La cerda que fue juzgada y ejecutada en la Edad Media por cometer un asesinato

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Hubo un tiempo en el que se tenía el convencimiento de que ‘a igual crimen, igual castigo’, no
teniendo en consideración, a la hora de juzgar al acusado de cometerlo, si el
delito había sido cometido por un hombre o mujer adultos, un niño, un
discapacitado e incluso algún animal.

Si el tribunal dictaba que debía ser ahorcado éste era
colgado sin miramiento alguno, de ahí que se puedan encontrar tantos casos a lo
largo de la Historia en los que fueron ajusticiados tanto niños de corta edad
como animales de compañía, salvajes o de granja.

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Uno de ellos es el que sucedió en el año 1386 en Falaise, una población en el Noroeste
de Francia (en la región de Normandía, muy cercana al lugar donde tuvo lugar el
famoso desembarco durante la IIGM).

En una de las granjas de esta localidad vivía la familia Le Maux junto a su pequeño hijo
Jean.

Como era costumbre en la época, solían ser granjas en las
que los animales solían andar sueltos, por lo que en más de una ocasión podía colarse
alguno de una propiedad a otra e incluso dentro de la casa si se dejaba la
puerta abierta o había algún descuido.

Y esto es lo que ocurrió a inicios de aquel 1386 cuando una cerda propiedad de un granjero vecino se
introdujo dentro del hogar de la familia Le Maux, llegó hasta el dormitorio del
pequeño Jean y comenzó a pegarle unos bocados con intención de comérselo.

Causó al niño unas graves heridas, en el rostro y un brazo,
que acabó causándole la muerte poco después.

En numerosos casos similares, en los que un animal ha
atacado a una persona, lo que se ha hecho ha sido sacrificar a la bestia, pero
este fue uno de esos casos insólitos en los que las autoridades del lugar, tras
ser conocedoras de los hechos, obligaron al propietario de la cerda a mantenerla
con vida y entregarla para que fuera encerrada en un calabozo y posteriormente
juzgada.

Se designó un abogado que llevaría la defensa del animal y
días después se inició un curioso juicio en el que la cerda fue vestida con un blusón y unos calzones, como si de una
persona se tratara.

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El tribunal quería aclarar si en el infanticidio cometido por el animal la responsabilidad y culpa era totalmente
de éste, del propietario (por no haber vigilado a la cerda y ésta se le
escapase) o de la familia Le Maux (por descuidar la vigilancia de su pequeño).

Tras nueve días de juicio se encontró a la cerda como única
culpable y el veredicto fue contundente: debe morir en una ejecución pública y
ejemplarizante. Eso sí, tanto el propietario como los progenitores deberían
estar presentes y en primera fila.

Para tal ejecución también se pidió a los vecinos de Falaise
que acudieran acompañados de sus cerdos (aquellos que tenían) con la intención
de que éstos aprendieran la lección sobre qué era lo que les ocurriría en caso
de cometer un delito similar. Algo sorprendente y que hoy en día nos puede
resultar hilarante, pero que en la Edad Media era el razonamiento que se tenía.

El 9 de marzo de 1386 fue el día escogido para llevar a cabo
la ejecución. En una plaza se habilitó un cadalso y los vecinos de Falaise se agolpaban
frente a él para no perder detalle del ajusticiamiento.

Desde el castillo, donde se encontraba encerrada la cerda,
fue llevada ésta amarrada y arrastrada por una yegua hasta el patíbulo. Iba
vestida con ropas (al igual que durante el juicio) y una vez allí, frente al
numeroso público y presidido el acto por el vizconde de Falaise, el verdugo procedió a infligir al animal
los mismos daños y heridas que éste había hecho con el pequeño Jean Le Maux.

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Cortó su hocico y parte de la carne de uno de sus muslos
mientras se escuchaban los gruñidos de dolor que daba la cerda. Posteriormente,
y con ánimo a dejarla desangrar hasta la muerte,  fue colgada con una soga de las patas
traseras. Una vez había muerto se volvió a enganchar a la yegua y la arrastró
por la plaza dando tres vueltas y fue colocado en una hoguera donde se incineró
el cuerpo de la cerda infanticida.

Fuentes de
consulta e imágenes: The
criminal prosecution and capital punishment of animals de Edward Payson Evans (archive.org)

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