Ponsonby (dieciséis años menor) pertenecían a dos importantes e influyentes familias que se conocieron en 1768 (cuando Eleanor tenía 29 años y Sarah 13) y desde entonces forjaron una relación de amistad que, con el tiempo fue mucho más allá, teniendo que huir años después de sus respectivos hogares y empezando una vida en común (a partir de 1780) en la pequeña población de Llangollen (al norte de Gales).

Aunque a menudo fueron señaladas por esa especial amistad romántica que existía entre ambas, con el tiempo sus vecinos y miembros de la sociedad acabaron admitiéndolas entre ellos, convirtiéndose, además, en todo un referente de la intelectualidad de la época y lugar.

Famosa fue la extensa biblioteca que llegaron a poseer, siendo la casa donde habitaban un sitio en el que acudían numerosas personas (la mayoría intelectuales de la época) a conversar con las Señoritas de Llangollen, además de consultar sus libros o pasar una agradable velada de tertulia.

A pesar de conseguir aquella tolerancia por parte de sus vecina, Eleanor y Sarah no la obtuvieron de sus respectivas familias, llegando a perder la asignación monetaria que por la época se les otorgaba a las hijas solteras y teniendo que ser ayudadas económicamente gracias a la generosa solidaridad de vecinos y amigos.

Incluso llegaron a disponer de una fiel sirvienta, llamada Mary Caryll, que trabajó para ellas totalmente gratis durante el resto de su vida, a cambio de manutención y un lugar donde vivir (cuando falleció fue enterrada junto a las Señoritas de Llangollen).

Pero la vida anterior de las Señoritas de Llangollen, a cuando decidieron unirse, no fue un camino de rosas y tuvieron que sufrir grandes humillaciones dentro de sus propias familias. Cuando Eleanor Butler cuando estaba a punto de cumplir los 40 años de edad, al no haber contraído matrimonio ni tener un pretendiente alguno con el que casarse, se le obligó a ingresar en un convento para que se convirtiera en religiosa, algo de lo que pudo librarse tras escapar junto a Sarah. Esta, por su parte, sufrió abusos sexuales por parte de un conocido de su ‘honorable’ familia.

Las Señoritas de Llangollen han pasado a la posteridad como un ejemplo de empoderamiento femenino. Dos mujeres que consiguieron vivir dónde y cómo quisieron, sin tener que ajustarse a las estrictas normas y etiquetas sociales y son puestas a menudo como ejemplo cuando se habla de la ‘amistad romántica’ entre dos personas del mismo género en siglos pasados. Cabe destacar que numerosos son los estudios sobre ellas en los que se señala que la relación de ambas fue únicamente de amistad y camarería, sin existir ningún vínculo sexual entre ellas.

Fuentes de consulta e imagen: erudit/ longreads/ f-n-f.net/ Wikimedia commons

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