El jubilado de correos que estuvo a punto de asesinar a JFK

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El 8 de noviembre de 1960 se celebraban las elecciones
presidenciales en Estados Unidos
que le dieron la victoria a John Fitzgerald Kennedy por un ajustado
margen de 112.000 votos de diferencia respecto al candidato rival, Richard Nixon. La campaña había sido larga
y en algunos momentos especialmente dura, algo que pasó factura a la frágil salud
de JFK, quien padecía de terribles dolores de espalda, cefaleas y otras
dolencias.

Antes de tomar posesión como presidente (en EEUU se jura el cargo el 20 de enero siguiente
a las elecciones
) Kennedy junto a su esposa Jacqueline (que acababa de dar a luz el 25 de noviembre) y sus tres
hijos fueron a pasar unos días de descanso (hasta después de Navidad) a su casa
familiar de Palm Beach, en el
soleado Estado de Florida.

Fue allí donde, el 11 de diciembre de 1960, estuvo a punto
de ser asesinado por Richard Paul
Pavlick
, un jubilado de correos de 73 años de edad.

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El señor Pavlick tenía sus facultades mentales algo mermadas,
sufría de manía persecutoria y creía a pies juntillas absurdas teorías de la
conspiración
(como que al agua de la localidad donde vivía le echaban
productos tóxicos). Era habitual verlo en acaloradas disputas sobre temas
políticos con otros ciudadanos de Boston, ciudad donde vivió gran parte de su
vida y trabajó como funcionario del servicio postal, donde se había jubilado
una década atrás ocupando el puesto de jefe de correos. Tras retirarse volvió a
New Hampshire, su población natal.

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A menudo la familia Kennedy fue objeto de mención en su
diatriba política, quejándose de la rica y derrochadora vida que éstos
llevaban.

Durante la campaña electoral de 1960 decidió viajar a varias
poblaciones donde sabía que el candidato demócrata daría algún mitin. Quería conocer
cuáles eran sus rutinas, con el objetivo de acabar con su vida en la primera
oportunidad que tuviera. Eso sí, tenía una vieja costumbre que siguió
manteniendo durante ese recorrido: mandar una tarjeta postal a la oficina de
correos de Belmont desde cada población que visitaba.

Finalmente Pavlick decidió que Palm Beach sería el lugar
donde asesinaría al ganador de las últimas elecciones presidenciales (a juicio
del jubilado, de manera fraudulenta).

Cargo su coche de dinamita y a primera hora del domingo 11
de diciembre se plantó en las inmediaciones de la casa familiar de John F.
Kennedy. Sabía que éste saldría para acudir a la ceremonia religiosa que se
celebraba a las 10 de la mañana en la iglesia católica local.

Su plan era empotrar su automóvil contra la limusina de
Kennedy y así provocar una potente explosión que acabaría con la vida del
flamante ganador de las elecciones.

Pero con lo que no contaba el señor Pavlick era que ese día
iban a acompañarlo a misa su esposa e hijos, motivo por el que decidió no
llevar a cabo el atentado y esperarse a una próxima ocasión.

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Su intención era asesinar a JFK y como efecto colateral a
sus guardaespaldas y chofer, pero en ningún momento se había planteado acabar
con la vida de Jacqueline y las pequeñas Arabella, Caroline y el recién nacido John Jr. (tenía
tres semanas de vida).

En los siguientes días el señor Pavlick siguió vigilando la
residencia de los Kennedy y observando cuándo JFK realizaba alguna actividad
sin su familia.

Otra cosa con la que no contaba el jubilado era que sus últimas
tarjetas postales desde Palm Beach despertaría la sospecha de Thomas M.
Murphy,
el administrador de correos donde las enviaba, debido
a los extraños mensaje que puso en las últimas que mandó, donde decía
abiertamente que muy pronto tendrían noticias de él y que sería un personaje
conocido mundialmente por algo que iba a hacer. Al funcionario le dio por mirar
los matasellos de las tarjetas y se dio cuenta que la población y fecha
coincidía con el recorrido que había realizado en los últimos meses John F.
Kennedy, por lo que puso todo esto en conocimiento de las autoridades.

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Pero su detención fue fruto de la casualidad. El 15 de
diciembre, mientras estando circulando con su automóvil cargado de dinamita por
Palm Beach, Lester Free, un agente de
la policía de tráfico de Palm Beach, le dio el alto a Richard Paul Pavlick, le pidió
los papeles y ante el nerviosismo del anciano decidió registrar el coche,
encontrando los explosivos.

Pavlick fue detenido, puesto a disposición judicial y tras
ser examinado por un especialista se determinó que padecía un desequilibrio
mental que no le dejaba discernir entre el bien y el mal, no siendo realmente consciente
de la extrema gravedad de lo que había estado a punto de realizar. Un juez lo
envió a un centro psiquiátrico, donde estuvo encerrado seis años. Salió en 1966
y pasó el resto de su vida en una residencia de ancianos, hasta que falleció en
1975 a la edad de 88 años.

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Fuentes de consulta e imágenes: mypalmbeachpost
/ mentalfloss
/ time
/ smithsonianmag
/ hemeroteca.lavanguardia

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