Varias son las ocasiones en las que he publicado en este
blog algún post relacionado con la influencia que ciertas mujeres tuvieron, a
lo largo de la Historia, en el Vaticano y sobre las decisiones papales. Muchas
de ellas acontecidas hace bastantes siglos, cuando la estructura pontificia era
muy diferente a como lo es actualmente, pero la entrada que os traigo hoy tiene
que ver con una de esas mujeres influyentes pero que ocurrió no hace demasiado
tiempo –a mediado del siglo XX-.
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el Vaticano]
Todos la conocían como ‘Sor
Pascualina’, aunque su nombre era Josephine
Lehnert, alemana de nacimiento y que se convirtió en la mano derecha y
persona de confianza de quien sería nombrado papa Pío XII en 1939.
Pero la relación de amistad entre el pontífice y esta
peculiar religiosa nació dos décadas antes. En 1917, Eugenio Pacelli (nombre seglar antes de ser escogido papa) fue
enviado como nuncio del Vaticano a
Alemania. Era una época convulsa en plena Primera Guerra Mundial, siendo el
país germano uno de los grandes protagonistas de la contienda bélica.
Un año después de su llegada a Múnich pusieron a disposición
del nuncio apostólico una joven monja de 24 años de edad para que, además de
ayudar en las tareas de asistente doméstica, le sería de gran ayuda a Pacelli
como traductora de cara a los encuentros de éste con las personalidades del
país.
A partir de ahí y a lo largo de cuatro décadas las vidas de Eugenio Pacelli y Sor Pascualina
estuvieron estrechamente ligadas hasta el fallecimiento de él en 1958.
De su etapa en Alemania como nuncio, cabe destacar cuando un
grupo de comunistas pertenecientes a una liga revolucionaria de Baviera hicieron
un asalto a la nunciatura y Sor Pascualina se interpuso para defender la vida
de Pacelli.
Cuando once años después el religioso es llamado a Roma para
ser nombrado Secretario de Estado del Vaticano, Eugenio Pacelli se llevó
consigo a su fiel amiga Pascualina, quien desde el primer momento ayudó a
controlar en la sombra todos los asuntos del religioso en su nueva etapa
vaticana.
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la leyenda de la Papisa Juana]
En 1939 falleció Pío XI, mentor de Pacelli, y el Cónclave lo
eligió papa (en tan solo un día de deliberaciones y tres votaciones), pues
veían en Pío XII (nombre escogido para su pontificado) al perfecto interlocutor
con el Tercer Reich alemán.
Aunque hasta aquella fecha sor Pascualina había tenido
cierto poder dentro de los tejemanejes vaticanos, a partir de aquel momento su
poder en la sombra sería prácticamente absoluto, haciendo y deshaciendo a su
antojo, la mayoría de veces sin tener que consultar al pontífice, ya que tenía la total confianza de
éste.
Pero sor Pascualina, admirada por unos -que la llamaban
cariñosamente ‘el Ángel custodio’– y
detestada por otros que la denominaban ‘la Papisa’ e incluso ‘Virgo Potens’ –la Virgen más Poderosa-
debido al gran poder que ejercía sobre Pío XII, se ganó numerosos enemigos
tanto dentro de la cúpula eclesiástica como política.
Manejaba la agenda del papa y era ella quien decidía a quién
y cuándo recibiría. Famosa fue la polémica surgida cuando hizo esperar más de
cuatro horas a monseñor Domenico Tardini,
Secretario de Estado de la Santa Sede para asuntos exteriores, quien debía
despachar urgentemente con Pío XII y dejó entrar antes que a éste al actor Gary Cooper, que estaba de
paso por Roma promocionando la película ‘Solo
ante el peligro’.
El enfado de Tardini fue monumental, pero no menor que el
que tuvo tiempo después el obispo Ángelo
Roncalli (futuro Juan XXIII)
cuando también lo hizo esperar sin ser atendido durante varias horas porque en
esta ocasión el pontífice se encontraba reunido con otro mítico actor: Clark
Gable.
Pero no todo fueron cosas negativas ya que Sor Pascualina se
mostraba fiel a su amigo y jefe Pío XII, a quien cuidaba como si fueran
hermanos. En más de una ocasión interrumpió en medio de una reunión (que se
había alargado más tiempo del previsto) para que el papa hiciera un descanso y
repusiera fuerzas comiendo un plato de sopa de menestra.
También fue de gran ayuda como consejera del papa ante las
dudas que tuvo en los momentos más peliagudos de la Segunda Guerra Mundial y el
fascismo en la Italia de Benito Mussolini.
Pero la presencia de ‘la
Papisa’ en el Vaticano duró tanto como los años de pontificado de Pío XII.
El 9 de octubre de 1958, el mismo día que falleció el papa, el cardenal Eugène Tisserant
(Decano del Colegio Cardenalicio y por tanto quien más poder tiene tras el
fallecimiento de un papa y la elección del sucesor) hizo no permitió que la
religiosa retirada el anillo papal del dedo del pontífice ya difunto, siendo él
mismo quien lo sacó y acto seguido le hizo llegar la orden a Sor Pascualina (a
través de un sacerdote) que debía abandonar la Santa Sede.
Según indican algunas fuentes, la enemistad entre Pascualina
y Tisserant era más que evidente y mucho más desde que la monja le dio una
sonada bofetada al cardenal.
A la religiosa, que en aquellos momentos contaba con 64 años
de edad, se le facilitó una vivienda en una residencia religiosa que el mismo
papa había hecho construir en Roma. Tampoco se le permitió ocupar un puesto
destacado durante las exequias fúnebres.
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Eso sí, cuando los religiosos al mando de la Santa Sede
acudieron al despacho del fallecido Pío XII se encontraron con la desagradable
sorpresa de que todos los cajones habían sido vaciados por la propia sor
Pascualina, quien había metido todo en sacos y llevados estos a quemar en las
calderas de la calefacción. Tras ser preguntada sobre por qué lo había hecho
ella se limitó a responder que había sido una petición personal del papa.
Todavía viviría 25 años más, falleciendo Sor Pascualina en
1983, a los 89 años de edad, de un ataque al corazón mientras esperaba para
coger un avión en el aeropuerto de Milán.
Fuentes de consulta e imágenes: evangelizadorasdelosapostoles
/ sipastorangelicvs
/ ilgiornale
/ infocatolica
/ ericfrattini / Wikimedia commons
/ catholic.net