El importante flujo migratorio en Cataluña que, sin ser conscientes, han ayudado en los planes independentistas

Son muchos los expertos en demografía que sostienen que más
de la mitad de la actual población de Cataluña
está compuesta por ciudadanos que descienden (e incluso lo son, en el caso de los
más mayores) de los flujos migratorios
que ha habido hacia esta comunidad a lo largo de la Historia (sobre todo en el
último siglo).

De casi todos los rincones de la península estuvieron
llegando trabajadores o familias completas en busca de una segunda oportunidad
con la que mejorar sus condiciones de vida. Muchos eran quienes habían tenido
que abandonar sus lugares de origen debido a las condiciones de pobreza que
estaban viviendo.

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Cataluña siempre fue un lugar de acogida de todos esos
emigrantes que llegaban de otros lugares del país, convirtiéndose en una de las regiones más ricas gracias a
su industria y a la mano de obra que cubría la demanda. Durante muchísimo
tiempo había más puestos de trabajo vacantes que trabajadores que los pudieran
cubrir, motivo por el que el flujo fue continuo.

Aunque el flujo más importante de emigrantes llegó durante las décadas de 1960 y 1970
(mayoritariamente desde Andalucía y Extremadura), no podemos olvidar otras oleadas
de ‘nouvinguts’ provenientes de
otros puntos, por ejemplo Murcia, durante otros periodos tanto del siglo XX
como de atrás en el tiempo.

Muy importante fue la llegada a  Barcelona,
durante 1920, de un gran número de emigrantes que provenían de la huerta
murciana (la cual que padeció una terrible crisis)  y que se colocaron a trabajar en su mayoría en
la construcción de la primera línea del
metro de la Ciudad Condal
(inaugurada a finales de 1924). Cabe destacar,
como dato anecdótico, que algunas son las fuentes que indican que fueron estos
emigrantes murcianos quienes iniciaron la tradición del ‘pa amb tomaquet’ (untar tomate en el pan).

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El vocablo ‘nouvinguts’, citado unos párrafos más arriba, se
trata del término (políticamente correcto) con en el que hoy en día se refieren
a todos los migrantes llegados a Cataluña –ya sea desde otros puntos de España
como del extranjero-.

Pero hasta no hace demasiado tiempo a muchos emigrantes
(sobre todo a los descendientes de éstos) se les conocía como ‘charnegos’, un término utilizado
despectivamente por los sectores más nacionalistas de la sociedad catalana.

Pero éste no fue un neologismo creado para llamar de ese
modo a quienes provenían -ya fuera directamente o por descendencia de otros lugares
de España- y que no terminaban de integrarse en las costumbres y lengua catalana,
sino que empezó a usarse en el siglo XVI para referirse, inicialmente, a los
descendientes de una persona catalana y otra originaria de Francia, pero con el
paso del tiempo y la llegada del flujo migratorio del resto de la península se
adoptó para referirse a estos (tal y como indico, despectivamente).

Hoy en día, medio siglo después de la llegada masiva de
emigrantes a Cataluña, pocas son las personas que continúan utilizando el término
charnego con el sentido de menospreciar, sobre todo desde hace algo más de una
década en la que los planes políticos de una parte del nacionalismo catalán
pasaba por intentar convencer a un importante sector de la sociedad que
descendía de la emigración.

Cerca de un cuarto de siglo de gobierno autonómico nacionalista (de Convergencia i Unió, con Jordi
Pujol
como Presidente de la
Generalitat
) no había terminado de convencer a gran parte de la sociedad
catalana. Por eso fue esencial la llegada del conocido como ‘Tripartito Catalán’, dando apoyo, en
2003, desde ERC (Esquerra Republicana de
Catalunya
) al candidato socialista Pasqual
Maragall
como presidente y tres años después, en 2006, sorpresivamente
hacerlo con José Montilla, emigrante
cordobés llegado a Cataluña a inicios de la década de 1970.

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Esto fue un golpe de efecto decisivo desde el sector más
nacionalista (con aspiraciones a la independencia de Cataluña) para normalizar
la convivencia entre aquellos que eran catalanes de descendencia generacional
(los conocidos actualmente como ‘catalanes de ocho apellidos’) y los hijos y
nietos de los emigrantes que llegaron medio siglo atrás.

Otro de los puntos efectivos del nacionalismo independentista
fue presentar en sus candidaturas (ya fuera para diputados o concejales de
ayuntamientos) a candidatos ‘nouvinguts’, no utilizando apenas el término
charnego y si lo hacen que sea para dar un mensaje de que los consideran como
catalanes con los mismos derechos (algo muy alejado a como lo hacían hasta bien
entrado el siglo XXI).

Uno de los ejemplos de político que quiere representar a todo
ese sector del flujo migratorio de otros puntos de España hacia Cataluña es el
diputado por ERC Gabriel Rufián. Él mismo
se califica como ‘charnego’ (es hijo de emigrantes andaluces) y se ha
convertido en uno de los principales  artífices
del activismo independentista catalán a través de la entidad ‘Súmate’ que aglutina a la comunidad
castellanoparlante en Cataluña, consiguiendo atraer hacia el proceso
soberanista a un elevado número de emigrantes españoles y descendientes de
éstos (incluso de inmigrantes procedentes del extranjero).

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