El piloto con las piernas amputadas que durante la IIGM se convirtió en un gran ejemplo de superación

Numerosísimos son los casos de soldados que, tras haber
participado en alguna guerra, regresaron a sus hogares con alguna de sus
extremidades amputadas por culpa de las heridas sufridas.

Pero no deja de ser sorprendente un caso a la inversa… la
historia de un joven piloto que sufrió un gravísimo accidente de aviación en
1931, había perdido sus dos piernas y, aun y así, consiguió ser reclutado por
la RAF (Fuerzas Aéreas británicas) para
ir a combatir durante la Segunda Guerra
Mundial
, convirtiéndose en un ejemplo de superación, no solo para todos
aquellos que lo conocieron sino para centenares de personas que a lo largo de
estos años han sufrido algún tipo de percance o accidente y tras perder sus
extremidades han visto que se podía superar y llevar una vida normal.

[Te puede interesar
leer:
Peter
Brill, el joven piloto de la Luftwaffe que fue entrenado para bombardear Nueva
York
]

Bajo las siglas BDF,
acrónimo de la ‘Douglas Bader Foundation’,
opera una de las organizaciones
humanitarias más famosas en el Reino Unido
, dedicada a la ayuda y
protección de personas con algún tipo de discapacidad o amputación de sus
extremidades. Fue creada a finales de 1982 en memoria de Douglas Bader, quien había fallecido aquel mismo agosto año a los
72 años de edad.

Douglas Bader no fue un héroe de guerra cualquiera y aunque
a lo largo de su vida se había encontrado con un sinfín de obstáculos, los
había superado todos, logrando ser uno de los más reputados pilotos de su país.

Desde bien jovencito se le había dado muy bien los deportes
de equipo, convirtiéndose en líder indiscutible en aquellos en los que participaba
(se le dio muy bien sobre todo el rugby). Recién cumplidos los 18 años de edad
(en 1928) decidió matricularse en la Escuela del Aire de Cranwell para convertirse en piloto.

No era un gran estudiante
pero pilotando aviones era uno de los mejores alumnos, algo que tuvo dividido a
sus instructores sobre si era conveniente tener a un aspirante con grandes
aptitudes para el vuelo pero nulas con los libros. Finalmente y con mucho
esfuerzo acabó consiguiendo el diploma que lo acreditaba como piloto en
tan solo un par de años.

Su juventud lo llevó a ser en algunas ocasiones algo
inconsciente y participar en exhibiciones aéreas en las que quería demostrar
que era un ‘as’ del aire, haciendo
piruetas casi imposible de realizar o desaconsejadas totalmente a los novatos
como él. Una de ellas tuvo lugar el 14 de diciembre de 1931, tan solo un año después
de diplomarse como piloto.

Ese día, tras apostar con unos compañeros del 23º Escuadrón de Caza en el que había
sido asignado, decidió realizar una pirueta aérea casi imposible que acabó en
tragedia y la cual le costó sufrir un
aparatoso accidente en el que perdió sus dos piernas
.

Douglas no se conformó con quedarse postrado en una cama o
moverse dificultosamente en una silla de ruedas y decidió que debía superarlo.
Consiguió que una empresa de ingeniería le fabricase explícitamente para él
unas prótesis de aluminio con las que
aprendió a caminar
(incluso sin ayuda de muletas).

El siguiente paso fue volver a hacer una vida totalmente
normal: conducir, jugar al golf, ir a bailar y… pilotar de nuevo un avión.

[Te puede interesar
leer:
Los
aviadores que lanzaron sobre Berlín caramelos en lugar de bombas
]

A pesar de que lo consiguió y demostró a todo el mundo que
nada le podía impedir realizar lo que más amaba en su vida (pilotar aviones) los
mandos de las Fuerzas Aéreas decidieron ‘retirarlo’ del servicio y concederle
una pensión vitalicia.

Pero el inicio de la Segunda Guerra Mundial, unos años
después, y la necesidad de disponer de pilotos experimentados propició que la
RAF admitiese la solicitud de Douglas Bader de reincorporarse en las Fuerzas Aéreas.

A lo largo de un par de años participó en un buen número de
misiones, con excelentes resultados, además de convertirse en todo un líder y
ejemplo para sus compañeros de escuadrón.

Pero en agosto de 1941, durante una de las arriesgadas
misiones en las que participaba, tuvo que saltar en paracaídas del avión que
pilotaba, con la mala suerte de que en el transcurso del salto perdió las dos
prótesis y al caer a tierra no pudo escapar de los soldados alemanes que por
allí se encontraban, haciéndolo prisionero de guerra.

Consiguió que el mando alemán autorizase que le hicieran
llegar unas piernas ortopédicas de repuesto y con ellas se pudo mover por el
campo de prisioneros en el que fue encerrado y de donde intentó escaparse en
varias ocasiones. Finalmente fue enviado a la famosa fortificación de Colditz, una
regia y laberíntica edificación medieval que los alemanes utilizaron como
prisión para oficiales Aliados reincidentes en el empeño de escaparse.

[Te puede interesar leer: La
curiosa historia del fantasma que habitó el castillo de Colditz
]

Tras el fin de la IIGM, Douglas
Bader fue recibido en el Reino Unido como un auténtico héroe, encabezando el ‘Desfile de la Victoria’ sobrevolando
la ciudad de Londres el 15 de septiembre de 1945 al frente de un escuadrón de 300
aviones.

A pesar de que la RAF quiso seguir contando con sus
servicios, una vez finalizado el conflicto bélico, Douglas decidió aceptar una
suculenta oferta de la compañía petrolera Shell. Los siguientes años los dedicó
profesionalmente a esta empresa y a invertir todos sus recursos en ayudar a los
discapacitados, convirtiéndose en todo un referente para éstos.

Fue nombrado ‘Caballero’
por la reina Isabel II
y numerosos fueron los homenajes y condecoraciones
que recibió (tanto en vida como después de su fallecimiento en 1982).

Fuentes de consulta e imagen: douglasbaderfoundation
/ rafmuseum
/ Wikimedia
commons