No fue hasta la creación del ‘Consejo de Comisarios del Pueblo’, tras el estallido de la Revolución de
Octubre de 1917 en Rusia (que acabó convirtiéndose cinco años después en la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) cuando una mujer ocupó por primera
vez en la historia un cargo de responsabilidad política en el gobierno de una
nación.
Hasta entonces todas las mujeres que habían ‘mandado’ en la
historia lo habían hecho no desde la perspectiva política sino por el hecho de
ser reinas (o cualquiera de sus cargos análogos) tras heredar el trono o haber
contraído matrimonio con algún rey o aspirante l mismo.
El mencionado Consejo
de Comisarios del Pueblo (conocido popularmente como ‘Sovnarkom’) sustituyó al gobierno provisional ruso (creado en
febrero de aquel mismo año tras la revolución que hizo abdicar al zar) y estuvo
presidido por Vladimir Lenin, quien
confeccionó un equipo de gobierno compuesto por una quincena de bolcheviques y
en el que destacaba un nombre: Aleksandra
Kolontái, quien, a los 45 años de edad, ocupó el cargo de consejera
(ministra) del ‘Comisariado del Pueblo
para el Bienestar Social’, convirtiéndose en la primera mujer de la
historia en ostentar un cargo político en un gobierno.
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Aleksandra Kolontái tenía una sólida formación académica,
pues había recibido los mejores estudios durante su juventud debido a que
pertenecía a una aristocrática rusa (su padre era un importante general al
servicio del zar).
A pesar de haber crecido en un selecto ambiente rodeada de
la flor y nata de la Rusia
Imperial, recién cumplidos los 24 años empezó a interesarse por la política
y decidió abandonar a su marido e hijo (se había casado en 1891, cinco años
antes) y dedicar su vida al socialismo.
Escribió numerosos artículos, participó activamente en manifestaciones
y formó parte del grupo que décadas después liderarían la revolución
bolchevique, de ahí que Lenin la nombrase consejera de Bienestar Social; un
cargo en el que estuvo marzo de 1918, momento en el que hubo una división en el
gobierno y surgieron varios grupos políticos postrevolucionarios.
Pero durante el medio año que ejerció como ministra fue una
de las que más trabajó y luchó por conseguir la igualdad social. Muchas de las
leyes a favor de los derechos y libertades de las mujeres que se aplicaron
fueron obra de ella. También consiguió que se aplicase el sufragio universal en
Rusia, se aprobaran leyes a favor del divorcio y el aborto e incluso creó
varios hogares refugio para los más necesitados en algunas antiguas iglesias
ortodoxas. Esto último le costó una feroz crítica por parte de un gran número
de ciudadanos que se sentían profundamente religiosos.
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También tuvo que lidiar con la oposición de un gran número
de funcionarios de su ministerio que se negaban a trabajar bajo las órdenes de
una mujer. Una mujer que se convirtió en una de las que más poder tenían en la
Rusia revolucionaria.
Entre sus proyectos de cambio y mejora estaba el de acabar
con la institución del matrimonio, tal y como estaba establecida y abogaba por
el amor libre y sin ataduras. También legisló sobre la maternidad y la libertad
de poder ser madre sin tener que estar casada (esto le costó duras críticas de
sectores conservadores, que la acusaron de libertina y que decían que a partir
de entonces las niñas de doce años podrían tener hijos, algo totalmente alejado
a lo que Aleksandra Kolontái pretendía).
El ministerio que dirigía también debía ocuparse de los
cientos de miles de soldados rusos que habían quedado lisiados a consecuencia
de la Primera Guerra Mundial. Creo un sistema de pensiones y abrió asilos para
ancianos y niños sin hogar.
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Una de las anécdotas personales de Aleksandra Kolontái
durante el tiempo que ocupó el cargo de Comisaria del Pueblo de Bienestar
Social fue cuando tras un arrebato de pasión que sintió por el militar
revolucionario Pável Dybenko,
desapareció de su puesto de trabajo durante diez días (en los que vivió un
apasionado romance) y a su regreso fue sancionada por Lenin (a petición de sus
camaradas de partido).
El castigo impuesto por el presidente del Sovnarkom fue
obligarla a casarse con su amante (como he explicado párrafos más arriba, ella
era totalmente contraria al matrimonio y abogaba por la desaparición de éste
como institución). No le quedó más remedio que contraer matrimonio con Pável Dybenko,
aunque la pareja tan solo duró unos pocos meses.
Tras abandonar el cargo de Comisaria del Pueblo en el Sovnarkom
se dedicó a luchar por el feminismo e igualdad de género, aunque se ganó un
gran número de enemigos (todos ellos hombres, evidentemente) que no veían con
buenos ojos su activismo.
Por tal motivo Lenin decidió enviarla durante un tiempo
lejos de Moscú, ya que Aleksandra Kolontái se había ganado numerosos enemigos
(no solo dentro del aparato bolchevique, sino entre la ciudadanía menos
progresista). En 1922 fue a parar como adjunta en la recién creada Embajada de
la URSS en Noruega y un año después, tras la baja voluntaria del titular de la
diplomacia rusa fue nombrada embajadora (hasta 1925, después ocuparía el mismo
cargo en México, 1925-27, de nuevo Noruega, 1927-30, y finalmente Suecia, 1930-1945).
Cabe destacar que muchas son las fuentes que indican que Aleksandra
Kolontái fue la primera mujer de la historia en ser nombrada embajadora, pero
este es un dato erróneo. En realidad fue la segunda mujer en serlo ya que la
primera fue Diana Abgar quien
ocupó el cargo de Embajadora de Armenia en Japón entre 1918 y 1920.
Aleksandra Kolontái se jubiló en 1945, a los 73 años de
edad, retirándose a vivir a Moscú donde falleció siete años después.
Fuentes de consulta e imágenes: marxists.org
/ spartacus-educational
/ mujeresenlahistoria
/ Wikimedia
commons
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