A partir del 12 de octubre de 1492, fecha en la que se
atribuye a Cristóbal Colón el
descubrimiento de un nuevo continente (inicialmente bautizado como Nuevo Mundo y después como América) innumerables fueron los viajes
y expediciones que se realizaron hacia allí con intención de conquistar,
colonizar y evangelizar todos aquellos territorios.
Las expediciones españolas fueron las primeras en hacerlo,
debido al derecho ejercido y proclamado por Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, posteriormente conocidos
bajo el título de ‘Reyes Católicos’,
quienes se otorgaban la propiedad del Nuevo Mundo por haber sido ‘descubierto’ bajo la financiación de
éstos.
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También hay que destacar el acuerdo que se llegó con la
corona portuguesa, a través del Tratado de Tordesillas de 1494, con quienes se
dividía el Mundo (al Oeste de Cabo Verde para los castellano-aragoneses y al Este
para los lusos), cediéndole a Portugal el derecho a colonizar las tierras del
nuevo continente que hoy conocemos como Brasil.
Dos décadas después, cuando numerosísimos eran los españoles
que hasta allí habían viajado bajo las órdenes de la Corona española, por aquel
entonces representada únicamente por Fernando
de Aragón (tras el fallecimiento de Isabel
de Castilla en 1504), el rey Católico decidió poner algo de orden el
algunos desmanes de carácter sexual que tenían lugar en el Nuevo Mundo entre
los colonizadores y las mujeres nativas.
Muchos fueron los que aprovechaban aquellos viajes, que los
mantenían lejos de sus hogares durante meses e incluso años, para mantener
relaciones sexuales con las mujeres nativas de las tierras que iban
colonizando. Este hecho ocasionó numerosos nacimientos de hijos mestizos que no
serían reconocidos por los correspondientes padres. Muchos de esos hombres, a
pesar de ser solteros, no podían dar sus apellidos a los neonatos debido a que
hasta entonces estaba prohibido (y perseguido) el ‘yacer con mujer india’,
tal y como se decía en aquella época.
Ante la avalancha de hijos bastardos sin reconocer y con la
intención de que aquellos que tuviesen relaciones extramaritales con las
nativas pudiesen regular la situación, el rey Fernando de Aragón, el 14 de enero de 1514, decidió promulgar una Real Cédula por la cual autorizaba los
matrimonios mixtos entre españoles e indígenas.
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Algunos fueron quienes regularizaron su relación
sentimental/sexual en el Nuevo Mundo, pero otros prefirieron no hacerlo ya que
en la Península Ibérica les esperaba la prometida e incluso la esposa, ya que
cabe destacar que un gran número de ellos ya estaban casados cuando viajaron
hasta el continente americano y ninguna intención tenían por desposarse con las
nativas, ya que deseaban a éstas como amantes.
El hecho de que la mayoría de solteros (que mantenían relaciones
con nativas) decidieran no contraer matrimonio, a pesar de que muchos de ellos
estaban enamorados y la ley promulgada por el Rey Católico les aparaba, fue por
el miedo a ser estigmatizados y señalados en un futuro, tal y como les había
ocurrido décadas atrás a aquellos que se emparejaron en España con mujeres
judías o musulmanas y que acabaron siendo perseguidos o expulsados.
El mantener su linaje intacto fue lo que ocasionó que la Real
Cédula de 1514 no acabase de tener el éxito esperado, También cabe destacar que
Fernando de Aragón falleció un par de años después (en 1516) y su sucesor (su
nieto Carlos I) prestó atención a otros menesteres mucho más importantes para
él y la consolidación del Imperio Español.
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