Thomas Jefferson
está considerado como uno de los padres
fundadores de la nación estadounidense, ocupando el cargo de tercer presidente de los EEUU entre
1801 y 1809. En su haber está haber sido uno
de los principales autores de la Declaración de Independencia y una de las
figuras más relevantes en la historia de este país.
Entre las muchísimas cosas que destacó, Jefferson, en 1799 (durante
su vicepresidencia) protagonizó el considerado como ‘primer
debate sobre calentamiento global de la historia’, debido a que era un gran
aficionado a la climatología y, desde el 1 de
julio de 1776 había registrado en un cuaderno la temperatura y clima que se
producía cada día en Virginia y posteriormente en Washington DC (lugares
en los que residió).
Pero también era un hombre de grandes contradicciones,
quedando registradas, en más de una ocasión, declaraciones suyas en las que
aseguraba que ‘la
esclavitud era un crimen abominable’, pero, al mismo tiempo, a lo largo de toda su vida
(incluyendo el periodo en el que ocupó la presidencia) tuvo
a decenas de esclavos trabajando para él y su familia.
Jefferson fue uno de los grandes pensadores de su época
(y quizás el más intelectual de todos los presidentes de EEUU), llegando a
tener una biblioteca personal que superaba los seis mil libros y que donó a la Biblioteca
del Congreso, cuando los británicos atacaron y quemaron el Capitolio de
Washington en 1814, durante la Guerra anglo-estadounidense.
Otra cosa en la que destacó Thomas Jefferson fue en su interés por la religión. Era un tenaz
creyente, pero con una clara influencia de la corriente del ‘deísmo’, doctrina que reconoce un dios
como autor de la naturaleza, pero sin admitir revelación ni culto externo (tal
y como es definida en el diccionario).
Esto lo llevó a interesarse por la teología y a leer cuanto manual,
ensayo o libro se publicara sobre religión, siendo una persona que respetaba todas
las creencias, aunque sentía un gran escepticismo hacia algunas de las cosas
que desde ciertos dogmas se daban como hechos verídicos (como los milagros y
todo aquello que tenía que ver con actos sobrenaturales) y que, para él,
carecían de toda lógica y credibilidad.
La filosofía también fue uno de los grandes intereses que
tuvo Thomas Jefferson (fue miembro de la Sociedad
Filosófica Americana, la cual presidió entre 1797 y 1815) y esto lo llevó a
intentar ver y analizar la religión
desde el prisma filosófico.
Su afán por conocer y creer en una religión libre de
parafernalias lo llevó a escribir un par de libros sobre el tema. El primero
(en 1804) fue ‘La filosofía de Jesús de
Nazaret’, en el que extrajo (según sus propias palabras) […] lo más puro de las enseñanzas de Jesucristo,
despojándolas de las vestiduras artificiales […].
Dieciséis años después (en 1820) completaba un segundo volumen
que tituló ‘La vida y la moral de Jesús
de Nazaret’. Un libro de 86 páginas y que con el tiempo pasó a ser conocida
como ‘La Biblia de Jefferson’ (título
que él nunca utilizó para su obra) y que se componía de recortes que él mismo había
hecho de seis copias del Nuevo
Testamento de diferentes idiomas (griego, latín, francés e inglés)
reorganizando una serie de versículos a su gusto y antojo, realizado con la técnica de ir cortando los
párrafos con una navaja y posteriormente ir pegándolos en el orden que, el ya entonces
anciano expresidente, creía que deberían estar.
Además, en esta nueva versión y revisión bíblica, Jefferson
se encargó de anular todo tipo de referencia a milagros y actos sobrenaturales
que en el Nuevo Testamento se relataban, incluyendo aquellos pasajes que
hablaban de la resurrección de Jesús.
‘La vida y la moral de Jesús de Nazaret’ o ‘Biblia de
Jefferson’ fue un libro exclusivo para uso, lectura y disfrute del propio
Thomas Jefferson, su familia y amigos, pero nunca permitió que se realizaran
copias ni impresión de esta obra.
El original fue pasando un par de generaciones de descendientes
y su nieto, Thomas Jefferson Randolph, la cedió (vendió) en 1895 al Instituto Smithsonian (uno de los
centros de investigación y conservación de documentos históricos más
prestigiosos de los Estados Unidos), quienes realizaron varias copias litográficas
que fueron realizadas entre 1904 y 1950 (acogiéndose al interés cultural e
histórico de la obra) para ser entregadas a los congresistas y a partir de 2011
se realizó una reedición del libro en facsímil, pudiéndose encontrar algunos
ejemplares a la venta o digitalizados en la red.
Fuente de consulta e imágenes: smithsonianmag
/ americanhistory
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