En 1968, Phillippe Petit se encontraba en la sala de espera de un dentista. Acudió allí aquejado de un fuerte dolor de muelas y, mientras aguardaba su turno, se entretuvo ojeando un revista que allí había. De repente, un artículo llamó su atención. En él se hablaba del inicio de las obras de construcción en Nueva York de los que serían los rascacielos más altos del planeta. Arrancó la hoja y salió rápidamente de la consulta.
Phillippe tenía 17 años y se ganaba la vida como artista callejero. Fue uno de los primeros malabaristas, mimos y funambulistas que aparecieron en las calles de París tras los acontecimientos de mayo del 68. Sin haber sido construidos aún, tenía claro que algún día cruzaría sobre un alambre desde lo más alto. Tenía mucho tiempo para ensayar, todo el que durasen las obras, y antes de hacerlo probaría con otras edificaciones de menos altura.
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Dos de estos lugares fueron la catedral de Notre Dame de París y el puente del puerto de Sydney. Para entrenarse, creó un equipo compacto de colaboradores y trabajó duro con el objetivo de realizar su proeza.
El 4 de abril de 1973, el World Trade Center fue inaugurado, a pesar de que aún quedaban flecos por resolver para terminar las Torres Gemelas. Phillippe y varios miembros de su equipo viajaron varias veces a Nueva York durante varios meses. Tras numerosísimas visitas a los edificios, decidieron que la fecha elegida para efectuar el plan sería el 30 de mayo de 1974.
Se prepararon a conciencia, tomando innumerables instantáneas desde todos los ángulos posibles, incluyendo tomas aéreas desde un helicóptero; no dejaron ni un solo detalle suelto. Para llevar a cabo las entradas y salidas de las torres y moverse libremente por ellas, contaron con la inestimable colaboración de Barry, el responsable de una compañía de seguros que recientemente había instalado sus oficinas en uno de los pisos superiores de una de las torres. Phillippe y su cómplice se conocieron casualmente en la plaza que había frente a la entrada de los rascacielos. Barry reconoció al artista que había visto años atrás trabajando en las calles de París y se ofreció a ayudarlo en todo lo que precisase: “Quiero cruzar las torres sobre un alambre y necesito poder acceder a los edificios”, le contó Phillippe.
Mientras llegaba la fecha clave, volvieron a Francia y en un prado, al que colocaron un rótulo de “Asociación World Trade Center”, realizaron todo tipo de ensayos. Philippe, no obstante, no las tenía todas consigo, ya que no terminaba de estar todo cuadrado a la perfección, por lo que pocos días antes decidió cambiar la fecha del desafío. Después de muchas discusiones y el abandono de algún miembro del equipo, se decidió la fecha final: el 7 de agosto.
Planearon que dos de los colaboradores accederían a la torre norte vestidos de arquitectos; mientras, Phillippe y un ayudante lo harían disfrazados de operarios a través del parking de la torre sur. Tuvieron que aguardar largas horas escondidos para no ser descubiertos y de madrugada subieron a las respectivas azoteas. Para pasar el alambre de un edificio al otro, idearon un método en el que desde la torre norte lanzarían una flecha con un hilo que sería atado a una cuerda que, su vez, lo estaba del alambre. Desde el otro lado, se fue tirando hasta poder unir ambas torres. Fue un trabajo largo y agotador, pero se había logrado y todo estaba preparado.
A las siete y cuarto de la mañana, Phillippe, de 24 años de edad, comenzó cruzar de una torre a la otra sobre el alambre. El sueño que tuvo seis años antes en la consulta del dentista se estaba haciendo realidad; aquel acto se iba a convertir en el “acto criminal artístico” más famoso de la historia.
Se paseó de una torre a otra a lo largo de 45 minutos. Se tomó incluso un pequeño descanso a medio trayecto y se tumbó sobre el alambre, haciendo una reverencia a todos los presentes. Tampoco dudó en hablar con una gaviota que pasaba por allí. Muchos de estas actitudes las realizó como muestra de provocación hacia los policías que lo estaban aguardando para detenerlo. Como era de esperar, fue capturado en cuanto puso los pies sobre una de las azoteas.
Es, sin duda, toda una hazaña que, 37 años después, sigue constando como un hito en la historia de las Torres Gemelas, un recuerdo de los edificios aún muy vivo en la mente de muchas personas gracias al fantástico documental rodado por James Marsh bajo el título de “Man on wire”, altamente galardonado incluso con un Oscar.
Tras su gesta neoyorquina, al ser preguntado por el motivo de la acrobacia, contestó: “Cuando veo tres naranjas, hago malabares; cuando veo dos torres, las cruzo”. Phillippe Petit tiene en la actualidad 59 años, una edad que no le impide planear un nuevo reto: cruzar el Gran Cañón del Colorado.
Post publicado originalmente para Yahoo! Noticias España el 8/9/2011:
https://es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-historias/phillippe-petit-el-hombre-que-cruz%C3%B3-las-torres-141931066.html
Fuente y más info: Yahoo! News / Documental “Man on wire” de James Marsh