El pacto ‘contra natura’ que firmaron la URSS y el Tercer Reich para repartirse el continente europeo

Existe una antiquísima locución que dice que ‘los extremos se tocan’ y que viene a
significar que en multitud de ocasiones dos posturas totalmente enfrentadas,
dentro de su radicalización, pueden llegar a tener algunos puntos  en común que faciliten el entendimiento entre
ambos bloques, a pesar de que hay muchísimas más cosas que los distancian.

Como ejemplo práctico nos podemos encontrar con el conocido
como ‘Pacto Ribbentrop-Mólotov’ un
acuerdo de no agresión mutua que fue firmado en Moscú el 23 de agosto de 1939
ante la presencia del entonces todopoderoso líder soviético Iósif Stalin.

Adolf Hitler envió
a la firma del tratado a su Ministro de Asuntos Exteriores, Joachim von
Ribbentrop
, por lo que Stalin
decidió que quien representara al gobierno de la URSS fuese Viacheslav Mólotov,
homólogo del alemán.

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Con la firma del ‘Tratado de no Agresión entre Alemania y la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas’
, Hitler y Stalin se querían
asegurar el poder campar a sus anchas por el continente europeo anexionándose
países y territorios sin la intromisión de la parte contraria.

A pesar de ser de ideologías
políticas totalmente opuestas, ambas naciones acabaron llegando a un
entendimiento debido a que tenían en común el carácter ambicioso de ambos
líderes, que a su vez llegaron a ser dos de los genocidas más inmundos de la
Historia.

La firma del Pacto Ribbentrop-Mólotov
sirvió para que nueve días después (1 de septiembre de 1939) la Alemania nazi
invadiera Polonia y que determinó el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Reino Unido y Francia (junto a otras naciones como Canadá,
Australia, Nueva Zelanda o Sudáfrica) no tardaron en declarar la guerra a Alemania.
Una declaración que en un principio fue considerado como de ‘papel mojado’ debido a que tan solo fue
una amenaza hacia el Tercer Reich, pero no se tomaron represalias contra el
gobierno alemán ni se inició ninguna ofensiva militar.

Todo se discutía en los despachos y mientras tatos el
ejército alemán seguí avanzando por territorio polaco. El mutismo de la URSS también
era sospechoso, hasta que el 17 de septiembre las tropas soviéticas también
entraron en Polonia, pero no para defenderla de los nazis sino con intención de
repartirse el pastel con éstos.

Mientras tanto británicos y franceses observaban atónitos
como el ‘pacto contra natura’ de no
agresión mutua entre soviéticos y alemanes, firmado casi un mes antes, no era algo
efímero y que parecía ser que esa extraña alianza entre Hitler y Stalin podría llegar
muy lejos.

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Pero a pesar de ello, los gobiernos del Reino Unido y
Francia seguían sin mover ficha y a esa rocambolesca situación de haber
declarado la guerra pero no hacer absolutamente nada se la bautizó como la ‘Guerra de broma’
(‘Phoney War’ en inglés y ‘Drôle de guerre’ en francés).

La invasión de Finlandia por parte de la URSS el 30 de
noviembre de aquel mismo año tampoco consiguió que los Aliados intervinieron y
solo lo hicieron varios meses después, cuando Alemania invadió Noruega y
Dinamarca en abril de 1940, iniciándose ataques franco-británicos en territorio
noruego.

Cuando realmente se tomó partido en la IIGM fue a partir de
la Batalla de
Francia
en el mes de mayo y que acabaría con la invasión
del país galo por parte de los alemanes
y la capitulación francesa ante el
Tercer Reich. El siguiente paso alemán fue ir a la invasión de Inglaterra,
sometiéndola a intensos bombardeos entre julio y octubre de aquel mismo año.
Mientras tanto Stalin miraba hacia otro lado y no intervenía en ese conflicto
militar e iba anexionando más territorios a la URSS como Estonia, Lituania o
Letonia, además de parte del Reino de Rumanía.

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Pero todo cambió a partir de mediados de 1941, cuando Adolf
Hitler puso en marcha el más ambicioso de sus planes: la ‘Operación
Barbarroja’
con la que pretendía invadir la Unión Soviética. A partir
de la traición de Führer y su incumplimiento del pacto de no agresión, Stalin
se pasó al bando Aliado con el fin de acabar al ya enemigo común nazi.

Una vez finalizada la IIGM y aniquilado el Tercer Reich, los
aliados se repartieron el pastel europeo (dividiendo Alemania en dos) y acto
seguido la Unión Soviética se convirtió en el enemigo común del bloque
occidental (encabezado por Estados Unidos y Reino Unido).

Fuente de las imágenes: Wikimedia
commons

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